“Es importante la investigación del cáncer, así como de todas las patologías, porque si no comprendes cómo ocurren las cosas nunca vas a poder entenderlas, nunca vas a poder corregirlas, nunca vas a poder guiarlas... Si quieres prevenir, diagnosticar y tratar, tienes que investigar. Tienes que entender cómo está ocurriendo la enfermedad y son los tres pilares fundamentales para poder parar la progresión o mejorar todas las cifras”, explica Carmen Berasain Lasarte, catedrática de Bioquímica e investigadora del programa de Hepatología del Cima Universidad de Navarra. 

Con motivo del Día Mundial de la Investigación en Cáncer –que se celebra este sábado–, cinco voluntarios por la ciencia de la Asociación Española contra el Cáncer (AECC) –las investigadoras María Arechederra Calderón, Isabel Calvo Arnedo, María Blanco Prieto y Carmen Berasain, además del doctorando Íñigo Azagra Barber– coinciden en una demanda: “Hay que aportar financiación suficiente para seguir investigando en cáncer, porque es la herramienta necesaria para poder avanzar y, sobre todo, para hacerlo en los tumores que son menos frecuentes, cuya incidencia es baja, y en aquellos que todavía tienen un índice de supervivencia muy bajo”. Y es que si bien en algunos, como el de mama, la supervivencia ha llegado al 90% gracias a esa inversión, en muchos otros se sitúa debajo del 30%. 

Pero, ¿qué son los voluntarios por la ciencia? Son personas con conocimientos científicos que colaboran con la AECC para divulgar en qué consiste la investigación y cuál es su relevante papel a la hora de mejorar la calidad de vida de los pacientes. Para ello, ofrecen charlas, acuden a colegios, imparten talleres... Una labor pedagógica que también persigue despertar vocaciones entre los más jóvenes. 

La incidencia aumenta

“La única manera de mejorar la supervivencia es investigando” 

En esta jornada, la AECC traslada a la sociedad la importancia de reducir las desigualdades en el acceso a los resultados y avances en la investigación, que son especialmente graves en los cánceres poco frecuentes y en los de baja supervivencia. Como sostiene Berasain, “cuanto más se investiga, más popular, más accesible es el conocimiento a todos, más equidad se puede alcanzar, pero evidentemente para los tumores que sean muy raros, como para cualquier patología rara, igual se tienen que generar centros de referencia a los que puedan acudir y, de este modo, beneficiarse de los últimos desarrollos y conocimientos”. 

La voluntaria María Arechederra, investigadora postdoctoral en el programa de Hepatología del Cima, considera importante seguir estudiando el cáncer porque “la incidencia está aumentando y la única manera de mejorar la supervivencia es investigando” para, por un lado, “adelantar el diagnóstico, con el fin de tener un mejor pronóstico” y, por otro, “poder tratar y, si no es posible curar, al menos cronificar la enfermedad”. 

“Hay que investigar para adelantar el diagnóstico, y así tener mejor pronóstico, y para poder tratar”

María Arechederra - Investigadora del programa de Hepatología del Cima

En esta línea, María Blanco, catedrática del departamento de Tecnología Farmacéutica de la Universidad de Navarra, explica que cuando esta patología afecta a los más pequeños “se consideran cánceres raros. Hay muy poca financiación y las industrias farmacéuticas no apuestan por ello porque les va a reportar muchísimo menos sacar un medicamento para niños, que relativamente hay pocos casos gracias a Dios, que en mayores”. Así, tras recordar que la supervivencia en la población infantil “es bastante alta”, su trabajo persigue “disminuir la toxicidad de estos tratamientos”. 

En estos casos de tumores poco frecuentes o raros, como resaltan, además de a la dificultad para conseguir financiación, los investigadores deben hacer frente a otro problema, que es conseguir suficientes muestras de pacientes para poder desarrollar una investigación sólida.

Múltiples enfermedades 

Terapias dirigidas a las alteraciones moleculares

Preguntados por cuáles han sido los principales avances que se han logrado en los últimos años en el campo de la Oncología, la doctora Berasain considera que “uno de los más importantes es identificar que el cáncer son múltiples enfermedades”. De este modo, prosigue, “los tumores se pueden producir por mecanismos moleculares muy diferentes y el identificarlos ha permitido desarrollar terapias dirigidas a esas alteraciones moleculares” concretas.

Así, gracias a esta “medicina personalizada o dirigida”, hoy en día “te puedes encontrar un tumor de mama que se va a tratar exactamente igual que uno de colon. ¿Por qué? Porque los dos tienen las mismas alteraciones moleculares; cosa que antes era totalmente desconocido”, expone la especialista, que añade, al respecto, que antes “todas las terapias intentaban inhibir o bloquear el crecimiento de las células tumorales sin más y hoy sabemos que se pueden producir esas alteraciones de forma específica”, de manera que “requieren tratamientos específicos, dirigidos, personalizados”, lo cual se ha conseguido gracias a la medicina genómica, apunta Blanco.

Además, la doctora Berasain destaca como otro gran logro que se ha reducido el tiempo de desarrollo desde que surge una idea en el laboratorio hasta que se traslada a la clínica y llega al paciente. “Las primeras terapias de esa medicina personalizada tardaron en desarrollarse 40 años. Hoy en día ya hay fármacos que se aplican prácticamente en 5 años. Si detectas la mutación, detectas la alteración y tienes un inhibidor, te lo dejan probar. Lo difícil muchas veces es realizar la prueba de concepto”, sostiene. 

Lo más duro: la financiación

“Te pasas todo el día pidiendo”

Lo más duro de este trabajo, apasionante y admirable a partes iguales, es “conseguir la financiación”, reconocen. “Te pasas todo el día pidiendo dinero”, dice Blanco. Su compañera, Berasain, añade que “te terminas convirtiendo en un burócrata”. Sin embargo, la motivación, la vocación, el enfrentarse a nuevos retos y las ganas de contribuir a mejorar la supervivencia les lleva a no perder la ilusión con la que iniciaron esta carrera.

“La mayoría de los días las cosas no salen, pero si de repente, a los meses, te sale, es una alegría...”

Carmen Berasain - Catedrática de Bioquímica e investigadora del Cima

Como reconoce Berasain, “pocos profesionales se habrán encontrado en su vida con un paciente al que hayan curado con su descubrimiento, pero es que nosotras nos emocionamos con tonterías”. En este sentido, explica que “nuestro trabajo está edificado en base a desilusiones y a fracasos. La mayoría de los días son cosas que no salen, experimentos que se contaminan, resultados que no se repiten, hipótesis que no eran correctas... Entonces, continuamente estás planteándotelo otra vez, modificando, corrigiendo, viendo qué ha podido fallar... ¿Qué pasa? Después de estar dos meses así, si de repente te sale, es una alegría... pero ese hallazgo igual simplemente es la base para poder empezar otros experimentos”.

Una labor minuciosa, de equipo, muy a largo plazo... que, reiteran, requiere de más financiación. “Hay que invertir en investigación más de lo que se hace”, asegura el farmacéutico Íñigo Azagra, quien incide en que “por cada euro que se invierte en investigación médica se recuperan ocho”. No obstante, Blanco se lamenta de que “España es uno de los países que menos PIB dedica y lo que tienen que hacer es destinar más”. En cambio, esta especialista en Nanomedicina elogia la importante labor que en ese aspecto realiza la AECC para la sociedad. “Da más dinero que el Estado. Ojalá hubiera más asociaciones como ella”, afirma Berasain, quien destaca que esta entidad “se preocupa por el desarrollo de la carrera profesional, además de por el propio proyecto. Es un lujo, necesitamos más” .

“España es uno de los países que menos PIB dedica a investigación y tiene que destinar más”

María Blanco - Catedrática del departamento de Tecnología Farmacéutica de la Universidad de Navarra

Este trabajo no acabará

“Mejor gestión de los recursos”

Todas las investigadoras coinciden en que en la carrera científica es “necesario, recomendable y casi obligatorio” salir al extranjero, pero lamentan que “hay mucha gente que no puede volver y hay mucha inversión en cerebros que se ha perdido, porque se les ha pagado o han tenido facilidades para estudiar, para acceder a una carrera, para realizar la tesis, se han ido y ya no pueden volver o lo hacen en condiciones que no son acordes con su nivel académico o profesional”. Por ello, Isabel Calvo, que trabaja en el programa de Hemato-oncología del Cima, reclama “una mejor gestión de todos los recursos que tenemos” y recuerda que “es responsabilidad de todos exigir a los dirigentes que se empleen bien mis impuestos”.

“Tengo amigos que han decidido no volver y algunos vuelven pero no se dedican a investigar”

Isabel Calvo - Investigadora del programa de Hemato-oncología del Cima

Como afirma Berasain, “hemos cambiado muchísimo la vida de estos pacientes. Hay muchísimos hoy en día que siguen con el cáncer, pero viven; antes no, era imposible”. No obstante, queda mucho camino por delante. “La Oncología no va a desaparecer nunca porque la incidencia está aumentando, ya que es una consecuencia natural de todo lo que vivimos. Va a haber tratamientos súper eficaces, pero nunca son 100% eficaces. Siempre hay un porcentaje de personas que no responden, un porcentaje que va a recidivar, así que va a haber trabajo siempre”, concluye.