En la Comunidad Foral “entre un 20% o un 25% de las personas que consultan –en la Red de Salud Mental del Servicio Navarro de Salud-Osasunbidea– tienen un trastorno depresivo”, afirma Manuel Cuesta Zorita, jefe del servicio de Psiquiatría del Hospital Universitario de Navarra (HUN), quien estima que “estamos hablando de 3.000-3.500 personas con depresión mayor al año”. Otros tipos de depresión generan atenciones incluso con mayor prevalencia asistida, de entre 4.000-4.500 pacientes al año. El especialista advierte de que “hay un porcentaje muy alto que no accede al sistema sanitario y que cursa sin evaluación y sin asesoramiento o tratamiento, porque muchos de nuestros trastornos siguen teniendo un gran estigma asociado”. 

Tras mencionar que en muchas ocasiones el episodio se resuelve, el facultativo indica que en una quinta parte el problema puede persistir hasta cronificarse. Para evitarlo, considera que “la clave está en un acceso rápido y una intervención precoz. Luego, es necesario un periodo de seguimiento adecuado para la prevención de recaídas y para fomentar el desarrollo de hábitos saludables: evitar consumo de tóxicos y de alcohol, facilitar el ejercicio, el deporte sano, y mejoras en los ámbitos de socialización”. 

Qué es la depresión

Como expone el doctor Cuesta, la depresión “es uno de los trastornos mentales más prevalentes en nuestro ámbito y también, por supuesto, en la población general”. “Hay diferentes tipos”, prosigue, pero “todos tienen en común ese sentimiento profundo de tristeza”. Un sentimiento de aflicción que “es normal en cualquier persona a lo largo de la vida”, porque “nuestro estado de ánimo cambia en función de las circunstancias vitales”, pero la diferencia se produce “cuando ese estado de ánimo se convierte en predominante y persistente, fuera ya de ese contexto de una reacción psicológica normal”, señala el especialista. 

Así, los síntomas constitutivos de una depresión mayor, que es la “más intensa y severa” de todas, son “pérdida de la capacidad de disfrutar, pueden tener alteraciones en los ritmos básicos de sueño y del apetito, aparecen ideas o sentimientos de desesperanza como un pesimismo persistente e incluso de suicidio en las formas más graves. Todo ello conlleva que el individuo pierda sus habilidades básicas de atención y de concentración”, y sus reacciones se vuelven “más lentas”, de manera que “no puede desarrollar una vida social, laboral y familiar normal hasta que no mejora o cambia la depresión”, afirma el experto.

Preguntado por cuándo conviene consultar con un especialista, responde que cuando “haya un ánimo depresivo continuado que la persona antes no ha padecido y que no tiene que ver con situaciones directamente relacionadas del entorno; cuando se pierde esa capacidad de disfrutar y aparece una mayor apatía o pérdida de interés por el entorno; y cuando afecta fundamentalmente al sueño”. Entonces, la persona afectada o los familiares deben dar la voz de alarma. 

Causas y prevención

Respecto a las causas, asegura que hay “múltiples factores que pueden interferir”, desde psicológicos, de índole personal o interno, como algún tipo de disregulación funcional biológica, y factores desencadenantes externos, como dificultades de afrontamiento de la vida, la pérdida de un ser querido, problemas económicos o sociales... 

En cuanto a la prevención, destaca la importancia de “detectar rápidamente los procesos para poder atenderlos y evitar que se cronifiquen, porque muchos de nuestros trastornos tienen ese riesgo, y esa intervención precoz va a redundar en que la evolución del proceso vaya mejor”. Asimismo, incide en la conveniencia de “facilitar la comunicación sobre estos problemas, que no queden en compartimentos estancos, y en disminuir el estigma, ya que es un factor importante que contribuye a facilitar que las personas puedan buscar ayuda antes”.

En esta línea, recalca que “el consumo de alcohol –que es algo totalmente normalizado en nuestra sociedad– y de tóxicos conlleva asociado un incremento notable de que pueda experimentar o sufrir con mayor probabilidad cuadros depresivos”. 

Manuel Cuesta, jefe del servicio de Psiquiatría del HUN. Cedida

“El consumo de alcohol y de tóxicos conlleva una mayor probabilidad de cuadros depresivos”

Manuel Cuesta Zorita - Jefe del servicio de Psiquiatría del HUN

Tratamiento personalizado

Finalmente, el especialista incide en la importancia del “tratamiento personalizado”. En este sentido, explica que “en función de la evaluación, del diagnóstico, del tipo de depresión y de su intensidad, se orienta al paciente hacia un trabajo en primera línea psicoterapéutico, que se puede iniciar desde Atención Primaria y, por supuesto, desde Salud Mental. Y disponemos de una amplia gama de fármacos antidepresivos, que afortunadamente están en un continuo proceso de desarrollo y que nos va a facilitar una recuperación más rápida de estos procesos, tanto los que son de moderada intensidad, como los que son graves”. 

Por todo ello, en el Día contra la Depresión –que se ha celebrado este viernes–, el jefe del servicio de Psiquiatría destaca la importancia de “la concienciación en jornadas como esta, pero sobre todo que esa labor continúe el resto del año” y aboga por seguir impulsando campañas para disminuir el estigma y “normalizar algo que de por sí es normal”, ya que es “uno de los trastornos más prevalentes de toda la Medicina”. Y es que, como lamenta, “uno va al médico con más facilidad por cualquier otro proceso; culturalmente es más reacio por el estigma asociado a esta consulta”.

APUNTES

  • Tipos de depresión. Como explica el jefe del servicio de Psiquiatría del Hospital Universitario de Navarra, Manuel Cuesta, hay distintos tipos de depresión. Está la depresión mayor, que es más intensa, más severa, y hay otros tipos más relacionados con el propio carácter o la personalidad a lo largo de la vida y también problemas depresivos frente a una situación vital importante.
  • Aumento de trastornos leves o moderados por la pandemia. Preguntado por si han aumentado los casos a raíz de la pandemia, el doctor Cuesta señala que en la primera ola sí percibieron un aumento del “trastorno mental común, las reacciones depresivas, trastornos de ansiedad y depresivos leves o moderados”. En esta línea, considera que “quizá ha afectado menos a lo que llamamos trastorno mental más grave, que tiene una prevalencia más estable”.