Pronunciar la palabra cáncer ya hace que un escalofrío recorra el cuerpo. Una enfermedad que nos toca a todos más o menos cerca y que cambia por completo la vida de quien la sufre y de su entorno. No hay una edad buena para recibir tan mala noticia, pero el impacto es mayor en una etapa de cambios vitales, de descubrimiento, de rebeldía, de enamoramiento como es la adolescencia. Es algo en lo que han coincidido este jueves cuatro expertas en una de las conferencias organizadas por la Sociedad Española de Enfermería Oncológica (SEEO) en el congreso que celebra esta semana en Baluarte.

Las enfermeras Catalina Márquez, Blanca Egea y Susana Magriñà y la psicóloga Cristina Maestro han puesto de manifiesto el fuerte impacto que el diagnóstico tiene en los pacientes, así como en sus familiares y amigos, y detallaron las estrategias a seguir para que el adolescente pueda llevar la enfermedad lo mejor posible. Incluso han reflexionado: “Siempre se habla del impacto negativo de la enfermedad, pero no todo lo es; puede ser una experiencia transformadora”, ha asegurado Blanca Egea, de la Escuela de Enfermería de San Juan de Dios en Madrid.

Para ella, una experiencia vital de estas características “aunque es negativa, también puede traer cosas positivas”. “Puede hacer crecer y fortalecer las relaciones familiares para que sean más satisfactorias. Es algo transformador que puede hacer surgir cosas positivas en la familia”, ha sostenido. Egea ha señalado que los padres son, lógicamente, un pilar fundamental para el paciente, pero ha resaltado la importancia de los hermanos, fundamentales durante el proceso de enfermedad de un adolescente: “Se nos suele olvidar porque siempre nos centramos en los padres, pero si el paciente tiene un hermano lo va a necesitar. Y muchas veces cometemos el error de no informarles de lo que le ocurre a su hermano para no angustiarles y es contraproducente”.

No hacer partícipes a los hermanos del proceso hace que el impacto de la enfermedad sea mayor, tanto en ellos como en el paciente. “Si no se cuida bien esto puede dar lugar a trastornos de conducta, a celos o a sensación de pérdida. Muchos hermanos luego se quejan: “En el colegio me preguntan todos por mi hermano; nadie por mí”. Hay que evitar esto”, ha explicado Egea, que ha insistido en que hacer partícipes a los hermanos va a hacer “que maduren antes, que sean más tolerantes, compasivos y tengan una mayor sensibilidad”.

Hablar de la muerte

La psicóloga de la Clínica Universidad de Navarra (CUN) Cristina Maestro también ha subrayado la importancia de la familia y de los amigos a la hora de sobrellevar la enfermedad, pero puso el foco en otro aspecto vital: hablar de la muerte. “A los adolescentes hay que darles espacio para hablar de la muerte; que lo puedan expresar les hace estar más tranquilos, porque no suelen hablar de ello por miedo a que sus padres sufran”.

Para ello, es muy importante que la familia permita que se den las condiciones para poder hablar de ello con los profesionales, aunque “es necesario darles a los adolescentes herramientas para que sepan poner los limites entre profesionalidad y amistad”, ha apuntado Catalina Márquez, enfermera en el hospital Virgen del Rocío de Sevilla. “Es crucial darles un tratamiento integral y en eso la enfermería tiene un papel muy relevante”, ha asegurado.

Por último, ha intervenido Susana Magriñà, enfermera del Vall d´Hebron, que ha mostrado el funcionamiento de la unidad de radioterapia pediátrica del hospital, adaptada a los más pequeños. “Hemos humanizado la unidad para que sea menos traumático para ellos. Les hacemos juegos, se desplazan en coches teledirigidos y les damos la información con dibujos animados. Es algo que les tranquiliza y que está demostrado que reduce un 50% su ansiedad”, ha explicado.