Los vecinos de Mendigorria vivieron el jueves un día lleno de tensión y angustia. Sus gentes tuvieron que soportar una tarde en la que vieron arder sus cultivos y los montes por los que han crecido por culpa de un incendio que puso en jaque sus viviendas.

Por suerte, sobre las 8 de la tarde el viento cambió de sur a norte y frenó el avance de las llamas. Más de un centenar de bomberos y la ayuda de los agricultores de Mendigorria y los pueblos aledaños hicieron falta para tener el fuego controlado y encarar la noche con una situación más favorable. El incendio recordó a los vecinos al que tuvieron que vivir el año a mediados de junio y en la misma zona. Afortunadamente, los daños fueron menores aunque este jueves, los habitantes de Mendigorria seguían con el susto en el cuerpo.

Vecinos como Felipe fueron con el coche a los campos quemados.

Todo comenzó el jueves poco antes de las tres de la tarde, cuando se originó un fuego en el denominado camino de Obanos, al norte de Artajona. En ese momento, Jesús Mari llegaba a Mendigorria con su mujer. “Veníamos de Donosti a pasar unos días y cuando llegamos vimos una pequeña columna de humo y dijo mi mujer que habría un incendio pero no nos preocupamos. Luego empezamos a ver helicópteros y parecía que la cosa se ponía seria”, contó este viernes.

También vio esa pequeña columna Xabier Irurzun, trabajador de Hierros Domínguez y Vidaurreta, cuando acudía al taller ubicado en el barrio de la Txantrea. Este barrio fue el que estuvo en peligro al acercarse las llamas y el taller se encuentra en primera línea. “Al llegar a trabajar vimos el humo y ya nos pusimos en tensión”, recordaba. El humo se vía cada vez más desde las calles de Mendigorria y los vecinos salieron a la calle. “Desde que nos avisaron estuve observando cómo avanzaba a ver si me quemaba las huertas”, contó Rubén Zuñigas, agricultor. Sus cultivos se encuentran justo por donde pasó la lengua de fuego aunque “las llamas se quedaron justo donde mi huerta, ahora tengo que cambiar el regadío. Por suerte solo se me ha quemado algún frutal”.

Los agricultores de la zona acudieron para preparar cortafuegos aunque las llamas también supieron cómo evitar alguno de ellos, según explicaba Jesús, un vecino que acudió al día siguiente a observar el desastre. Contó que “siempre vengo a pesar por aquí y mira cómo ha quedado, da mucha pena”. Junto a los árboles y los cultivos las llamas también han quemado recuerdos como los de Jesús que rememoró emocionado los paseos con sus hijas.

Al igual que Jesús muchos vecinos se desplazaron a ver cómo se encontraban los montes. Felipe acudió con el coche y tras observar la zona declaró que él vio “cómo plantaron ese pinar y ahora que se ya había crecido ha desaparecido”. Junto a la pena Felipe también tenía cierta rabia por el mantenimiento del pinar. “Los limpiaron y dejaron todo el suelo lleno de maleza y eso es como llenar el monte de gasolina”, manifestaba. También se mostraban enfadados algunos agricultores de la zona que criticaban que no se les había dejado trabajar la tierra previamente cómo ellos querían pero se negaban a dar más declaraciones.

La mayoría de vecinos observaron con detenimiento el avance del incendio pero algunos también optaron por dejar el pueblo. “La gente estaba acojonada. Alguna pareja de gente mayor decidió irse, sobre todo por el humo. Si tienes problemas con los pulmones no podías estar aquí”, contó Felipe. Mientras tanto, en el barrio de la Txantrea se encontraba Irurzun junto a un grupo de vecinos preparando mangueras por si necesitaban entrar en acción. “Los bomberos nos explicaron cómo tendríamos que actuar. Si llegaba el fuego ellos se ponían en primera línea y nosotros por detrás refrescando las casas y la zona”, relató a la vez que se alivia porque no fue necesario y pudieron acabar el día más relajados.

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Fotos del incendio forestal en la zona de Artajona y Mendigorría Javier Bergasa

Una noche tranquila

Después de una tarde intensa y angustiosa llegó la noche con la situación ya controlada. “Nos insistieron en que el fuego estaba restringido y que nos podíamos tranquilizar. Nos dijeron que cerrásemos las ventanas y hacía un calor infernal en casa”, contó Jesús Mari. Otra vecina confesaba que también acabó el día más relajada pero con el susto en el cuerpo. “Cuando lo ves en la tele impresiona y el año pasado lo pasamos muy mal. Los incendios fueron mayores pero a nosotros no nos tocó tan cerca, esta vez ha sido muy duro. Cuando ves el paisaje tan desolador se te cae el alma a los pies”, declaró. Por otro lado, Jesús también pudo tener una noche más tranquila pero reconoció que “estabas todo el rato algo inquieto por si volvía a revivir el fuego”.

Su casa está en frente de las piscinas del pueblo así que pudo ver de cerca cómo actuaron los helicópteros. Al día siguiente efectivos de bomberos seguían trabajando para extinguir de manera completa el incendio y refrescar el perímetro. En la zona cercana la ermita de Santiago y San Marcos se encuentran unos olivos que se incendiaron y uno de los equipos trabajó el jueves en ese campo. “La madera del olivo tarda días en arder y se queda el fuego dentro”, explicó uno de los bomberos mientras sus compañeros cortaban los árboles para poder apagarlos de manera definitiva.