Experta en envejecimiento y coautora del primer Informe Mundial de Naciones Unidas sobre el edadismo, Vânia de la Fuente-Núñez considera que se está normalizando en muchas ocasiones el suicidio o la depresión en los mayores, lo que impide avanzar hacia políticas preventivas que conciencien sobre estas situaciones e intenten evitarlas.

En una entrevista con Efe con motivo del Día Internacional de las Personas Mayores, la experta alerta del impacto en la salud física y mental que tienen las múltiples discriminaciones por razón de edad que perpetúan las instituciones, en ámbitos como la sanidad, el empleo, el acceso a la vivienda o los medios de comunicación. “No pueden acceder a un trabajo, a un préstamo o a un determinado tratamiento médico”, explica esta médico y antropóloga, que dirigió la Campaña Mundial contra el Edadismo de la OMS.

En el ámbito sanitario, argumenta, se asume que determinadas condiciones o patologías fueran parte inevitable del envejecimiento, no se diagnostican y por tanto no reciben tratamiento. “Muchas veces se normaliza que una persona mayor pueda tener depresión, porque está viviendo un duelo por la muerte de un familiar o un amigo”.

Pero esa discriminación no solo se produce en el diagnóstico y tratamiento, también en la forma de dirigirse al paciente: “A veces el profesional sanitario le pregunta al acompañante, cuando obviamente, a no ser que tenga un deterioro cognitivo muy severo, la voz y el voto en su propia salud es del paciente”.

El informe mundial sobre edadismo mostró cómo en el 85 % de los estudios analizados se utilizó la edad para determinar el acceso a los tratamientos (de soporte vital, en unidades de cuidados intensivos).

Y esa exclusión también se da en los ensayos clínicos de fármacos. “Sabemos muy poco acerca del perfil de eficacia y de seguridad de la mayor parte de tratamientos que acaban consumiendo personas mayores”. “Otro ejemplo; si no te meten en un cribado de cáncer de mama, no habrá detección ni tratamiento precoz y la probabilidad de padecer un cáncer es mayor”.

NO SE PREVIENE EL SUICIDIO

Las personas mayores de 75 años son el grupo de población que presenta la tasa de mortalidad por suicido más alta. En 2020, el 51% de las defunciones por suicidio en España fueron en personas de 55 años o más (741 muertes en la franja 55-64; 509 entre 65-74; y 772 en las de 75 o más), afectando sobre todo a hombres.

“El suicidio en la población joven suele ser noticia porque está entre las primeras causas de muerte en la población joven , pero las tasas de muerte por suicidio son más altas en la población mayor”, recuerda.

Pese a ello, “muchas veces se normaliza el suicidio en la vejez, como se hace con la depresión”, lamenta.

Se subestiman esas tasas de suicidio en los mayores por diferentes motivos, puede ser por temas familiares o también porque en ocasiones resulta difícil determinar la causa de la muerte, “si fue deliberada o se produjo porque tomó demasiada cantidad de un medicamento”. “Al final no se reportan estas muertes como suicidio y no se estudia en profundidad”, arg umenta y añade “si no se tienen en cuenta no se hacen campañas dirigidas a los mayores y no se están previniendo los suicidios. Queremos vivir muchos años, pero nadie quiere ser viejo”.