El trabajo de la Brigada Asistencial de la Policía Foral tiene dos focos importantes: atención a la víctima o a la persona comunicante, “porque si es la madre la que lo descubre, es una persona afectada y también requiere una especial atención por nuestra parte”, y “una investigación exhaustiva de cada denuncia”, expone la inspectora Cristina Eseverri, jefa de la citada brigada, ya que “los agresores nunca reconocen los hechos, hay una negación total”.

Si bien los agentes de la Policía Foral no toman declaración a las víctimas menores de 14 años de edad, sí lo hacen a las personas comunicantes, que son las que alertan de un caso de violencia sexual intrafamiliar. “Les pedimos que nos cuenten el relato textual que le hizo el menor, con las palabras textuales usadas por el menor. También les derivamos a los servicios de atención a las víctimas, que realizar un papel fundamental en este ámbito, que es la intervención terapéutica para posibilitar la recuperación de la víctima, que es muy importante también”.

Si las víctimas son mayores de 14 años, los policías forales sí les toman declaración, “con escucha activa, empatizando, porque es importante dar comprensión al relato del menor. Normalmente protegen a su agresor, muchas veces por miedo a que les hagan daño a ellos o a sus hermanos”.

En cuanto al supuesto agresor, desde la Policía Foral aseguran “nunca reconocen los hechos. Aseguran que no ha pasado nada. Se sienten seguros y realizan una negación total, confiando en que es su palabra contra la de un menor”. Por este motivo, desde el Cuerpo autonómico llevan a cabo “la investigación más exhaustiva posible, porque realizan las agresiones sexuales en la mayor de las intimidades, sin testigos”.

No obstante, la inspectora destaca que “cuando un menor verbaliza algún hecho, otros hermanos o menores que han convivido en ese mismo ámbito familiar, también lo verbalizan, lo que ayuda en la investigación”.