Pedro Miguel Etxenike (Isaba, 1950) era catedrático de Física del Estado Sólido cuando asumió el cargo de consejero de Educación y Cultura en el primer Gobierno Vasco tras la dictadura.

Con motivo de su reconocimiento por parte de la Federación Navarra de Ikastolas por su destacada contribución científica y promoción del euskera, Etxenike ha comentado con EFE los desafíos actuales de la ciencia, como la inteligencia artificial, y la situación actual del euskera tras su proceso de normalización, en el que jugó un rol destacado.

¿Cuáles considera que son los desafíos más importantes en su área de investigación?

La historia de la ciencia muestra que las grandes preguntas a veces obtienen respuestas limitadas, mientras que preguntas pequeñas llevan a respuestas generales, como ocurrió con la relatividad y la cuántica. En mi especialidad, una gran pregunta que me gustaría ver respondida es el origen microscópico de la superconductividad de alta temperatura, entre otras cuestiones. Pero lo importante es formar a la gente con la creatividad necesaria para buscar esas respuestas.

Cada vez se habla más de la inteligencia artificial. ¿Qué oportunidades le ve?

En lugar de angustiarnos por el futuro, abogo por ser optimistas y aprovechar responsable e inteligentemente los avances científicos. Es esencial regularla, pero creo que puede aportar grandes beneficios a la humanidad. El futuro, al igual que lo ocurrido en la física del siglo XX, puede revelar sorpresas insospechadas

Junto a la ciencia, la cultura ha formado una parte importante de su trayectoria vital. ¿Cómo lo ha compaginado?

De forma natural. Los científicos somos personas humanas, tenemos intereses, nos interesa la cultura, nos interesa lo humano. De hecho, la ciencia, en mi opinión, es la obra colectiva, cultural, más grande de la humanidad.

Usted era catedrático en la Universidad de Barcelona cuando el lehendakari Garaikoetxea lo llamó para participar en el primer Gobierno Vasco, en una época convulsa. ¿Qué lo llevó a aceptar el cargo

Un sentido de compromiso con mi país, Euskal Herria, con el derecho a decidir y la preservación del euskera. Al principio no lo acepté por miedo a no estar a la altura, pensando que los políticos tenían un nivel intelectual y cultural superior, pero cuando insistió, no pude negarme. Mantengo los mismos ideales y estoy encantado de haber aceptado el cargo en aquel ejecutivo.

Precisamente, uno de sus principales hitos fue la Ley de Normalización del Euskera. ¿Qué desafíos tuvo que enfrentar?

Prevalecía un sentimiento agónico. El euskera estaba en decadencia porque, aunque reverdecía, carecía de un suficiente respaldo legal, lo cual fue crucial. La ley del euskera en la Comunidad Autónoma Vasca se basa en la libertad: el ciudadano elige la lengua y la administración tiene la obligación de facilitar esa elección de manera efectiva. Sin embargo, el euskera, como he afirmado en repetidas ocasiones y reiteraré hoy en Pamplona, necesita no solo ese respaldo legal y protección, sino también el compromiso de quienes lo hablan. Las leyes son imprescindibles, pero el euskera solo se salvará con la voluntad y deseo de los hablantes de mantener viva su identidad.

¿Y en Navarra?

Es crucial fomentar un amor hacia el euskera, también entre los gobernantes, mostrando los atractivos de la cultura vasca. Es necesario crear un clima de afecto hacia el euskera por parte de todos. Esta es la razón, creo, por la cual me premian hoy, y me gustaría contribuir a que todos los navarros consideren al euskera como propio, positivo y como un patrimonio de Navarra, Euskal Herria y de la humanidad.

¿Qué diagnóstico hace de la situación del euskera en la actualidad?

No se puede negar que el euskera ha mejorado respecto a aquella época, sustancialmente en la CAV, y en menor medida pero también en Navarra, y ha retrocedido un poco en Iparralde, lo cual demuestra la importancia del marco legal. Últimamente, el número de hablantes se ha estabilizado, aunque la mejora no ha ido acompañada de un aumento en el uso. Pero yo creo que la situación actual permite afrontar el futuro con más optimismo. También hay otros factores como la voluntad, la de un pueblo de seguir adelante, de seguir siendo pueblo.

¿Qué oportunidades le ve al euskera en Navarra?  

Veo buenas oportunidades para el euskera, soy optimista sobre su futuro. Es necesario convencer, incluso a aquellos que no están a favor, de que el florecimiento del euskera mejora la cultura universal y, por ende, su propia cultura. Y es importante destacar que el fomento del euskera nunca perjudicará, como algunos dicen, al castellano. Afirmar que el castellano está en peligro es casi una broma macabra.