Consuelo Corella Corella, la secretaria técnica de la asociación de empresas de inserción de Navarra (EINA), habló con uno de sus hermanos el martes a media tarde cuando "no había ni una sola gota y el barranco se había salido por otro lado". "Un par de horas más tarde, volvimos a hablar y ya tenían coches flotando por la calle. A partir de ahí no pudimos ni hablar".
Juan Félix y Rafael, los hermanos mayores de Consuelo, junto a sus familias, viven en Aldaia y Ribarroja, respectivamente. En la primera localidad además regentan un negocio familiar, Muebles Corella, que lleva en pie 60 años desde que sus padres emigraron de su Teruel natal. Huelga casi decir a estas alturas que la empresa se ha quedado en la ruina y que la planta baja de la casa familiar, donde vivía una sobrina, se ha ido igualmente al garete.
"Lo han perdido todo. A lo largo de los años, a través del barranco del Poyo, habíamos tenido inundaciones de manera recurrente. Pero lo de ahora no se ha visto en la vida. El agua llegaba casi al balcón del primer piso. Mis hermanos se han quedado sin un piso, sin el negocio y sin varios vehículos de la empresa y familiares. Por suerte lo pueden contar, porque a uno de ellos le tocó la riada cuando estaba con el camión, cerca de Aldaia, y al avisarle otro compañero se pudo salir de la autovía y darse la vuelta. Luego se quedó bloqueado en una carretera y durante horas no pudimos contactar con él, pero al final usó otro teléfono y nos dio tranquilidad".
Consuelo se desplazó este puente hasta Valencia para visitar a su hija, que estudia en la capital y no se ha visto afectada, y también para fundirse en un abrazo con sus hermanos. "No quería ser un estorbo porque está todo el mundo trabajando hasta arriba. Por eso pensé en que este domingo, de vuelta a Pamplona, nos podríamos ver. Pero precisamente al llegar a Aldaia, aparqué en un descampado a las afueras donde están acumulando toda la basura y me avisaron de que había alerta roja y que el barranco tenía peligro de desbordarse otra vez. Así que anulamos la visita", explica Consuelo, a la que le queda "la esperanza de que mi familia pueda remontar. Aquello es parte de mi vida y yo he sido parte de aquel negocio que crearon mis padres, por eso ahora lo más importante es que no nos olvidemos de ellos, que cuando se pueda normalizar y levantar la situación, sigamos contratando esas empresas y comprando en esas tiendas para que las familias puedan volver a ver la luz".