Cocinar a ciegas no es tarea sencilla para nadie y, sin embargo, hay quienes encuentran en esta acción una manera de sobrellevar la vida, de conectar con su pasión y empezar a atisbar un mundo de posibilidades. Con motivo del 25 aniversario de la Semana del Pincho, la Asociación de Hostelería y Turismo de Navarra ha organizado esta tarde en Burlada una actividad, en colaboración con doce expertos miembros del programa de televisión Cocinar a Ciegas, que tenía como objetivo que los participantes experimentaran la cocina desde la perspectiva de una persona con discapacidad visual por medio de unas gafas de simulación visual que les impedían la visión. “En cuanto os pongáis las gafas, caminaréis con miedo y no tendréis la misma libertad. Nuestra misión es que rompáis esa barrera y que, a través del paladar, os pongáis en la piel de las personas con discapacidad visual”, ha indicado Ángel Palacios, presidente de Cocinar a Ciegas.
Los doce expertos invidentes han guiado a los participantes en la preparación de seis platos distintos –buñuelo de humus de pimiento con gamba, pincho de ajoarriero, montadito matrimonio (típico de Logroño), croqueta, takoyaki de pulpo con puré de patata y tacoyaki con un bombón de chocolate–. “Era imposible controlar las distancias o lo que estaba haciendo con las manos. Me ha parecido muy difícil y es admirable que estos expertos nos ayuden a ver que su discapacidad no es limitante”, ha reflexionado Natalia Ecay, miembro de la junta de la Asociación de Hostelería y Turismo de Navarra. En ese sentido, Antonio Martínez, miembro de Cocinar a Ciegas con un resto visual del 0,05% en el ojo izquierdo, ha defendido que lo único que limita a la gente la mente. “Muchas veces, la discapacidad solo está en la cabeza. Lo que no intentas es lo que no haces. Da igual cuánto te cueste porque si te gusta, lo terminas y lo consigues”.
A pesar de que Ulises Mejía es cocinero y ya tiene mano en esto de elaborar pinchos, ha tenido complicaciones a la hora de preparar estos platos. “Me han dicho que me acerque y que me aleje para tratar de dibujar la dimensión de los materiales y de los productos”, ha contado. Asimismo, otra de las directrices que le dieron los expertos fue que jugara tanto con el tacto como con el ruido. “Con el primer buñuelo, se me ha salido toda la masa, pero después vas controlando un poco mejor las medidas”. Y es que la práctica hace al maestro, incluso cuando falla alguno de los sentidos y la mente se crea límites. Cocinar a ciegas no es tarea sencilla, y tampoco imposible.