Apagón masivo | "Fue un momento muy angustioso porque necesito el respirador para vivir y no sabía cuándo iba a volver la luz”
Irene Aspurz padece distrofia muscular de cinturas, una enfermedad que le dificulta la respiración
Irene Aspurz vive las 24 horas del día conectada a un respirador. Lo lleva mientras duerme, al estar en casa y también cuando sale a la calle en su silla de ruedas motorizada. Con 14 años le diagnosticaron distrofia muscular de cinturas, una enfermedad que se caracteriza por una debilidad muscular que afecta a la cintura escapular y pélvica y que por lo general repercute también en el aparato respiratorio. Es decir, puede respirar pero necesita ayuda y durante el apagón que se produjo el lunes esta vecina de Pamplona vivió momentos de mucha preocupación, aunque el haber sido previsora le salvó de tener un momento de pánico.
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“Lo primero que pensé al irse la luz es que habría habido algún problema en mi bloque, pero como no volvía y tampoco funcionaban los móviles cogí un transistor que tenía en casa y ya escuché que era algo generalizado en todo el país. Fue un momento de bastante angustia porque no se sabía cuándo iba a volver la luz y yo necesito el respirador para vivir”, relata Irene, que también es presidenta de Asnaen (Asociación Navarra de Enfermedades Neuromusculares).
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Autonomía del respirador
Pero por suerte tenía completamente cargado el respirador, con unas 10 horas de autonomía. “Me tranquilizó un poco ver que tenía batería, pero aún así me puse a hacer ejercicios de meditación para calmar un poco la ansiedad porque tenía la incertidumbre de no saber cuándo iba a volver la luz”, asegura Irene.
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Además, explica que si llega a estar 10 horas sin luz tendría que haber llamado al 112: “Ya tenía pensado que si la luz no volvía en 8 horas iba a tener que llamar al 112 e ir al hospital a que me pusieran un respirador allí. Pero por suerte a las 4 horas volvió la luz y todo quedó en un susto”.
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