La ilerdense Ana Martínez Zarallo, de 43 años, puede contar felizmente una historia que el lunes llenó de incertidumbre a la familia tras el masivo apagón que se vivió en la Península. Ella venía en el tren de Lleida a Pamplona para iniciar el Camino de Santiago y se quedó "tirada en Tafalla". "Mi sobrino, Rufo, viajaba de Badajoz a Madrid y luego también venía a Pamplona para empezar conmigo la ruta", contaba ayer recorriendo la estación pamplonesa de arriba a abajo durante un par de horas de espera. Él durmió con mantas en Atocha y al mediodía de este martes ha arribado en el tren a Pamplona. El reencuentro en el andén no podía ser mejor. La historia cruzada que les acompaña será para recordarla.

Martínez tenía que llegar a las 13.00 horas del lunes a la capital navarra, pero el apagón masivo la detuvo con cientos de pasajeros en Tafalla. “Nos dijeron que no sabían el retraso que íbamos a tener. Abrieron las puertas del tren porque por suerte habíamos llegado a la estación y salimos al andén. Pasamos allí todo el día. Pusieron autobuses a las 17.30 horas y a las 19.00 pero no cabíamos todos los viajeros. Hay quienes se fueron en vehículos de la gente del pueblo y les pagaron la gasolina, como si fuera un blablacar improvisado. Hay algunos que con familiares se pudieron desplazar y si iban al mismo destino se llevaban a alguien también. Pero la mayoría nos marchamos en autobús o se quedaron allí. Yo salí a las 19.00 horas en bus. Primero pasaban aquellos que tenían billete y luego, el resto. Íbamos repletos, con las maletas encima, pero por fortuna pude llegar a buena hora y dormir en el albergue. Llegué justo con otra peregrina y a las 20.30 horas pudimos entrar”. Su plan ahora consistía en realizar la peregrinación conjunta con su sobrino hasta Logroño, para asegurarse una estación de referencia. “Tenemos que asegurarnos la vuelta a casa para el lunes”.

En Tafalla recuerda que apenas había víveres, la cafetería del tren estaba vacía y al bar de la estación no le quedó ni agua en poco rato. “Tuvimos que ir mirando en el pueblo a ver qué es lo que había abierto, pero tampoco funcionaba la luz ni los datáfonos y no era sencillo. Nos ofrecimos a pagar los que teníamos efectivo y pactamos que ya nos lo devolverían por Bizum. Era mucha desesperación e incertidumbre, por no saber qué estaba pasando...", narraba, mientras esperaba recibir a su familiar.

El sobrino Rufo que durmió lo que pudo en Atocha

Rufo llegó casi al mediodía en el primer tren de Madrid después de otra aventura no menor. Recuerda que el lunes, a primera hora de la tarde, ya no le permitieron acceder a la estación de Atocha de Madrid. No quedaba otra que esperar, para poder venir a Pamplona a iniciar su Camino. Estaba sin cobertura y sin poder hablar con su tía. A las 21.00 horas abrieron las puertas de la estación. "No he pegado ojo en toda la noche. Te puedes imaginar cómo ha sido. Se suponía que teníamos que dormir pegados a las paredes, y nos repartieron mantas y vino la Unidad Militar de Emergencias. Fue una situación excepcional, un poco desastre, llevaron tres cajas de sandwich que eran para repartirlos entre la gente mayor, pero vaya, yo creo que fue a quienes menos les llegó. Al menos he podido dormir en el tren, y ahora un buen bocata y siesta seguro que nos ayuda a recuperar fuerzas", contaba feliz abrazado a su tía.