Jesús Gil Peláez, ahora de 62 años, es el hombre que asesinó en 2002 a Alicia Arístregui Beraza en Villava, el primer crimen machista de Navarra juzgado por un jurado popular. Por entonces fue condenado a 22 años de cárcel. Lejos de reinsertarse, Gil Peláez volvió a atacar con un arma blanca en octubre de 2020, una nueva pareja con la que llevaba unos meses y a la que estuvo a punto de asesinar después de haberla violado. Lo hizo estando en tercer grado penitenciario por la condena que arrastraba tras haber matado a Arístregui. Además, con el mismo cuchillo atacó también a la hija de la mujer.

Pero ahora, con otra sentencia firme del Tribunal Supremo por ese caso ocurrido en Vitoria, de donde huyó para refugiarse en Burlada unos días hasta que el cerco policial le acorraló, este asesino tendrá que cumplir 27 años de prisión. El Supremo ha confirmado la condena que le impuso el Tribunal Superior de Justicia del País Vasco por hasta tres delitos: el intento de asesinato con las agravantes de reincidencia y de actuar por razones de género (13 años de cárcel), por la agresión sexual bajo intimidación (11 años) y por las lesiones causadas con el cuchillo a la hija de la víctima, una menor de edad (3 años de cárcel). El TSJPV y el TS elevan la condena inicial de 23 años de cárcel que impuso la Audiencia Provincial de Álava.

Violación, intento de asesinato y lesiones

La sentencia relata que Gil Peláez conoció a la víctima, que tenía 40 años, en marzo de 2020 y comenzaron una relación con contactos frecuentes, aunque ella se negó a formalizarla y a formar una familia, según narra la sentencia. En octubre del mismo año, manifestó al acusado que le estaba agobiando y que necesitaba más espacio. Él no lo aceptó e insistió en verla y mantener el contacto e incluso le pidió a la hermana de ella que mediara para retomar la relación. El 16 de octubre esperó a la víctima cerca de su domicilio, con la finalidad de hablar con ella y se fueron juntos a hacer la compra. Esa tarde, la mujer le dijo que iba a pasar el fin de semana con su hermana, y no con él, como solía.

Así, al día siguiente, sábado, sobre las 9.00 horas, el procesado acudió a su vivienda de Vitoria cuando la víctima y su hija, de 12 años, estaban durmiendo. La mujer le abrió la puerta y se sorprendió de que acudiera a horas tan tempranas. Charlaron brevemente y él le pidió que no fuera a casa de su hermana, decisión en la que ella se reafirmó y le pidió que se marchara. Al levantarse hacia la puerta, él le comentó que quería beber un vaso de agua, se encaminó a la cocina y cogió un cuchillo de cocina de 11 centímetros de largo. Así, se volvió hacia la víctima empuñando el arma, la hizo retroceder hasta el sofá y le obligó a practicarle sexo bajo la amenaza de que iría a por su hija.

A continuación, tras reprocharle el acusado su comportamiento y actitud, la tiró contra el sofá y con la intención de acabar con su vida la acuchilló primero en el pecho y después en varias partes del cuerpo. Ella interpuso los brazos para protegerse y logró coger el cuchillo y romper la hoja del mismo. Él le siguió golpeando con el trozo de hoja que quedó unido al mango. La mujer gritó para pedir ayuda a su hija y esta se despertó y acudió al salón. Al verla, el acusado cesó en su ataque a la madre y se dirigió a la niña, la agarró por detrás y la hirió en el codo y en el pecho.

Familiares y amigos colocando pancartas con la foto de Alicia Arístregi junto a una pancarta pidiendo justicia. Antonio Olza

La víctima aprovechó ese momento para abrir la puerta y decirle a su hija que huyera, hasta que pudo pedir ayuda en la calle. Después de atacar a su víctima en Vitoria, el acusado huyó hasta Burlada donde fue detenido después de tres días en una bajera que poseía su familia en el polígono Mugazuri. La mujer tardó 228 días en curar de las lesiones y las heridas en la zona del pecho le afectaron al pulmón y le pudieron causar la muerte. Tanto ella como la hija padecen lesiones psíquicas que requieren de tratamiento.

Gil Peláez se encontraba desde julio de 2020, tres meses antes de los hechos, clasificado como preso en tercer grado en régimen de semilibertad y convivía con otros reclusos en un piso de una ONG en el barrio vitoriano de Arkaiate. Había estado cumpliendo hasta entonces una larga condena en Zaballa tras asesinar con cinco cuchilladas a Alicia Arístregui en abril de 2002 en una parada de autobús de Villava. La mujer se había separado de él tiempo antes.