La recuperación económica empieza a mostrar algunos síntomas de debilidad. Tras dos años de pandemia, mejora el empleo y se ha recuperado ya la normalidad en la mayor parte de las actividades económicas. Pero algunos factores invitan a mirar con prudencia el medio y largo plazo. Los problemas de suministro de semiconductores y de algunas materias primas, así como la inflación, empiezan a lastrar las previsiones del próximo año, que puede no ser tan boyante como se esperaba.

Son los “nubarrones” de los que alertaba la presidenta María Chivite en el Parlamento en el reciente pleno de política general, y que cada vez parecen estar más cerca. Así lo apunta el último informe de la Unión Europea, que acaba de rebajar la previsión de crecimiento económico en España para 2022 hasta el 4,6% del PIB, casi dos puntos menos que la estimación recogida en los Presupuestos Generales del Estado (6,5%). La UE se suma así a la Airef (la autoridad fiscal independiente) y el Banco de España, que también han rebajado sus previsiones para el próximo año.

La medida es solo una corrección de las estimaciones, pero a la baja, y eso tiene implicaciones importantes en los presupuestos. Significa que varios organismos ponen en duda los cálculos económicos del Gobierno de Pedro Sánchez y, por lo tanto, también la posible recaudación fiscal. Si la economía no va como se espera y el Ministerio de Hacienda no ingresa lo previsto, es posible que el presupuesto de 2022, todavía en tramitación parlamentaria, no se pueda cumplir.

Un escenario al que se enfrenta también el Gobierno de Navarra, que de momento descarta revisar a la baja sus estimaciones macroeconómicas para el año que viene. “Estamos siempre atentos a la realidad que nos rodea y en su caso actuaremos. Pero en este momento trabajamos con el aval de la Airef”, justificó la consejera, Elma Saiz, en la presentación de los presupuestos.

La Hacienda Foral confía así en que no será necesario retocar sus previsiones. De entrada, son más prudentes que las del Gobierno central. Navarra prevé crecer un 5%, punto y medio menos de lo que ha previsto Moncloa. Pero también por la buena marcha de los principales indicadores macroeconómicos, tanto de empleo como de recaudación fiscal, y que han apuntalado la recaudación económica en el tercer trimestre del año.

Las incertidumbres son sin embargo cada vez más evidentes. El informe de la Airef, elaborado en agosto, queda ya lejano, y el último análisis de coyuntura económica del propio Gobierno foral advierte de que la actividad industrial ha comenzado a dar algunos síntomas de desaceleración, y que su recuperación “podría retrasarse algo más de lo esperado”. De hecho, la propia consejera Elma Saiz advertía recientemente que el actual escenario “presenta riesgos e incertidumbres”.

Por el momento en cualquier caso no hay medidas correctoras, a la espera de que, más allá de las turbulencias, la recuperación económica de los últimos meses se consolide también en 2022 respaldada por el ahorro acumulado de las familias, el crecimiento del empleo, los bajos tipos de interés y los estímulos fiscales.

Es el escenario por el que apuesta el Gobierno de Navarra, que ha enviado ya el proyecto de presupuestos al Parlamento. Un documento expansivo que incluye un aumento de la deuda y una rebaja fiscal con efectos para 2023, y que los partidos que apoyan al Gobierno prevén modificar con enmiendas por valor de 15 millones. Pero que Navarra Suma no se cree. “Los datos en los que se sustenta no son reales”, advirtió ayer Javier Esparza, que considera que el proyecto del Gobierno foral no se va a poder cumplir. Ayer confirmó que presentarán una enmienda a la totalidad.