SANGÜESA - La iglesia de Santiago de Sangüesa se llenó ayer para la despedida de los tres muertos en Cáseda con un emotivo funeral familiar, sencillo y cercano oficiado por el párroco José María Martinicorena, en el que imperó el dolor y la emoción. Los familiares y amigos de los fallecidos estuvieron arropados por numerosos vecinos de Cáseda, Liédena y Eslava, autoridades locales y representantes de organismos como la Federación de Asociaciones Gitanas de Navarra Gaz kaló.

Tras serles practicadas las autopsias en el Instituto Navarro de Medicina Legal, los cuerpos de Fermín Jiménez Echeverría, de 50 años, y sus hijos José, de 29, y Cristian, de 17, fueron trasladados al tanatorio Nuestra Señora de Rocamador de Sangüesa, donde se fueron congregando sus allegados que posteriormente se dirigieron a la iglesia para asistir a los funerales.

Allí esperaron la llegada de los cuerpos en tres furgones fúnebres, con numerosas coronas y flores, que fueron recibidos por el párroco entre muestras de dolor de los familiares, tras lo que fueron introducidos a hombros al templo. La emoción dominó la ceremonia, en la que el párroco destacó la “fortaleza y entereza” de la familia, y en la que muchos no pudieron reprimir el llanto, teniendo, incluso, que recibir asistencia médica en algún caso.

Hasta el lugar acudieron efectivos de Policía Foral y Policía Municipal, que organizaron un dispositivo de seguridad para prevenir cualquier incidencia y que pidieron respeto a la familia. La presencia en el lugar de medios gráficos generó malestar entre algunos de los asistentes y, una vez finalizada la ceremonia religiosa, que duró una media hora, los cuerpos fueron de nuevo introducidos a los furgones para ser conducidos al cementerio, seguidos a pie por sus allegados. - D.N.