Pamplona - Una reivindicación histórica de gran parte de la sociedad navarra hecha realidad gracias a un trabajo conjunto entre el Gobierno del cambio y la UPNA, que suman fuerzas para contribuir tanto a la ampliación de la oferta universitaria en un ámbito hasta ahora monopolizado por el campus privado como para el fortalecimiento del sistema público de Salud dentro de la estrategia de desarrollo de futuro de Navarra. Las dos instituciones directamente implicadas en el impulso del grado de Medicina pusieron ayer en valor, a través de sus principales representantes, el visto bueno de la ANECA a esta titulación. Si todo va según lo previsto, abrirá su prematrícula entre el 14 y el 21 de junio como el resto de carreras y se impartirá en septiembre ya que la Universidad ya cuenta con los espacios y el profesorado necesario para arrancar con el primer curso con 60 plazas. A nivel político, la carrera de Medicina forma parte de un consenso de los cuatro partidos del cambio al que, en los debates parlamentarios, se ha sumado el PSN mientras que UPN y PPN se han mostrado reacios cuando no abiertamente en contra.

La implantación de una carrera de Medicina en el campus público es un tema que se remonta al menos 30 años atrás en el tiempo cuando se puso en marcha la Universidad Pública de Navarra sobre la base de estudios universitarios que ya existían en la Comunidad Foral aunque dependientes sobre todo de Zaragoza. En aquel momento, con el gobierno socialista de Gabriel Urralburu, hubo un fuerte debate también sobre el modelo de universidad y si ésta debía complementar o competir con la Universidad de Navarra, con una trayectoria más larga y que había hecho de la rama sanitaria una de sus señas de identidad al tener también la Clínica Universitaria en su esquema y su Facultad de Medicina una referencia a nivel estatal. Aquel proceso terminó con un campus más basculado -en cuanto a novedades- hacia el ámbito técnico aunque sí que con el tiempo surgieron carreras como Derecho que también existían en el otro centro. Sin embargo, el tema de la Facultad de Medicina se convirtió en un tema recurrente sin posibilidades de salir adelante en los tiempos en los que el gobierno basculaba en torno a un pacto de fondo entre UPN y PSN, partido que sí que tiene el mérito de haber sido capaz de crear la UPNA en un contexto también complejo como el de los años 80 con fuerte oposición de la derecha. Han tenido que pasar varias décadas hasta que el actual gobierno del cambio, que termina ahora su legislatura, retomara el asunto con decisión y eficacia. En esto tanto Geroa Bai como EH Bildu, Podemos-Ahal Dugu e Izquierda-Ezkerra no han tenido ninguna duda más allá de apremios sobre plazos y prioridades. El Parlamento en este sentido se ha posicionado repetidamente en favor de acelerar el proceso respetando los papeles del Ejecutivo y UPNA -con su autonomía universitaria- en el reto compartido de proyectar un nuevo grado con esta carga simbólica y complejidad técnica. No hay que obviar además que más allá cómo se ha vivido el proceso en Navarra por su peculiar historia y contexto sociopolítico, el mundo académico estatal se encuentra en un momento en el que hay muchas voces que cuestionan la apertura de más facultades de Medicina por una saturación de la oferta y la dificultad luego de garantizar una formación práctica a los facultativos vía MIR, un auténtico cuello de botella que complica la entrada de nuevos especialistas en el sistema sanitario. En cualquier caso, el autogobierno foral y la autonomía de la UPNA han superado este ambiente receloso, la lucha contra reloj y los requerimientos técnicos y presupuestarios de un grado que será realidad poniendo este colofón universitario a 4 años de intensa gestión tanto en la Comunidad como en la UPNA, sumidos en sendos procesos electorales.