pamplona - El acusado del crimen de San Jorge, Moisés Fernández Chando, de 38 años, se sentará el lunes en el banquillo y previsiblemente dará su conformidad al acuerdo que han pactado su defensa, la Fiscalía y la acusación particular, por el que será condenado a 20 años de prisión por asesinato tras haber matado a golpes al padre de su pareja en agosto de 2018. El acuerdo evitará el juicio con jurado popular que estaba previsto que empezara el próximo martes en la Sección Primera de la Audiencia Provincial de Navarra. En el mismo se le contemplará la atenuante de trastorno mental al acusado, que también deberá indemnizar a la familia de la víctima con 500.000 euros, aunque resulta difícil que pueda hacerse cargo de ese pago al ser insolvente. Además, se le aplicará una medida de libertad vigilada y una orden de alejamiento respecto a la que fuera su pareja y sus familiares una vez salga de prisión.

El acusado, que cuenta con multitud de antecedentes penales, se encuentra en prisión provisional por haber matado a golpes a Juan Vázquez Cabral, el padre de su pareja sentimental, en un domicilio del barrio de San Jorge de Pamplona. En la conformidad se le condena por un delito de asesinato, con alevosía (el hombre no tuvo posibilidad de defenderse, según el escrito) y ensañamiento (recibió múltiples golpes), con la circunstancia agravante de parentesco (padre de su novia).

Los hechos ocurrieron el 5 de agosto al mediodía cuando el acusado, según relata el fiscal, acudió a su domicilio en la calle Santa Vicenta María 38, lugar donde estaba durmiendo su novia. Allí discutió con su novia en persona y luego por teléfono y la amenazó de muerte diciéndole “estate preparada, que como me hagas ir te reviento la cabeza...”, “como me dejes por tu padre, lo mato”, motivando que ella se fuese del piso a casa de un familiar. Por esto tiene abierta una causa en el Juzgado de Violencia. Luego, sobre las 13.00 horas, el encausado acudió al domicilio del padre, en el mismo edificio, y comenzó a discutir con él. En un momento dado, en la habitación, atacó de forma súbita, rápida y sorpresiva, y con ánimo de darle muerte al padre de su novia. Le empujó, le tiró sobre la cama, se abalanzó sobre él, le arrojó al suelo, y comenzó a golpearle “brutal y reiteradamente con puñetazos y patadas” en la cara, cabeza, tórax y espalda. Le agredió en múltiples ocasiones en la cabeza con el pie, con la punta y con el talón, le golpeó con un martillo de romper cristales en la cara y cabeza y continuó por el pasillo hasta el salón. Le pegó siempre de frente mientras la víctima se mantuvo en el suelo en todo momento, intentando huir y desplazándose gateando o reptando. El fallecido no tuvo posibilidad de defensa.

una muerte a golpes La víctima, que arrojó un resultado positivo en alcohol, recibió tal cantidad de golpes que falleció sobre las 14.00 horas como consecuencia de una hemorragia cerebral. Los golpes le causaron múltiples fracturas a nivel óseo y facial: tenía roto el macizo facial, ambos huesos nasales, el maxilar, el hueso cigomático (pómulo exterior), presentaba fractura desde la región frontal hasta la occipital y múltiples roturas en el hueso frontal, etmoides y esfenoides. La fiscal dice que la víctima falleció por la totalidad de los golpes recibidos, no siendo ninguno de ellos determinante de su muerte. El fallecido padeció un intenso dolor y sufrimiento antes de morir que fue directamente causado por el acusado y su muerte no fue instantánea. Por último, el acusado arrastró el cadáver fuera del piso, lo introdujo en el ascensor, lo bajó hasta el sótano y ya en el garaje lo arrastró y lo dejó en el suelo junto a un vehículo. A continuación, subió de nuevo al primer piso y limpió las manchas de sangre, las del ascensor, las del descansillo del inmueble y las del garaje.