pamplona - El arranque de un nuevo año hidrológico, iniciado el pasado 1 de octubre, se hizo desde “un mal punto de partida”, según califica la Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE), que este mes ha cerrado la época de regadío con una nota “aceptable” para el estado “preocupante” en el que se encuentran los embalses de la cuenca.

El otoño, estación en la que se espera que se recuperen las reservas tras un verano muy caluroso, no se ha iniciado con predicciones muy claras, por lo que no se puede prever si la situación de los embalses navarros mejorará notablemente en esta estación. Las reservas hidrológicas forales, por debajo del 30% de su capacidad, han cumplido la situación más crítica del año “sin problemas de abastecimiento” y contribuyendo a completar el caudal ecológico de los ríos -el necesario para preservar los valores ecológicos de los mismos-, pero entrarían en problemas “si se sigue con la misma tendencia” en cuanto a la falta de precipitaciones se refiere.

Este otoño sí que se espera que sea 0,6 grados centígrados más caluroso que la media, según la Agencia Estatal de Meteorología, pero con una cantidad de precipitaciones similar a la de los últimos años. Octubre, noviembre y diciembre son los meses que más agua aportan junto a abril, por lo que su contribución a los embalses es la más importante de cara a mejorar unas reservas “muy mermadas”.

la importancia de la nieve En estos tres meses hasta la llegada del invierno la nieve que caiga será vital para el llenado de los embalses, especialmente durante los próximos noviembre y diciembre.

La nieve es, según indican desde la CHE, “como un embalse más”, por lo que si cae durante esos dos meses sin que después llueva se asegura que las reservas se prolonguen más en el tiempo. De hecho, “el deshielo temprano y las pocas reservas nivales el invierno pasado” fueron el inicio de un problema que estos días se refleja en preocupantes datos de capacidad de embalses. - J.V.C.