ue "solo", o fue "ya" (elijan el adverbio según su nivel de fatiga pandémica), hace un año aun cuando pudiera parecer una década. Era el sábado 29 de febrero de 2020, casi como una premonición en bisiesto. Fue entonces cuando el departamento de Salud del Gobierno de Navarra comunicaba de sobremesa que en la UCI B del Complejo Hospitalario se encontraba ingresada la primera paciente que había dado positivo para covid-19 en la Comunidad Foral. La mujer, de 39 años, vecina de la Txantrea y que había regresado esa misma semana de un viaje de Bélgica, había acudido la víspera a Urgencias al presentar una sintomatología respiratoria signifivativa. La nota de Osasunbidea proseguía así: "Ante la seriedad de unos síntomas sugestivos de neumonía viral, el Hospital aplicó los protocolos previstos para sospecha de coronavirus. Fue aislada primero en Urgencias y luego en la UCI". A la comparecencia de prensa de aquel día en el CHN acudió la cúpula de Salud del Gobierno de Navarra. Estaban la consejera Santos Induráin, el director general Carlos Artundo, el director del CHN Alfredo Martínez y la directora-gerente del Instituto de Salud Publica Marian Nuin. Posaron todos en la misma mesa. No había mascarillas ni distancias de seguridad.

Eran otros tiempos, una normalidad cuya vuelta aún se antoja lejana. Eran aquellos tiempos sin protección, ni especiales medidas de prevención, una época de avance en el terreno para un virus silencioso, hipercontagioso, traicionero y mortal. Semanas en las que pudo colarse por las rendijas, poner contra las cuerdas al sistema sanitario y convertirse en el mayor desafío conocido para la salud pública. El virus que ha cambiado la vida. El siguiente positivo fue el marido de la vecina de la Txantrea. Luego vino Maialen, profesora en el colegio Santa Luisa de Marillac de Barañáin y cuyo testimonio pueden encontrar avanzando en el despliegue que este periódico ha realizado para dicho aniversario. Más tarde, fueron cayendo los casos en torrente.

Algunos lo padecieron sin apenas darse cuenta. Pacientes que perdían el olfato y el gusto sin explicación. Que experimentaban una fiebre alta en apenas horas. Que arrastraban unos dolores de cabeza insoportables. Otros, sin síntoma alguno, arrastraban carga viral y suponían un buen problema. Así fueron enfermando desde entonces hasta las 51.100 contagios que el coronavirus ha causado en Navarra según las estadísticas oficiales. Las estimaciones de infecciones que realiza el Instituto de Salud Pública han ido corrigiéndose con el paso de los meses y sitúan el número de infecciones en casi 110.000 casos (como se observa en el gráfico inferior). El virus ha afectado ya a uno de cada seis navarros. No en vano en aquella primera ola del tsunami, desde marzo al 11 de mayo, resultaron contagiadas entre 60.000 y 70.000 personas en Navarra. Por aquellas fechas los muertos por haber contraído la covid sumaron una cifra por encima de 700, el 60% de ellos en residencias. Entonces, hacerse una PCR resultaba una entelequia. Ahora es como una analítica de sangre.

La memoria debería marcar el camino que se abra de aquí a futuro, sin más grietas que provoquen los errores propios o las políticas de la ignorancia negacionista. Conviene no olvidar que el reto sigue presente y que la ciencia y la investigación ha tratado de aunar conocimiento para arrojar luz en semejante agujero negro. Pinta un amanecer con vacunas y así ojalá un año tan largo termine pronto.