Su deseo es poner cuanto antes punto final a este episodio que, sin duda, "me ha cambiado la vida de arriba a abajo". Fue condenada por acceder entre 2006 y 2011 a los historiales médicos del que había sido su pareja y de algunas de las personas de su entorno.

Por ello, aunque su intención en realidad con aquellos accesos en la intranet sanitaria trataba en muchas ocasiones de agilizar alguna atención a quienes formaban parte de su entorno o comunicar resultados sanitarios para que el interesado los supiera de primera mano, le impusieron en la Audiencia navarra 45 meses de prisión. La condena fue confirmada por el Supremo.

Pero en la propia sentencia se decía que dadas las circunstancias del caso se entendía que la acusada era merecedora de un indulto parcial. Y el indulto del Ministerio de Justicia llegó esta misma semana. Casi una década después de que la denunciaran.

Ahora, esta enfermera, que ejercía en un centro de salud del Servicio Navarro de Salud-Osasunbidea y que tiene ahora un negocio autónomo, se siente de alguna forma "liberada y feliz", pero lo que ha sufrido solo lo sabe ella y los suyos.

"El indulto es un alivio porque no voy a entrar en la cárcel, pero ahí sigue habiendo una condena que considero muy injusta. A mí me condenan por tratar de ayudar, como hacemos la mayoría de sanitarios con familia y gente cercana y eso casi me lleva 4 años a prisión. Eso no puede entrar en la cabeza de nadie".

La enfermera vive desde este pasado jueves -aun sin haber recibido una notificación personal del indulto- en un vaivén de emociones. Pero la historia le trae demasiadas pesadillas y sinsabores a la cabeza y, por ello, si accede a hablar en esta información, es precisamente con la condición de ser breve y concisa. Se emociona de pensar "en toda la gente que ha estado a mi lado, aquí y en la distancia, de forma incondicional, reforzándome cada día para no caer".

UN CAMBIO EN TODOS LOS SENTIDOS

Sobre el procedimiento judicial, recuerda que la sentencia que le impusieron, de 3 años y 9 meses de prisión por descubrimiento de secretos, "me hizo cambiar en muchos sentidos. Pasé de ayudar a toda la gente que me ha necesitado (por la profesión que ejercía) a no hacerlo por miedo. Me he vuelto desconfiada y cerrada. He estado atada de pies y manos por tener esa losa de condena encima. Una sentencia ejemplarizante, sin duda, que me ha truncado la vida, sin merecerlo".

No le encuentra sentido a la resolución que le dictaron, pero espera que el indulto que le acaba de conceder el Ministerio de Justicia sirva para "volver a ser yo, volver a la vida y disfrutarla". Con la lección aprendida de que a veces las manos amigas son traicionares, y como dice, con ganas de voltear el pasado, esta enfermera espera poder pronto disponer la notificación de un indulto que anhelaba y abrir con una sonrisa la puerta a otra vida.