Fecha: Sábado, 20 de noviembre. Lugar: Pabellón Anaitasuna, Iruñea. Intérpretes: Karelia Symphonic Orchestra, dirigida por César Álvarez, más una rock band respaldada por Jon Stevens, Mick Wilson, Tony Harnell, y Sheila Wheat, a las voces, y por Eva, Selva, Sonia y Andoni, a los coros. Incidencias: Cerca de ¼ de aforo; público de edad madura que se mostró participativo. 2 hora y 10 minutos de duración, con descanso de 20 minutos incluido.

GRACIAS a Internet y a las nuevas tecnologías, el interés del respetable (tanto del público potencial como del real) por las bandas legendarias del pasado, inactivas por lo que sea, no sólo permanece, sino que aumenta día a día, consiguiéndose que las mismas, incluso tras años de desaparición, sigan siendo puro presente. Manteniéndose vivas. Y más aún si los legados que dejaron fueron de indudable calidad; sólo así cabe explicarse el hecho de que a todos los niveles, tanto a escala nacional como internacional, muchas de ellas, un buen día, sucumban a la picadura del gusanillo y no puedan resistirse a volver a los escenarios para reverdecer laureles o retomar sus carreras, dándose en otros casos además, en los de aquellas que, por imperativo vital, la reunión es imposible (como en el de quienes conformaron Queen entre 1970 y 1991 -por ejemplo-), la vuelta a los escenarios? de sus canciones, interpretadas por otros músicos: a la vista de la incesante demanda, brindadas por grupos-tributo o de versiones, tan en boga en los tiempos actuales; o bien, como en el caso que nos ocupa, rizando el rizo todavía más, por una orquesta sinfónica respaldada por una rock band comandada por 4 cantantes y respaldada por idéntico número de coristas, todos ellos de excepcional calidad. Así las cosas, en el nombre de Queen, he aquí qué fue el presente show, puro tributo a los comandados en sus noches de vino y rosas por Freddy Mercury, no más.

Pura actualidad todavía a día de hoy -toda vez que, llegado el momento, las personas son las que fallecen, no su obra-, Queen, banda inmortal donde las haya, continúa gozando de buena salud; levantando pasiones, damos fe (pese a que la asistencia registrada dicho sábado no lo corroborara del todo) y su legado, en determinados momentos? al público de sus asientos: cosa de unas canciones como las que sonaron, no ya imperecederas o por las que no pase el tiempo, sino con vida propia.

Con los músicos dispuestos a distintas alturas sobre el escenario, la velada arrancó con Innuendo, prosiguiendo con Under Preasure, Somebody To Love (primer tema en ser seguido con palmas por los presentes, un público que vibró con todos los temas) y Show Must Go On, ofrecidos por un cantante diferente cada uno poniendo de manifiesto lo siguiente: el hecho de que para suplir la ausencia del insustituible Mercury se requiera la presencia de ¡4! personas, el perfecto maridaje logrado por los componentes sinfónico y rockero del hecho musical? y la constatación de que, como la materia prima es buena, todo tipo de adaptaciones le van como anillo al dedo; unas adaptaciones de las que, con permiso con los ropajes que lucieron, diremos que guardaron bastante fidelidad a los temas originales. Posteriormente, el show continuó con One Vision y We Will Rock You -entre otras-, con Stevens cantando ésta última entre las sillas de la cancha, antes de concluir la primera parte con A Kind Of Magic; para la segunda, con los cantantes entremezclándose en algunos casos -como principal novedad-, quedaron pesos pesados como Friends Will Be Friends, Radio Gagá, Bohemian Rhapsody (la joya de la corona de la Reina ahora y siempre, con momentos de lucimiento para el coro, los 4 cantantes y para el guitarra solista, qué grande a lo largo de toda la velada), o We Are The Champions, megahits que, como siempre, terminaron de encandilar a la audiencia; como ayer, hoy y como mañana -seguramente-; así pues, pese la discreta respuesta de la ciudad, (entendible por diferentes factores), valorando el espectáculo desde el prisma netamente artístico, muy bien.