Eugi. ¿Cómo se encontró un joven francés a finales de los años 70 con un instrumento como el bandoneón?

En Francia, el bandoneón era un instrumento que los acordeonistas también tocaban en los bailes. De niño, yo lo vi sobre todo en el campo, en la ciudad era distinto. De esta forma, se convirtió en un instrumento que conocía pero al que no presté mucha atención hasta que un día encontré uno en una tienda, lo compré y comencé a tocarlo. Coincidió que a finales de los 70, en París, vivían muchos argentinos que habían huido de la dictadura, me junté con ellos, montamos varios grupos y así empecé a tocarlo profesionalmente.

Pero, antes de esa 'profesionalización', también tocó durante un tiempo en el metro.

Sí, toqué durante un tiempo en el metro junto a muy buenos músicos argentinos que por razones económicas, al ser refugiados y no haber mucho público para el tango, tenían que tocar ahí. Aquella época era el periodo muerto del tango, era la época del rock.

¿Qué fue lo que le atrajo del bandoneón, al margen de su curiosa estética, para adoptarlo como su instrumento de cabecera?

Fue una casualidad. Cuando yo empecé a tocarlo había muy pocos bandoneonistas y rápidamente pasé al nivel profesional, incluso sin dominar todas sus posibilidades técnicas.

Precisamente, para terminar de dominar la técnica, viajó a Argentina, ¿cómo recibieron allí a un músico extranjero que venía a tocar 'su' instrumento?

Yo no fui a Argentina hasta que terminó la dictadura, es decir, con el Gobierno de Alfonsín. Fui muy bien recibido y, a la vez, fue una experiencia muy interesante. Para ellos yo era un marciano porque, en aquella época, no había jóvenes que tocaran el bandoneón, era un instrumento de viejos; ahora eso ha cambiado. Cuando yo aparecí allá, se llamaban los unos a los otros: 'Vení a ver, que hay un muchacho francés que tiene 30 años y toca el bandoneón' (risas).

Una vez dominado el bandoneón, un instrumento esencialmente marcado por el tango, ¿qué le llevó a dar un paso más allá y lanzarse al jazz, o la fusión del tango con el jazz?

Yo no soy argentino y, por lo tanto, no tenía tradición de tango. Así que, cuando empecé a tocar el bandoneón, para mí simplemente era un instrumento de música... Posteriormente, hice muchísimo tango, y me encanta; pero yo tocaba lo que se me ocurría. Por lo tanto, para mí fue algo natural hacer jazz con el bandoneón. Hay que tener en cuenta que mi formación ha sido totalmente autodidacta, ya que apenas había profesores en aquel tiempo.

Cuenta en su haber con un disco dedicado exclusivamente a la obra de Thelonius Monk, ¿qué le atrajo de este pianista, emblema del 'bebop', para fusionar su música con el bandoneón?

Esto surgió a raíz de que una amigo italiano me pidiera preparar dos piezas de Monk para un concierto. Me compré un libro para piano con su obras, lo empecé a tocar con el bandoneón y me encontré con que la música de Monk tiene un lado oscuro, un poco misterioso, que anda muy bien con el bandoneón... Y por eso decidí hacer un disco.

Vivió la época muerta del tango, ¿cree que ahora estamos en el polo opuesto, en el 'boom'?

Yo diría que el boom está más en el baile que en la música. Hace 15 años había más interés por la música instrumental de bandoneón; ahora el interés se centra en acompañar a bailarines. En todas las ciudades del mundo hay gente y grupos que bailan tango, de tal manera que un tanguero, vaya donde vaya, siempre encontrará una milonga en la que participar.

¿Por qué el tango es una música tan bien aceptada en Europa?

El tango es una música que nació en Argentina pero hecha por músicos europeos. El tango nació a finales del siglo XIX de los músicos europeos que se encontraron allá y que mezclaron sus propias músicas. Por lo tanto, al volver el tango a Europa, no resulta una música extranjera porque tiene mucho de nosotros.

¿Cómo se ha encontrado un bandoneonista inmerso en un festival marcado por la música clásica?

El tango tiene una características particulares que hace que los músicos clásicos lo toquen muy bien; no es como el jazz, que si no lo estudias no lo puedes tocar bien. De hecho, en Argentina, los violinistas de tango son los mismos que tocan en las orquestas. Podemos decir que es una música popular y, a la vez, avanzada. Yo estoy anclado en la tradición pero, como el tango es una mezcla, no tiene problema en continuar mezclándose. Además, yo creo que una música que no se mezcla, se muere.

Para acabar, ¿qué le aporta el bandoneón al tango?

Creo que le aporta la identidad. Y también la razón por la que los argentinos agarraron un instrumento alemán, que ya no se tocaba en Alemania, y lo hicieron suyo.