PAMPLONA. "Todo paisaje existe únicamente por la mirada que lo descubre". Esta reflexión de Marc Augé resume la esencia de Donner à voir (Dar a ver), una exposición que invita al espectador a ser descubridor de nuevas maneras de mirar y de construir el medio natural, que es aquí espacio de acción.
Los artistas aragoneses Javier Almalé y Jesús Bondía -vinculados a Pamplona a través de la Colección de Arte Contemporáneo del Ayuntamiento, que posee una obra suya adquirida en 2010 en la XII Bienal de Artes Plásticas Ciudad de Pamplona-, exponen por primera vez de forma individual en la capital navarra. La Sala de Armas de la Ciudadela acoge hasta el próximo 18 de noviembre su propuesta, que acerca al público más de una veintena de fotografías de gran formato y un vídeo resumen del trabajo conjunto de estos autores en el que el paisaje es elemento principal y vertebrador.
Un paisaje al que recurren como metáfora para abordar "un ensayo sobre la mirada". Sobre los mecanismos de percepción que construyen ese medio natural que aquí contemplamos desde una posición paradójica. Sin saber si lo que vemos es realidad o representación. O hasta qué punto ambas cosas. Y en esa distancia que marca la duda, una distancia tan corta pero a la vez tan ampliamente bien transitada por los artistas de esta muestra, reside la riqueza de Donner à voir. A través de las artes plásticas -vienen de la pintura y eso se nota en su trabajo-, Almalé y Bondía formulan una obra que conceptual y materialmente se dirige a la tarea de "reinventar una dramaturgia del paisaje", atendiendo el empeño de Paul Virilio, donde lo real se hace presente cuando aparece enredado en el imaginario. La exposición se articula en tres partes: la serie In situ, en la que se crean nuevos paisajes mediante objetos (marcos, espejos, fotografías de obras de arte de diferentes creadores contemporáneos) y estructuras metálicas ancladas a los bosques; la serie Mirar al que mira, retratos de espectadores de arte envueltos de naturaleza; y Falso reconocimiento, que surge del trabajo de los autores en puntos limpios, donde recogen materiales abandonados allí por el ser humano -fundamentalmente maderas- y los recuperan para volver a crear sobre ellos "falsos paisajes" que se funden con los paisajes reales. "Los bosques son nuestro estudio de trabajo, nuestra guarida", explicaba ayer Jesús Bondía durante la presentación de la muestra. "La naturaleza es un espacio fantástico que nos da una gran cantidad de oportunidades creativas, es donde nos movemos de una manera más flexible", explica el artista, a la vez que reconoce que hasta que no llegan al sitio donde van a crear la obra, no saben cómo se va a desarrollar el trabajo en cuestión. "Son bosques cerrados, tienes que acceder abriéndote paso; lugares donde no ha habido intervención humana. Nos metemos donde se meten las alimañas...", cuenta sonriente Bondía, que reconoce lo "divertido" del proceso. Un proceso que nunca se cierra, que se transforma y cobra sentido con cada mirada que se posa en él. Como dijo Henri Cueco, "el paisaje no existe, hay que inventarlo". Y aquí, espectadores activos, todos estamos llamados a experimentarlo.