Bilbao

AnTONI Tàpies (Barcelona, 1923-2012) creó sus primeras esculturas con ideas que no podía plasmar en sus lienzos y, sin embargo, se fueron convirtiendo en uno de los aspectos fundamentales a lo largo de sus cinco décadas de su trayectoria artística. El Museo Guggenheim Bilbao presentó ayer la exposición Antoni Tàpies. Del objeto a la escultura (1964-2009), la primera revisión completa y en profundidad de la producción escultórica de este artista catalán, creador único, genial e imprescindible, que fue capaz de convertir lo cotidiano en excepcional.

Patrocinada por Iberdrola, la antológica reúne un total de 85 obras, desde sus primeros objetos y assemblages de mediados de los años sesenta y setenta, hasta las tierras chamoteadas y bronces más recientes. "La exposición, que reivindica una de las facetas menos conocidas, pero, al mismo tiempo, más relevantes del genial catalán, se presenta coincidiendo con un año muy especial para el artista, como un homenaje del museo bilbaíno al celebrarse el 90 aniversario del nacimiento y el primer aniversario de su muerte", indicó Juan Ignacio Vidarte, director general del Guggenheim Bilbao.

Comisariada por Álvaro Rodríguez Fominaya, la antológica realiza un recorrido prácticamente cronológico de la obra tridimensional de Tàpies desde 1964 hasta 2009 , incluyendo obras cedidas por diferentes museos de Estados Unidos y de Europa, coleccionistas privados y familiares del creador catalán, que han prestado algunas de sus piezas más personales. Obras a las que Tàpies no quiso renunciar y permanecieron con él hasta su muerte, como Silla y ropa (1970) y Armario (1973).

universo tàpies Nada más entrar en las salas de la segunda planta del edificio de Gehry el visitante se introduce en un pedazo del universo Tàpies. El artista catalán creó un estilo propio dentro del arte de vanguardia del siglo XX, en el que sus obras tienen una dimensión transcendente y universal, beben de fuentes místicas y científicas, de la tradición oriental y occidental. "La materia se transforma para reflejar una realidad más profunda. De los lugares más insospechados, de las cosas pequeñas y humildes, Tàpies rescata la belleza más profunda", explica Vidarte.

La muestra arranca con sus creaciones de los años sesenta y setenta, "un período de gran actividad para el artista, que comenzó a realizar sus primeros trabajos sobre objetos cotidianos como muebles, papel, ropa, serrín o madera, sillas y alambres. Sin embargo, no será hasta dos décadas después cuando comenzarían a llamarles esculturas", destaca Álvaro Rodríguez Fominaya.

A principios de los años ochenta se produjo un cambio en su proceso creativo ya que se adentró en el territorio de la cerámica, influenciado por los trabajos de Eduardo Chillida. Tàpies se centró en la tierra chamoteada, una combinación de arcilla con fragmentos de cerámica cocida y molida. Esta mezcla le permitía realizar esculturas de gran tamaño resistentes a cambios climatológicos como Zapatilla (1986), de más de dos metros de largo, que domina una de las salas del museo. Es en esta época cuando el artista catalán comenzó a trasladar a sus esculturas parte de la simbología que ya venía utilizando en la pintura como las T y las cruces. La muestra continúa con sus incursiones en el bronce con obras como La butaca (1987) y Colchón (1987). Junto a ellas, destaca La bañera, un objeto para un espacio privado que trasladado a un museo adquiere una nueva dimensión ante la mirada del espectador. En otras salas, se despliegan sus espectaculares tapias, muros, y puertas, cargados de simbología. Piezas como Tríptico o Composición (1991), hechas en hormigón refractario, que reflejan la aproximación del artista a una abstracción de carácter constructivo.

La antológica continúa con piezas creadas a raíz de la participación del artista en la Bienal de Venecia, donde presentó la instalación Rinzen, con la que ganó el León de Oro. Un momento clave en su producción con creaciones en las que vuelve a la idea del objeto encontrado, del assemblage y reflejan el retorno, la ida y vuelta que hay en su producción.

La exposición se clausura con una serie de esculturas que van de 1995 a 2009 y que cierra con la pieza Trillo que el artista firmó en 2009, la última escultura que hizo en vida. La antológica se puede ver en el Guggenheim Bilbao hasta el 19 de enero.