medusa la guardiana

Intérpretes: Ballet Flamenco Sara Baras. Con Sara Baras, José Serrano, Juan Carlos Vellido, David Martín y Carmen Camacho, al frente del reparto. Dirección musical: Keko Baldomero. Programación: Festival Flamenco on Fire de Pamplona. Lugar: sala principal del Baluarte. Fecha: 26 de agosto de 2014. Público: se agotaron las entradas (35-40-50 euros).

La diosa Sara Baras sigue reinando en el olimpo del zapateado flamenco. Las horizontales sobre el escenario de ese taconeo milimétrico, precisa y preciosamente regulado en su intensidad, hasta desembocar en el terremoto, o en el paso cotidiano, es su gran baza. Pero no hay que olvidar el silencio de sus brazos, el ordenamiento del aire y del espacio que hace con ellos. Ni el revoleo de sus giros, únicos y repetidos hasta provocar un tornado recogido de belleza y cuerpo entero. Esa vitalidad surgida de los pies, se transmite al joven cuerpo de baile, que, muy disciplinadamente, cuadra unas actuaciones de gozosa simetría, potencia de conjunto y belleza frontal, aunque, a mi juicio, no se acertó con el vestuario de los hombres, sobre todo en la primera parte; un tanto enredada la blusa-falda con el pantalón negro. Siempre quitando vuelo y juncalidad a la figura. Los vestidos vaporosos de ellas, si que dieron juego. Esa juventud gloriosa, que se lució, por ejemplo, en el zapateado de la batalla, queda, sin embargo un poco encorsetada en el conjunto, sin dejar paso a la cierta individualidad que siempre debe haber en el flamenco. Pero, todo lo referido al baile de Sara y su ballet fue francamente hermoso. Respecto al extraordinario bailaor José Serrano, solo vimos la mitad de su arte -exagerando un poco- porque se le amputaron las manos, al estar ocupadas, toda la velada, por el escudo y la espada. Notable esfuerzo el del bailarín de evolucionar flamencamente con tales herramientas; pero no hace falta ser tan explícito; sus brazos nos hubieran mostrado más incisividad y defensa. Su zapateado, por otra parte, a excelsa altura en virtuosismo e intensidad. Algo parecido ocurrió con el cuerpo de baile y la batalla: su espléndida fuerza en los pies valía mil veces la inútil exhibición de armas.

Llegados a este punto, hay que preguntarse si este espectáculo se plantea como fundamentalmente flamenco. Probablemente se quiera ir más allá, y aglutinar -dada la gran capacidad del flamenco para adaptarse a todo-, en las varias tendencias que rigen el espectáculo de hoy día. Porque Medusa alimenta su banda sonora más del musical -con esa música subliminal grabada- que del flamenco -no distinguí ni siquiera citas de los principales palos-. Tiene también detalles de la pantomima del ballet clásico, y algunos pasos del contemporáneo -por ejemplo cuando Sara se aparte el brazo con su mano-. Y, sobre todo, esta concebido para contar una historia en la que la palabra -(a mi juicio excesiva)-, las estáticas estampas neoclásicas, y algunos tramos de la coreografía, restan protagonismo a la danza. Cuando ésta aparece, es la apoteosis. Y la elegantísima señora Baras arrasa con toda esa iconografía seguramente pensada para el estreno en Mérida. El cosquilleo de sus tacones, los contrapuntos que desbaratan y ordenan el ritmo, el drama y luz de su semblante, la caricia de sus manos, su órbita? Eso no se paga con nada.