tudela - “Nunca sabes qué pasado te espera”. Ésta es una máxima que el realizador iraní Asghar Farhadi repetía a sus actores durante el rodaje de Todos lo saben, un drama que ocurre en un pueblo madrileño, pero que tiene un marcado carácter lorquiano espolvoreado con la emoción de las culturas de Oriente Medio. Semejante cóctel de emociones no dejan indiferente al espectador ni a los actores que trabajaron en este largometraje que ayer sirvió de clausura a la 25ª edición de la Muestra de Cine Español de Tudela.

El veterano actor vasco Ramón Barea, acompañado de la actriz Sara Sálamo, explicó ayer cómo había sido su experiencia con un realizador que apenas hablaba inglés, que no entendía castellano y que en cualquier escena estaba acompañado del traductor. “El traductor delimitaba mucho los matices y en absoluto enfriaba la relación con el director el hecho que no hablara castellano. Porque él estaba muy cerca de la escena. Buscaba siempre la cercanía y los detalles”. Barea explicó cómo fue su proceso de selección. “Acaba de ver su anterior película El viajante que me había cautivado y de repente me llamaron para su nueva película que iba a rodar en España. Me sentó en una mesa y estaba él con el interprete y fue una entrevista un poco rara porque no sabía si me tenía que dirigir a él o al intérprete”.

Tras la entrevista se trasladaron a Torrelaguna, el pueblo del Norte de Madrid donde estuvieron rodando durante unas 12 semanas. “El reparto era magnífico (Penélope Cruz, Bardem, Ricardo Darín, Eduard Fernández, Inma Cuesta, Elvira Mínguez, Bárbara Lennie) y el proceso de ensayos era curioso porque él trabajaba muy cerca de los actores. Los primeros contactos eran sin guion. Nos juntó a los 12 o 14 actores que formamos la familia y cada uno hablaba de cómo veía su personaje y el de los demás, sin hablar del guion, y eso consiguió que acabaras con la sensación de conocer los otros personajes y que habían desvelado cosas que antes desconocías”. El carácter iraní del realizador marcó la factura de la película ya que, como indicó Barea, “le gusta que en sus películas aparezcan varias generaciones y la forma de actuar y reaccionar de la familia en algunos aspectos me parece que tiene más carácter oriental que española”.

Barea tiene la característica de que ha participado en numerosas óperas primeras y cortometrajes de realizadores cuando debutaban en el cine como Bollaín, De la Iglesia, Berger, Urbizu o Médem entre otros, “no es que me ofrezcan, es que me llaman porque siempre conoces a uno u otro. He tenido mucha suerte y me enorgullece que he trabajado con muchos en su debut”. Siempre sin representante, el actor vasco explicó que sigue trabajando porque “una película me lleva a la otra. Pensaba que el cine era lo que hacían otros actores por eso no tuve representante y cuando ya llevaba 11 o 12 pensé seguir así”. Tan bien le ha ido que tiene dos películas esperando ser estrenadas (Abuel@s, otra ópera prima, y La pequeña Suiza) además de una obra de teatro sobre la Chile de 1973, El cóndor y el puma. Uno de los cortometrajes en los que trabajó estuvo nominado a los Oscar pero no viajó porque “tengo pánico al avión”. El hecho de no tener representante, señaló, “ha hecho que me hayan timado en algunas películas pagándome menos que al resto, soy consciente de ello”, pero como contrapartida, apuntó con orgullo que “nunca he hecho algo que no quisiera hacer”.

Para la actriz Sara Sálamo fue toda una experiencia y “un aprendizaje” caer en esta película con el reparto que presenta y de hecho “cuando al principio de trabajar hablaba con mis amigos les juraba que si me ofrecían un trabajo con cualquiera de esos actores no podría trabajar. Así que decidí ser una esponja y aprender”. Sálamo contó cómo de forma intencionada o no “se corrió el bulo por el rodaje de que había varios guiones con finales distintos y era difícil concentrarse”.