l fin de semana del 14 y el 15 de marzo fue el punto de inicio de un período cuyo fin aún se antoja lejano y que llevó a miles de centros educativos de todos los niveles educativos del Estado a cerrar sus aulas.

La educación artística asumió su responsabilidad social y desde el primer momento puso la salud por delante de todo, a pesar del tremendo trastorno organizativo y económico que se les venía encima.

El sector de la danza en Navarra es ejemplo de ello, y aun no se sabe si las medidas restrictivas podrían afectar a la celebración del Día Internacional, que cada 29 de abril pinta una preciosa estampa en el centro de Pamplona, con cerca de 400 bailarinas y bailarines demostrando lo aprendido con la calle como escenario. Sin embargo, tras los primeros días de desconcierto, los responsables de impartir esta disciplina en sus distintos géneros en esta tierra se pusieron las pilas y hoy es el día en que ofrecen contenidos on line para que las/os estudiantes regresen a las aulas en buen estado de forma. Y puedan seguir soñando con usar la herramienta del movimiento para expresar emociones, contar historias o desplegar belleza.

Para Diana Casas, la situación ha sido especialmente difícil. Dirige su centro de Pamplona desde hace 13 años, y durante todo ese tiempo ha compartido espacio con otros profesionales del sector. “Este año me aventuré en el gran proyecto de abrir mi propio local y han sido seis meses de duro trabajo para crear la nueva sede de Diana Casas Escuela de Danza”. Una escuela “preparada con todas las necesidades técnicas para poder dedicarse a la danza de modo amateur o profesional”. Pero el día del cambio de un espacio a otro -el nuevo está en la calle Aralar, 44- era el lunes 16 de marzo. “Imagínate, justo el día en que pensaba abrir mi nuevo centro tuve que cerrarlo”, lamenta, aunque tiene claro que ahora “lo más importante es la salud de todos, nuestros alumnos, familias y personal”. Y agradece las “muchísimas muestras de apoyo de las familias” que están recibiendo. “Sé que cuando volvamos vamos a seguir trabajando como hasta ahora, luchando para ofrecer la mejor formación a nuestros alumnos, y más reforzados si cabe”, destaca.

En cuanto a la actividad que ofrece desde su casa, desde el primer momento creó “un programa de entrenamiento para los alumnos donde tienen diferentes programaciones y tareas a seguir tanto desde el punto de vista físico como artístico”. En ese sentido, no son ejercicios al azar, sino actividades que les permitan continuar con su preparación y “mantenerse activos y positivos”. En concreto, ha creado un reto que se llama Activando, motivando, movilizando, con el que invita a su alumnado a seguir las programaciones y a enviarle vídeos. “En una semana he recibido 40, lo que demuestra que la disciplina y la unión que tanto trabajamos en las clases están ahí”, dice, satisfecha, la profesora, que también recomienda a sus discípulos que vean otros contenidos como las clases en streaming que está impartiendo Tamara Rojo desde el English National Ballet. “Tenemos alumnos que han sido seleccionados para realizar cursos de verano en centros de prestigio como la Escuela de la Ópera de París o la Alvin Ailey School y no pueden bajar la guardia”.

Al público en general, Diana Casas le recomendaría que sienta su cuerpo, “que lo movilice, que lo escuche para no lastimarse, que no se propongan hacer grandes acrobacias ni seguir clases o vídeos on line complicados”. “Es mejor realizar cosas sencillas y que el movimiento sea eficiente y controlado”, concluye. Como películas de danza para ver en casa, recomienda Alicia Alonso Documentary; Dancer, de S. Polunin; Here and now, de Paloma Herrera, y Ballerina’s Tale, de Misty Copeland.

Para Carmen Larraz, bailarina, coreógrafa, directora de la compañía Dinamo Danza y cofundadora y codirectora de La Faktoría Choreographic Center, los primeros días tras el decreto de estado de alarma no fueron sencillos, ya que “hubo que tomar decisiones rápidas” que afectaron tanto a las clases presenciales de la escuela de Noáin, totalmente canceladas, y a otras cuestiones laborales. Pese a eso, se queda con las reacciones “positivas” que está percibiendo en el ámbito cultural. “Hay una especie de hermandad, ojalá aprendamos de todo esto y no se nos olvide cuando pase la pandemia. Dicen que las crisis curan...”, apunta.

En La Faktoría, tanto Larraz como sus socias, Laida Aldaz y Marta Coronado, “no tuvimos ninguna duda en cerrar no solo el programa de formación, sino todas sus actividades, y colaborar así en la responsabilidad civil, quedándonos en casa”. Y lo mismo ha hecho Carmen con Dinamo Danza, parando los ensayos de Elektrical Body. En el caso de la escuela, están proponiendo trabajos, corrigiendo y comentando a través de llamadas y videoconferencias, y, en el de su compañía, detener el proceso “fue una decisión difícil”, pero “estamos trabajando en principios físicos que no requieren tanto espacio; los compartimos, nos mandamos vídeos...” En su opinión, “la creatividad emerge más potente que nunca ante situaciones difíciles, y lo interesante es que estamos tomando nota de todas las ideas y metodologías que van surgiendo porque creemos que alimentan y enriquecen nuestra actividad”. Además, dado el ritmo de trabajo que llevaba últimamente, a Carmen Larraz “frenar un poco y reflexionar” no le ha venido mal. Impresionada con el esfuerzo que están haciendo “desde educación”, también está disfrutando de “escuchar todas las mañanas a los txikis hablar con sus profes y amigas de mates, geografía, lengua...”

Por supuesto, ella se mantiene activa y baila, pero es que no cree que sea necesario un estudio para bailar. “Bailar alivia el cuerpo y el alma; dos metros cuadrados pueden dar mucho de sí”, como también lo da el “tener tiempo para que la mente pueda divagar” y, así, crear. “La danza no solo es bailar, es un arte muy completo que se alimenta de muchísimos aspectos, en especial del conocimiento de otras disciplinas”. Y, en su opinión, las artes escénicas “son un hecho ritual y nada que podamos ver en pantalla puede suplir la magia de ir a un teatro y verlo en vivo”.

Almudena Lobón está pasando la cuarentena en casa con su marido y un hijo; su hija se encuentra en Milán, “pero está bien”. “Lo estoy llevando con paciencia y resignación, característica, esta última, que me define bastante”, comenta. La exbailarina, coreógrafa y maestra se mantiene en forma, “sin matarme”, y aprovecha el tiempo libre que habitualmente nunca tiene para ordenar papeles, fotos, etcétera, para leer, ver películas con la familia, vídeos de grandes compañías y compañeros y para mantenerse “al corriente” de las noticias sobre la crisis y en contacto con sus alumnos “para que se mantengan activos, grabando y compartiendo información con todos ellos”.

Al igual que Carmen Larraz, Almudena Lobón opina que en tiempos adversos “la creatividad se dispara”, y señala la cantidad de vídeos que colegas suyos están subiendo a la red. Por su parte, dice, está aprovechando “para nutrirme de ideas, escuchar música, explorar páginas de museos, libros de arte, películas antiguas...”, que servirá a un nuevo proyecto que espera salga a la luz “cuando sea posible”. A los que se dedican a la danza, “les recomendaría no perder los hábitos, a pesar de las dificultades derivadas de la falta de espacio”. “Si se quiere, se puede mantener la forma física e incluso avanzar si se es disciplinado y constante”. Lobón les aconseja que para lograrlo se hagan listas de músicas que les motiven y, además, les propone que inviertan tiempo en investigar a ballets, coreógrafos, bailarines, para enriquecerse de cara a la vuelta a la danza activa. Y apunta, por ejemplo, la página italiana www.tuttodanza.web.it, para los grandes ballets de repertorio; pero también otras de grandes teatros como la Ópera de París o el Teatro Real, y de compañías como la CND, el English National Ballet, con Tamara Rojo y sus clases on line. “También hay que agradecer a los grandes coreógrafos que están cediendo sus obras para que se puedan ver en todo el mundo, entre ellos José Carlos Martínez y su Les enfants du paradis”. De contemporánea le “encantan” Kylian, Forsythe, Naharin, Duato... “Creo que de esta experiencia saldrán nuevos proyectos diferentes a lo que se ha visto hasta ahora; nuevos códigos de lectura, mayor riqueza artística, y, por tanto, mayor patrimonio cultural”, termina.

Becky Siegel está disfrutando de su casa, de su familia, del silencio y hasta de tener tiempo para hacer coladas, cocinar y ordenar. También está gestionando, “lo que puedo”, del aplazamiento de sus funciones con Kon Moción y compartiendo pautas de trabajo con sus alumnos. “Me entreno todos los días, un par de horas mínimo”. Estira, fortalece, juega e investiga lo que está viviendo emocionalmente “a través del movimiento”. “Intento equilibrar ejercicios que me aportan calma con otros que me animan. La danza, como siempre, me salva en las circunstancias más difíciles”, afirma. Sobre estas extrañas circunstancias, cree que para un estudiante de danza “pueden ser una oportunidad interesante para trabajar con más consciencia, para descubrir fallos y solucionarlos”. “Responsabilizarnos de nuestra propia formación es esencial. Espero encontrar a mis alumnos en buena forma a la vuelta”. De momento, les sugiere que vean Revelations, de Alvin Ailey, “un clásico de la danza contemporánea”, de 1960.

La especialista en danza oriental Miren Ripa está ofreciendo clases on line gratuitas puntuales desde su perfil de Facebook.

“De esta experiencia saldrán proyectos diferentes, nuevos códigos de lectura”

Dtora. de A. Lobón Escuela de Danza

“Ojalá aprendamos algo y no se nos olvide cuando pase la pandemia. Dicen que las crisis curan...”

Bailarina, codirectora de La Faktoría

“Trabajar solo siempre viene bien para descubrir fallos y solucionarlos”

Coreógrafa, directora de Kon Moción

“Varios alumnos asistirán a prestigiosos cursos de verano y no pueden bajar la guardia”

Dtora. de Diana Casas Escuela de Danza