- El pamplonés ha dado un giro y tras abordar la corrupción política con una historia sobre la caja B del PP basada en los juicios, se pasa al retrato de un profesor que se enfrenta a una dicotomía: perdón o venganza.

Vaya cambio, de B de Bárcenas a Uno para Todos, de la corrupción a una historia de aulas

-Para mí es más importante la historia que el hecho de que la película tenga o no mi estilo, que no sé tampoco si lo tengo. No es lo que más me interesa. Prefiero buscar una historia y a partir de ahí trabajar. En ese sentido, sí, es muy diferente a la anterior. Ésta es una historia luminosa, aquella era una historia oscura, ésta sobre lo mejor que podemos dar de nosotros mismos, y aquella sobre lo peor. Uno para todos está anclada en la realidad, tiene una inspiración en un caso real, luego la historia la hemos ficcionado. Arranca de un caso real, de un profesor interino que se encuentra con que le falta un niño en su aula. Tiene algunas cosas que podrían ser nexos pero, evidentemente, la historia es muy diferente.

¿Como llega hasta usted la historia de Uno para todos?

-Lo leí en prensa y es una señal de estas que se dan, porque tres horas después me llamó Valerie del Pierre, que es la productora de Inicia Films, y me dijo 'te voy a mandar un artículo'. Me lo mandó y era el que acababa de leer yo. Los dos dijimos 'vamos a explotar esto porque es muy bonito y debe ser una señal'.

Hay muchas películas de alumnos difíciles y profesores enrollados, pero ésta es diferente y transmite más que muchas.

-El proceso de una película es my largo, hablamos de casi cuatro años. Hay una cosa que si te ocurre es importante, y creo modestamente que lo hemos conseguido, que es la magia. Guardar la emoción con la que arrancaste y dársela al espectador después de tanto tiempo y que el espectador la recoja y le veas en la cara lo mismo que tú sentiste... Esa emoción era un tesoro que había que guardar y la emoción era muy clara, se trataba del círculo virtuoso. Es decir, yo me esfuerzo en interesarme por este chaval, que está en la lista y no lo veo ni nadie me explica, ¿qué hago? Sobre todo cuando empiezo a vincularlo a los niños, a buscar la solución, aquello empieza a funcionar. Contra lo que podría uno imaginar, que es si prestas mucha atención al que tiene problemas (está enfermo), nos vamos a quedar atrás y no vamos a dar la atención que todo el mundo necesita, pasa justo lo contrario. Trabajando eso bien, todos mejoran, como grupo e individualmente. Hay una unidad, un sentimiento de grupo, una empatía y todos tiene un objetivo común que es enseñar a un tercero lo que hemos aprendido. Poniéndome un poco pedante, lo aprendí haciendo la película, los pedagogos lo llaman la metacognición: que yo te tenga que explicar lo que sé, así me doy cuenta si lo sé o no lo sé bien, porque si no lo puedo explicar no lo sé bien.

La empatía es fundamental en su película, pero también enfrenta a los personajes a la dicotomía de venganza o perdón.

-Hay un descubrimiento, a mitad de película, en la que todo se tuerce porque nada es lo que parece. Ahí está la decisión, que es muy común en el mundo adulto y aquí hay que enfrentarla con niños: cuando tienes una situación en que te han hecho daño ¿por dónde tiras? Siempre es más fácil afrontar una venganza que no tiene solución y significa que no quieres afrontar ese problema. Hay otra posibilidad que es la bondad, y el perdón, que es más sabia, significa decir voy a intentarlo y si sale bien el crecimiento para todos es inmediato. Evidentemente no es fácil hacerlo.

¿Cómo fue el casting y el rodaje con tantos niños?

-Para que el rodaje fuera bien el casting es muy importante en todos los casos, y con niños especialmente. No queríamos niños que hubieran trabajado antes en anuncios o cosas así. Buscamos durante meses, fuimos encontrando y una vez que teníamos a todos la idea era crear grupo. Hay que pensar que en la película es una clase de Sexto de Primaria, es decir llevan 9 años en clase juntos, más lo que hagan en la calle. Se saben todo de todos y eso se debía notar en pantalla. Así que nos los llevábamos a comer algo, también a leer el texto pero, sobre todo, a que tuvieran su complicidad, su dinámica y sus problemas entre ellos€ y eso se ve en pantalla, son un grupo real. Te exige mucha energía, son 18 niños en un aula o en el patio, pero no es más difícil que otras cosas.

Están muy bien definidos los personas de Patricia López y David Verdaguer con muy pocas frases e imágenes, sabiendo la mochila que llevan con ellos, ¿cómo se logra?

-Con buenos actores. Eso es fundamental. Cuando los actores tienen esa magia de que dicen una cosa pero lo importante es cómo miran o lo que no dicen, o lo que están reteniendo€ Eso no se consigue en 200 tomas, eso lo tienen. Como suelen decir: para saber dirigir a actores lo primero es cogerlos buenos, a partir de ahí todo será más fácil.

Los silencios son muy importantes en el papel de David Verdaguer.

-Sí. Habla poco en el ámbito de los adultos. Es muy dual. Tiene una relación torpe y poco fluida en el mundo adulto, pero muy clara con los niños. Ahí es donde está a gusto y tranquilo, aunque tenga mil problema. Ahí es donde se siente bien. Esa dualidad del personaje la trasmite muy bien.

¿Desde que se pusieron a trabajar con la historia este final era el que habían pensado?

-Hasta cierto punto si. Hicimos un proceso de guión largo, de muchos meses. Probamos hacia dónde nos llevaban los personajes y tuvimos diferentes opciones de finales, pero fuimos tomando decisiones y poco a poco nos llevaron hasta allí.

Es el final natural de la historia...

-Sí. Yo no quería una película que dejara cabos sueltos y que fuera cerrándose. No rodamos dos finales ni nada por el estilo, las dudas se produjeron en el proceso de elaboración del guión.

En un principio se había pensado rodar parte en Tudela, ¿no es así? ¿Qué sucedió?

-Tuvimos un plan inicial que veníamos a rodar a Tudela o por esta zona, y era siempre una referencia en los dossiers de prensa que preparábamos. Pero el proceso de producción nos llevó por otros derroteros porque se involucró la Televisión Aragonesa y nos volvió la producción hacia Aragón, pero fue en el ultimo momento. Yo estoy deseando poder volver a rodar en Navarra.

¿Cómo ha sido la decisión de realizar ahora el estreno (31 de julio) con todo esto que se viene encima? Ibais a estrenar en el Festival de Málaga y se suspendió

-No somos muy diferentes de los demás, los comerciantes, los hosteleros... Ahora todo es incertidumbre y preocupaciones. No sabes qué hacer para salir de ésta y si acertarás o no acertarás. Lo que creo es que tenemos una peli que todos los que la ven la entienden perfectamente, con lo cual: objetivo cumplido. Las emociones que surgen son las que pensábamos que iban a surgir y eso es lo que nosotros podemos transmitir. Que la gente vaya al cine con amigos, con sus hijos y tendrá seguro ganas de charlar después. Es lo que distingue, cuando tienes ganas de hablar de la peli eso es bueno.

¿Hay cierta sensación de miedo, de incertidumbre?

-Todo es muy incierto. Estrictamente no es buen momento para estrenar, como tampoco para abrir la tienda o para ir en el metro todos los días. Lo que podemos decir es: cada plan que haces de forma consciente es razonablemente seguro. Los riesgos surgen cuando improvisas algo. Al cine vas a sentarte tranquilamente y luego a charlar a una terraza con tu amigo o tu familia. Ése es un plan perfecto. Yo animaría al gente a que fuera al cine. La sensación es igual que con los pequeños comercios; las pelis americanas no están en el cine, quieren sacar ahora sus películas porque su mercado es el mundo y no está bien; pero estamos los de casa, pues veamos las pelis de los de casa.

"Tuvimos un plan inicial de rodar en Tudela, pero finalmente la producción nos llevó hasta Aragón”