a influencia de lo humano en el registro de lo natural. Ese lema, también señalado como la huella minúscula del paso de los hombres por un planeta que mide su existencia y cambios en miles de años, es el trasfondo de la obra del artista navarro Carlos Irijalba, cuyo trabajo se puede ver desde hoy en la Casa del Almirante de Tudela, bajo el título de Vía Tópica. Claramente ecologista en su concepto, analiza el peso de la mano del hombre sobre el planeta y su levedad en años geológicos pero su dureza en cuanto al daño causado.

El descubrimiento casual en 2008 de los escaneos de una empresa en Madrid que debía reproducir y recrear cuevas rupestres para ser visitados, ha marcado en buena medida su obra posterior. Aquellos escaneos sólo podían reflejar el volumen, pero no las texturas ni los dibujos que hace 35.000 años habían llevado a cabo los habitantes de la Península Ibérica. Para eso otro hombre debía reproducir aquellas pinturas que las máquinas obviaban.

Ese hecho tan simbólico de cómo la tierra, la cueva y la piedra preceden, acompañan y seguirán existiendo cuando el hombre desaparezca es, en parte, la motivación de Vía Tópica, el trabajo que este reconocido artista que reside a medio camino entro Amsterdam y New York, ha traído hasta la Ribera.

"El escáner utilizado para replicar Altamira y otras cuevas del cantábrico es un ojo selectivo, que toca con ondas de ultrasonido y solo es capaz de reconocer el volumen de las paredes, no las pinturas realizadas sobre ellas. Es irónico que la tecnología que utilizamos para preservar la acción de nuestros ancestros nos ignora de manera descarada, como si se hubieran vuelto alérgicas al ser humano", indica sobre la muestra en Tudela.

Carlos Irijalba trata de abordar de fondo el peso, la huella que el ser humano ha dejado sobre la tierra, pero también el peso mínimo de su paso por el planeta con respecto a los continentes primigenios. Para ello, colabora con personas de las ciudades para crear la exposición en las ciudades donde acude y no repite nunca una muestra, analizando cuál es la mejor para cada momento, siempre con el paraguas de la geología, "es un material que, ya de por sí, significa tiempo", hasta tal extremo que, a su juicio, "la dimensión temporal en estos parámetros es casi abstracto".

Para su obra el principal juez "es la almohada y me quedo muy contento con el resultado". Para el navarro a partir de que "escupes "la obra ésta debe ya existir sola. Las obras son "en cierta forma secreciones, como el respirar o el escupir. Puedes hacer una huelga de hambre, pero no de respirar. Lo tienes dentro y tienes que sacarlo".

Los diferentes estratos que cuelgan de las paredes en sus muestras son de alguna forma "un retrato del territorio" en los que se ve cómo va cambiando y endureciéndose la tierra hasta llegar, por ejemplo, al mármol.

"El núcleo de mi trabajo es la escala humana -tiempo y espacio- y su relación con el mundo a través de los fenómenos que le preceden así como de los objetos y situaciones generados por él. Para ello utilizo artefactos geológicos e industriales".

biografía Irijalba encuentra muchos paralelismos entre la geología y el hombre. "Los estudiosos no se ponen de acuerdo en cuándo empieza la huella del hombre a nivel global. Algunos hablan de la Revolución Industrial pero no llegó a todos. La bomba atómica afectó a toda la tierra y hay un residuo en todo el planeta. Casos como el coronavirus nos hace darnos cuenta de lo frágiles que somos nosotros y todo el sistema que nos rodea". A su juicio, lo que ha sucedido con la covid-19 "nos enseña mucho de cómo somos y si no aprendemos de esto es como que no hemos pillado el aviso que nos han dado".

Carlos Irijalba (Pamplona, 1979) vive y trabaja entre Amsterdam y Nueva York donde residió en la Rijksakademie en los años 2013 y 2014. Se graduó en la Universidad del País Vasco y UDK Berlín 2002.

Galardonado con la Beca Marcelino Botín 2007/08, Generaciones 2009, Sifting Foundation SF 2015 y Mondriaan Fonds Bewezen Talent 2017 entre otros. Ha expuesto recientemente en centros internacionales como la Guangzhou Triennale, CAB Art Center Brussels, El MUMA en Melbourne Australia o el Lower Manhattan City Council de Nueva York.

Su obra se encuentra en colecciones internacionales como la Sammlung Wemhoener Foundation en Alemania, la Taviloglu Art Collection en Estambul y colecciones nacionales como el Museo Nacional Reina Sofia y el museo Patio Herreriano.