Como "una lucha interna por habitar en equilibrio solamente un día cada día". Así define Leire Urbeltz su exposición La Naturaleza de la Distracción, que luce hasta el 25 de junio en El Sario de la UPNA. Allí, en el vestíbulo, un lugar de tránsito constante, lucen algunas de las últimas creaciones de la ilustradora y artista plástica pamplonesa, coloridas hijas de esta pandemia que le ha obligado a parar, frenar su actividad viajera y repensar su obra.

Al comienzo de 2020, Urbeltz se planteaba proponer un proyecto artístico que se aproximaba a una Sicilia, lugar con el que tiene "vinculación por motivos personales", como territorio común para la asimilación cultural. Y llegó la pandemia, que congeló la actividad cultural del mundo, y la artista dejó de proyectar para contemplar sus propias emociones y pensamientos. Sicilia seguía allí, en algún lugar importante de su mente creadora, y sin poder viajar físicamente, la motivación le llevó a interesarse por "la feminidad de las monstruas marinas que estuvieron a punto de dar muerte a un heroico Ulises en el Estrecho de Messina".

"Dejar que la mente se disperse recorriendo zonas en sombra y rincones remotos de la memoria, me ha devuelto imágenes aleatorias y fuera de todo proyecto", dice la ilustradora, que se refiere a esta muestra como "el resultado de un viaje íntimo desencadenado por el retraimiento obligado".

Retórica para hablar de lo real

A Leire Urbeltz le "inquieta" la odisea de "todas esas personas que atraviesan el Mediterráneo y no pueden contarlo, o sí, y llegan aquí para tratar de integrarse en nuestra sociedad". Ella mira nuestras fronteras preguntándose hasta qué punto "estamos implicados en esa segregación, parte de la crisis humanitaria que ya estaba pasando antes del coronavirus". Mira a Sicilia, "territorio que ha tenido tantas civilizaciones, un ejemplo de integración, aunque con muchísimos problemas y, de alguna manera, la puerta de atrás de Europa, de la que no nos hacemos mucho cargo".

Estando confinada en casa, dibujando, pintando, sin poder viajar físicamente, esa mirada empezó a enriquecerse intuitiva y a la vez coherentemente, sin intención pero con mucho sentido, en un proceso en el que la práctica artística fue durante esos dos meses de encierro obligado "una forma vital". Llegó a la feminidad de las diosas marinas, a la leyenda de esas monstruas que casi dan muerte a Ulises, buscando "figuras retóricas" para abordar esa inquietud que le produce la realidad de la emigración y las vivencias que implica ese término. "Me afecta mucho y no sabía cómo afrontar este tema directamente", reconoce la artista, que nos adentra en esta exposición en un universo tan orico como real, y que tiene mucho de canto a la diversidad.

"El parón que supuso el confinamiento me hizo integrar partes de mí que estaban muy dispersas y no acababan de ser asimiladas, todo lo que había vivido en los últimos años, en China, Corea del Sur, Estados Unidos, México... Después de tanto viaje por el mundo, el hecho de estar encerrada dos meses, sin salir de casa, para mí fue un choque brutal", asegura. "Me di cuenta de que el hecho de simplemente sentarme a estar me traía muchas imágenes que todavía estaban quizá sin procesar, de tantos sitios diferentes, de culturas distintas, y por eso aquí -dice aludiendo a la muestra de El Sario- hay cosas que apelan más al taoísmo, a la filosofía oriental, otras a México, a Estados Unidos... todas las inquietudes que había tenido han ido emanando de una manera orgánica".

Saltando de un formato a otro

La Naturaleza de la Distracción también contiene diversidad en formatos, procesos y técnicas: "Mi manera de salir del confinamiento fue por un lado la pintura mural, fue una manera de reconectar con la calle y me vino muy bien, entonces aquí hay desde dibujos a más grande escala con pintura plástica directamente, a otras imágenes, incluso algunas que han venido por encargo; hay imágenes hechas con el iPad y otras en mis técnicas habituales: acuarela, rotulador, gouache..., todo lo que me permite explorar con el papel", cuenta la autora, que quería "jugar con el espacio" también mediante "un pequeño salto al objeto", dice en referencia a dos piezas -objetos de pared- en las que trabaja el texto a través del objeto creando intencionadamente sensación de bienestar y comodidad doméstica para hablar de temas que "nos generan más incomodidad que otra cosa".

En concreto, de lo que implican los términos NORMAL y FOMO -Fear of missing out, Miedo a perderse algo: un trastorno de ansiedad muy de nuestra era tecnológica que consiste en querer estar conectado todo el tiempo con lo que pasa-.

"Normalidad ha sido un concepto tan repetido... Y hay muchas lecturas que se pueden hacer en torno a él, sobre si donde estábamos antes de esta crisis era la verdadera normalidad, o a qué normalidad vamos a llegar. Qué es todo lo que excluimos cuando etiquetamos algo como normal, porque quizá hasta estamos excluyendo partes de nosotras mismas por adaptarnos a eso", reflexiona Leire Urbeltz en un momento en que se nos quiere más uniformes y bajo control que nunca.

Duro golpe a la cultura

En cuanto al momento que se vive para el arte, Urbeltz lamenta "el duro golpe que ha sido esta pandemia para todo el sector de la cultura, porque como en la crisis anterior, es lo primero que ha caído y lo último que está volviendo a esa normalidad. Y eso que se ha demostrado que ha sido esencial para sobrevivir", resalta.

Aunque ella se siente "muy apoyada en Navarra" y "afortunada" -no ha parado de trabajar-, reconoce que es un año "de mucha dificultad" y que "se han puesto sobre la mesa temas que ya estaban ahí desde la crisis anterior, como el estatuto del artista, la intermitencia del Estado francés que está tan cerca pero tan lejos a la vez... El proceso de trabajo cultural no es igual que el proceso productivo de otros ámbitos profesionales, necesitamos mucho tiempo de introspección, de investigación, y todo ese tiempo no es remunerado. Las maneras de trabajar en la cultura y el arte requieren de unos tiempos que el sistema capitalista no entiende ni acoge, ni apoya. Pero en otros países se está reconociendo la cultura como una primera necesidad, y tenemos que ir a por eso", apuesta.