omo dice el escritor Jorge Carrión, autor del ensayo Librerías, “la idea de que todo está en Amazon es mentira, no hay más que ir a una buena librería”. Allí, libres de algoritmos que intenten dirigirnos, los sentidos se activan: los ojos recorren las estanterías, las manos acarician la tapa y la calidad del papel; allí se dialoga, se pregunta, huele a conocimiento.

Allí están los libreros, las libreras, custodios y amantes de un oficio de arraigo y resistencia que hoy más que nunca debe ser cuidado. Este 11 de noviembre, Día de las Librerías al que Navarra se suma con descuentos del 10% en tiendas, es buena ocasión para celebrar una profesión fundamental para la transmisión de información y conocimiento, pieza clave e intermediaria entre el escritor, el editor, el distribuidor y el lector.

Sin los libreros, sin las libreras, seríamos mucho menos libres, a merced del capricho de algoritmos que no pretenden precisamente un mundo mejor ni más justo, sino que tienden a la reproducción de patrones que hay que dejar ya atrás, como el machismo y el heterocentrismo.

El factor humano sigue siendo la llave para avanzar. Y en ese sentido, los libreros, las libreras, son necesarios hoy y siempre porque desde que el ser humano existe, ha existido la necesidad de contar historias. De contarnos el mundo. Y en un tiempo líquido y globalizado como el que nos toca vivir, esa necesidad se vuelve vital.

Por eso, cada 11 de noviembre se pone el acento en el valor de las librerías, “en su capacidad de adaptación y atracción de lectores y lectoras con sus recomendaciones y su trato y atención personalizados; en la defensa del contacto humano y la diversidad de librerías y de lectores frente a los monopolios”, tal y como se destaca en la web de CEGAL (Confederación Española de Gremios y Asociaciones de Libreros) con motivo de la campaña en torno a esta celebración.

Estabilidad, resistencia y gran presencia femenina

En Navarra, con 20 librerías en la Asociación Diego de Haro -aunque hay más activas por el territorio-, se han vendido en lo que llevamos de 2021 un total de 300.000 ejemplares, lo que supone un incremento de un 20% respecto al mismo periodo de 2019 que “hace ver la luz al final de túnel”, dice el librero navarro y miembro de la junta de CEGAL Miguel Iglesias.

A lo largo de 2020 se publicaron en la Comunidad foral aproximadamente 75.000 libros, de los cuales 50.698 fueron impresos. Y actualmente hay en Navarra 737.479 títulos vivos disponibles, “todo un catálogo cultural”, destaca Iglesias.

El sector editorial es uno de los más importantes dentro de la industria cultural estatal, con un peso relativo del 33,7% y una aportación del 0,8% al PIB de la economía nacional.

Pese al impacto de la pandemia, el sector librero prevé que 2021 signifique un crecimiento en las ventas superior a un 10%. Así se extrae de las conclusiones del Mapa de Librerías 2021, un instrumento de análisis de las librerías que operan en España en el que se destaca la “estabilidad y resistencia de la pequeña y mediana librería” en la actualidad. El Mapa está integrado por 3.208 librerías independientes, con un número detectado de 45 aperturas y 41 cierres en los dos últimos años. El estudio refleja la “amplia implantación de librerías en el territorio estatal, una media de 6,8 establecimientos por cada 100.000 habitantes”, y “el número elevado de años de trayectoria, ya que casi la mitad de las librerías llevan operando más de cuatro décadas”.

El fomento del empleo fijo, una amplia presencia de mujeres en el negocio (59,7%) y el crecimiento en el posicionamiento en el mercado on line (el 38,9% de las librerías independientes utilizaron el canal on line en los dos últimos años, cuando en 2019 el índice era de un 25,8%) son otros de los datos que suponen una evolución positiva frente a estudios anteriores.

No obstante, se pone de manifiesto cuál sigue siendo la mayor debilidad del sector: la frágil situación de las librerías de proximidad, ya que casi la mitad de las librerías censadas tiene una facturación en libros inferior a 90.000 euros, lo que las sitúa en el límite de la supervivencia.

Por eso, debemos cuidarlas.

Imagina un mundo sin librerías. Es difícil. Sin ellas, la imaginación moriría, como tantas otras cosas valiosas.