Las dos pinacotecas de Estella-Lizarra programaron sendas sorpresas para el Día Internacional de los Museos. Por un lado el Museo Gustavo de Maeztu presentó dentro de su colección permanente la obra Retrato masculino, un óleo sobre lienzo que el pintor vitoriano realizó entre 1915 y 1919 de un “varón desconocido”. Se trata de una cesión temporal realizada por su propietario, el coleccionista Íñigo Pérez de Rada. Y es que la actividad del museo estellés está pivotando actualmente entorno al coleccionismo “la clave y el origen de cualquier museo está en la gestación de una colección”, aseguró su directora Camino Paredes.

La cesión de la obra partió del mismo propietario, que a pesar de residir en Madrid tiene “una estrecha vinculación con Muruzabal y con Navarra”. Así también ha colaborado con otras obras en la programación de otros museos como el del Carlismo. La obra la adquirió el año pasado en una subasta en Madrid “me atrapó la personalidad captada del retratado: un hombre desconocido por lo que está mejor en un museo que en una casa particular”, aseguró Pérez de Rada que insistió en que la obra forme parte de colección permanente “hasta que el retratado se levante de la silla”. Por su parte, Paredes definió la obra como “un retrato sugerente y profundo, cuya ensecialidad radica en la potencia de la mirada, el poder de los contrastes cromáticos y de los recursos utilizados por Gustavo”. La jornada de celebración se completó ayer con una visita guiada por Jose Mª Muruzabal a la exposición Paisajes históricos de Navarra: una visión y la sesión de jazz dirigida por Fernando Sánchez con el guitarrista Caco Santolava.

Susana Irigaray (i.); Angela Moreno e Ignacio Apezteguía delante de la exposición ‘Porque hoy puede ser ayer’ en el museo Carlista.

Museo del Carlismo

El Museo del Carlismo acoge dos instalaciones de Ángela Moreno con el título Porque hoy puede ser ayer, con las que pretende rescatar ausencias en el relato histórico “y hacer sentir el dolor ajeno como propio, con una especial presencia de la mujer como víctima de las contiendas bélicas” aseguraron desde el museo en nota de prensa. La primera de las instalaciones es Micaelita maitia, que muestra una carta de seda con letras de oro en el escritorio de Tomas de Zumalacárregui, que va vinculada al llanto de una niña y el canto de una nana.

La otra novedad de la nueva exposición es un tríptico instalado en el patio central del museo y que está realizado con hilos de cobre tejidos sobre papel grabado y con tintas pigmentadas. En él, Moreno recoge la práctica de la humillación tan recurrente en las guerras, poniendo en el centro a la mujer y que recoge escenarios bélicos de la guerra carlista como el convento de las recoletas donde estuvo prisionera Pancracia Ollo -mujer de Zumalacárregui- con sus hijas. También recoge la iglesia de Villafranca que fue incendiada con personas dentro en 1934.

El museo ha continuado este fin de semana con las habituales visitas guiadas en euskera y castellano.