Está muy ocupado con sus tres últimos proyectos de grandes dimensiones –el del Museo de Ciencias de la Universidad de Navarra, el más amplio y complejo–, pero la docencia y la divulgación también son muy importantes para él, de ahí los nuevos Encuentros de arquitectura que celebrarán su primera edición entre el 25 y el 27 de septiembre en el Archivo General de Navarra, por las mañanas, y en una carpa instalada en la avenida de Carlos III, por las tardes. Promovidas por la Fundación Arquitectura y Sociedad, creada por Patxi Mangado, participarán en estas jornadas profesionales de la Administración Pública, economistas, sociólogos, constructores y arquitectos, procedentes de España, Portugal y Francia. Todos dialogarán en torno a La vivienda que queremos, una cuestón, la habitacional, que para el arquitecto estellés es “urgente” abordar.

Veo que sigue empeñado en mejorar la sociedad con la arquitectura.

–Bueno, más que mejorar, quiero informar a la sociedad de la importancia que tiene la arquitectura en la vida. Probablemente, no es la disciplina que más importancia real tiene, más bien me refiero a cómo son nuestras ciudades, cómo se vive en ellas y cómo responden a su idea inicial, que era convertirse en instrumentos de equilibrio social y de mejora de calidad de vida, entre otras cosas. Ese es el objetivo de la fundación, trasladar a la sociedad que la arquitectura, más allá de un hecho puramente material, constructivo o incluso formal, tiene también una dimensión social, cultural y económica muy importante.

¿Los Encuentros de arquitectura que tendrán lugar en Pamplona entre los días 25 y 27 de septiembre vienen a sustituir a los congresos internacionales bienales que la Fundación Arquitectura y Sociedad promovió durante años en la ciudad?

–Sí, los sustituyen por un motivo. Los congresos, que tuvieron una trayectoria exitosa, sobre todo si tenemos en cuenta la proyección fuera de nuestro país, obedecían a un modelo tradicional. Es decir, ese formato de reunir a 400 personas en una sala ha ido perdiendo pujanza e interés en estos tiempos de nuevas tecnologías, . Por otro lado, el hecho de encerrarnos en Baluarte hacía que la gente los percibiera con distancia, como algo de especialistas, cuando, en realidad, nuestra voluntad era llegar al máximo número de personas de la sociedad. Y, por otra parte, pensamos que los temas elegidos a veces parecían demasiado abstractos para la comprensión de la gente.

Y decidieron cambiar de estrategia de divulgación.

–Sí, decidimos recuperar los Encuentros de Ulzama, un formato que hicimos en los comienzos de la fundación que eran más participativos, ágiles, con exposiciones más cortas, pero debates más intensos, y, además, sobre temas más específicos. Pensamos que podíamos trasladar esta fórmula a Pamplona y abrirla mucho al público.

¿Será un programa periódico?

–La idea es que, si tienen buen resultado, los encuentros sean anuales. Y que, como este año, la mitad de la programación se celebre en una carpa en Carlos III. Por otra parte, y esto es muy importante, elegiremos un tema que la sociedad perciba como el más importante en cada momento. Ahora, si hablamos de arquitectura y ciudad, el tema es, sin duda, la vivienda.

¿Es la problemática más acuciante?

–Sí, España será la anfitriona de estos encuentros, pero siempre va a haber dos países invitados, en esta ocasión serán Francia y Portugal, y, el año que viene, la idea es que sean Alemania y Holanda. Lejos de ser un problema solo nuestro, la vivienda es un problema europeo. Naturalmente, en cada sitio con circunstancias, contextos y características distintas. No es lo mismo España, donde hay un problema muy agudo que forma parte de una manera de entender la vivienda, casi siempre en propiedad, que, por ejemplo, Alemania, Austria o Suecia, donde la socialdemocracia que gobernó durante la primera y la segunda guerra mundial, transformó en ese momento todo el tema del suelo, socializando prácticamente el 90%. Quedó en manos de los ayuntamientos, que hicieron viviendas sociales de una calidad arquitectónica extraordinaria y a un precio muy asequible, fundamentalmente de alquiler. Hasta tal punto que, hoy, el 60% de las viviendas de Viena son del ayuntamiento, con alquileres razonables y en zonas que en su momento eran el extrarradio, pero que ahora se han convertido en céntricas y tienen una calidad de vida estupenda. Algo parecido se hizo aquí con Mendillorri, que fue una promoción muy significativa, solo que el modelo español es de propiedad, y, en vez de haber hecho todas las viviendas de alquiler, se hicieron pisos de protección oficial. Y hoy, las viviendas de Mendillorri valen mucho dinero, cuando partieron de una iniciativa con ayudas públicas.

Por lo que comenta, prefiere el modelo de los países del norte.

–Definitivamente, sí. Insisto en que no somos sociedades iguales, ni nuestros modelos económicos y circunstancias sociales y culturales son los mismos, pero la realidad es que, en esos países, el problema de la vivienda, aún existiendo, tiene características menos dramáticas que en los países mediterráneos. No quiero simplificar, pero esa es la verdad, nos guste o no.

¿La situación de la vivienda en España es dramática?

–Creo que esa es la palabra justa, sí. La habitabilidad digna es un derecho que, si no está reflejado de manera expresa en la Constitución, sí se menciona de manera importante, tácita. Tener un espacio para habitar de manera digna es esencial y debería ser un derecho reconocible. Si lo pensamos en términos económicos, en un país como este, en el que los sueldos no son altos y en los últimos años ha habido un retroceso en el poder adquisitivo, que la vivienda siga ocupando buena parte del salario condiciona la vida. Esta es una cuestión poco discutida, y en un mundo en el que los desequilibrios entre ricos y pobres irán a más, si no se asegura por lo menos un espacio digno para habitar, estaremos ante una bomba en potencia.

Patxi Mangado disfruta mostrando los detalles de los proyectos que su estudio tiene ahora en marcha. Iñaki Porto

Algo hemos hecho mal como sociedad cuando los jóvenes no pueden irse de casa hasta pasados los 30.

–Efectivamente. Un joven que ha visto a sus padres esforzarse toda la vida y que, a su vez, se ha esforzado, primero en los estudios y luego trabajando, de repente se encuentra con que la sociedad no es capaz de proveerle. Y esto tiene muchas derivas, no quiero decir que haya una relación de causa de efecto inmediata, pero, por ejemplo, estamos con un déficit poblacional importante. Y si quienes deben no saben crear un contexto donde una pareja pueda vivir con una cierta tranquilidad, sin agobiarse ni discutir cada día porque no llega a final de mes y, además, paga un alquiler muy caro, no podemos esperar que la población crezca. En estas circunstancias, no se trata tanto de dar subvenciones para tener hijos como de generar entornos donde la gente pueda dedicarse con ilusión a dar y no a estar frustrada.

"En un mundo en el que los desequilibrios entre ricos y pobres irán a más, si no se asegura por lo menos un espacio digno para habitar, estaremos ante una bomba en potencia"

Esto parece que en Navarra pasa un poco menos, ¿es así?

–Vivimos en una comunidad donde ese problema está extraordinariamente atemperado si comparas con las grandes ciudades. En ese sentido, Navarra es un ejemplo. No digo que no haya situaciones más o menos tensas, pero es un territorio con un nivel de vida relativamente alto, con un índice de paro menor, donde las familias pueden ayudar a los hijos... A la vez, aquí ha habido, tradicionalmente, una política de vivienda que es de las mejores del Estado, sin ninguna duda. Pero en el resto del estado, es una cuestión urgente.

¿Cuáles son las causas de esta situación extrema?

–Las causas son múltiples y vienen de lejos, así que no se puede solucionar de un plumazo. Por una parte, está la estructura de la propiedad del suelo, que le ha dado un valor económico muy por encima de lo que tendría sentido. Excesivo. En la historia de España, hay gente que se ha hecho rica simplemente por tener una pieza de suelo, lo cual es discutible, porque eso es una buena parte del coste de una vivienda. Además, estamos en un país en el que la mayor propietaria de suelo es la Administración Pública. Ahora mismo hay unas bolsas de suelo extraordinarias que las instituciones tardan años en transformar en terrenos útiles para la construcción. La burocracia y el resto de trámites para calificar un terreno son tremendos. Y la estructura legal es absolutamente ineficaz y antigua.

¿Qué hay del sector privado?

–Nos encontramos con unos agentes inmobiliarios que están acostumbrados a tener unos beneficios que pueden ser 10 o 20 veces mayores que los de cualquier industria o empresa. Con unos márgenes increíbles. Este es un sector que dice tener vocación social, pero al que, en mi opinión, solo le importa el beneficio, y cuanto más mejor. Sin límite. Por otro lado, la construcción afronta un mercado muy complicado y bastante coyuntural. En este momento, depende de la inmigración, con una cualificación realmente baja. Aparte, ¿cómo se puede tardar entre año y medio y dos años en obtener una licencia? Hay muchas ineficacias que al final pagan los ciudadanos, que cada vez tienen ingresos más ajustados. Y es muy difícil que la cultura del alquiler se ponga en marcha cuando estás pagando al mes casi más que con una hipoteca.

Patxi Mangado, en su estudio. Iñaki Porto

Hay mucha especulación.

–Eso es. Cuando hablo de especulación, no me estoy refiriendo solamente a los grandes fondos, sino también al propietario que alquila. En este país, todos participamos en la especulación.

¿De unos años a esta parte, se está concibiendo la vivienda como un bien para especular más que como un derecho?

–Absolutamente. Una vivienda la puedes ver desde muchas perspectivas, la social, la cultural, pero fundamentalmente se ve desde una perspectiva económica. La cultura de la especulación es la que está detrás de todos los problemas de los que hemos hablado. El que tiene una vivienda y está especulando está pensando más en cuánto va a poder subir el alquiler o en cuánto está aumentando de precio su vivienda que en sus inquilinos. Es como quien juega la bolsa. Y a esto hay que añadirle otro factor especial, que es que somos un país de servicios y de turismo, con lo cual vienen auténticas masas de turistas que, durante un periodo muy corto de tiempo, están dispuestos a pagar una cantidad de dinero extraordinaria por el alquiler, y eso que la media del mercado suba. Y lo que es peor, el ejemplo que esos pisos turísticos dan a los de la ciudad, que pretenden tener los mismos beneficios. El turismo no hace más que multiplicar de manera exponencial el problema estructural que ya teníamos. Sé que se están implementando normativas para evitar estas situaciones, pero es muy difícil poner puertas al mar. Sinceramente, no soy optimista; no quiero ser derrotista, pero veo en el futuro auténticos problemas sociales.

"Siempre les digo a mis alumnos que la mejor arquitectura es la que nace de entender y de ver de manera inteligente la realidad, no de negarla”

Muestra desánimo, sobre todo en lo referido al negocio que hacen con la vivienda los fondos de inversión.

–Ha cambiado la figura del constructor o promotor. Hace 20 años o 30 años, eran normalmente de la ciudad o de la provincia donde iban a construir viviendas. Y claro que buscaban beneficios, pero, de alguna manera, su pertenencia a un entorno determinado les contenía un poco. Hoy, los grandes fondos de inversión fabrican pisos como zapatos. Para ellos, la vivienda no es un lugar para que la gente viva; no conocen al cliente ni el entorno. El mercado de la vivienda se ha deshumanizado extraordinariamente y se hacen pisos como se produce cualquier bien industrial. Las personas son solo números y, en esos proyectos y la idea de la arquitectura como servicio se perdió.

¿Qué habría que hacer para que la recuperara? 

–Hay que recuperar determinados modelos sociales. En España hubo un momento donde las cooperativas eran muy importantes y con la llegada de la democracia se perdieron. Y es una pena porque fueron muy significativos. El interés de que vengan países de toda Europa a estos encuentros tiene que ver con esto.

¿También la presencia de profesionales de todos los ámbitos?

–Me gustaría convertir Pamplona en un centro de debate efectivo. Y como este problema hay que atacarlo desde todos los frentes, van a venir arquitectos, agentes financieros, promotores, responsables políticos, sociólogos... Y vamos a probar a ver cómo funciona salir a la calle con una carpa para acercar esta cuestión tan importante a la ciudadanía. Todos tenemos tendencia a aislarnos de los problemas, y la gente cuyo trabajo es servir a los demás, como los arquitectos, tenemos que estar atentos. Siempre les digo a mis estudiantes que la mejor arquitectura es la que nace de entender y de ver de manera inteligente la realidad, no de negarla.

Ha comentado que el Museo de Ciencias de la Universidad de Navarra será su último gran proyecto.

–Si hablamos de tamaño, seguro. Este va a ser un proyecto extraordinariamente complejo y extraordinariamente atractivo. Me va a llevar mucho tiempo, porque no solamente es hacer el edificio, luego hay que ponerlo en marcha. Aparte, tengo otros dos proyectos importantes y después no me voy a retirar. Ni mucho menos. Mi vocación docente no acabará nunca y quiero implicarme en generar nuevas formas de enseñar, porque, aunque se suele decir que cuando un arquitecto muere deja sus edificios, para mí, lo más importante son los alumnos. Los proyectos son fruto de muchas circunstancias, pero los alumnos sí son obra y consecuencia tuya. Así que, cuando acabe estos grandes edificios, me dedicaré a ellos hasta que muera con las botas puestas enseñando. Eso lo tengo claro.

LOS ENCUENTROS 'LA VIVIENDA QUE QUEREMOS'

Punto de partida. La Fundación Arquitectura y Sociedad (FAyS) celebrará en Pamplona del 25 al 27 de septiembre próximos los primeros Encuentros FAyS 2024, creados como foro abierto para la reflexión y debate sobre nuevas estrategias frente al problema de

la vivienda y las carencias sociales asociadas.

Temas. Bajo el título de La vivienda que queremos, se abordarán cuatro ámbitos temáticos: el suelo; la gestión y financiación;

la gestión urbanística, y los modelos arquitectónicos.

¿Dónde? Por las mañanas, en el Archivo General de Navarra; por las tardes, en la carpa instalada en Carlos III.

Ponentes. Se contará con la participación de reconocidos expertos en los distintos ámbitos profesionales e institucionales

implicados, como arquitectura, sociología, economía o la Administración Pública a nivel local, regional, estatal y europeo. En

esta edición, las/os invitadas/os procederán de España, Portugal y Francia. Toda la información, en arquitecturaysociedad.com

Propuesta participativa. Se considera necesario abrir el debate a la participación ciudadana; y por eso mismo se plantea que estas jornadas se compongan de exposiciones de buenos resultados, de sesiones de discusión de expertos cerradas y de sesiones abiertas, con participación del público asistente.