El musicólogo, ensayista y poeta navarro Ramón Andrés presentó hace unos días en la librería Walden de Pamplona su nuevo libro, Despacio el mundo, un texto editado por Acantilado en el que despliega una “pinacoteca del oído”. En concreto, el autor propone un paseo por la historia de la pintura de los siglos XV-XVIII con la música como armónico hilo conductor. Así, en sus páginas analiza más de cincuenta obras pictóricas en las que los músicos y sus instrumentos cobran especial relieve.

En opinión de Andrés, afinar un instrumento es, en cierto modo, “un intento de fijar en un instante de perfección el eterno vaivén del mundo que nos rodea, un empeño no sólo del músico, sino también de tantísimos pintores de todas las épocas”. En este sentido, y según señalan desde la editorial, estas obras pictóricas “sirven al autor para trazar una personalísima historia de la música, el arte y el pensamiento del Renacimiento y el Barroco con gran sensibilidad y erudición”. Se trata, en definitiva, de “un ensayo imprescindible para todo aquel que busca consuelo tanto en la belleza de la música como en la silenciosa contemplación de un cuadro”.

Portada del libro.

Portada del libro. Cedida

Un "acto político"

Como indicó recientemente Ramón Andrés en una entrevista concedida a El Cultural, la búsqueda de la armonía tiene que ver con lo lento y no con la prisa tan propios de esta época. Y confesó que él siempre lleva un diapasón encima y lo usa cuando cree oportuno para “retornar un lugar sereno de la mente”.

En los 52 ensayos breves inspirados en otras tantas pinturas de Vermeer, Steen o Caravaggio, el autor reivindica el derecho a “vivir lento” como “acto político”. “No es una actitud porque sí ni gratuita. Este libro es una invitación a la lentitud, ya sé que es un granito de arena infimísimo, pero para mí una vida apartada, una vida lenta, tiene su contenido político de participar lo mínimo de este amor a la discordia y esta violencia que estamos viviendo”, subraya. 

Como ha indicado Fèlix Riera (La Vanguardia), Despacio el mundo “nos adentra en los caminos que conducen al espíritu y la defensa de lo sensible frente al desasosiego”.