Antes de Zugarramurdi, Navarra ya había conocido una caza de brujas. Fue en 1525, de la mano de un oscuro hidalgo llamado Pedro de Balanza en nombre del Consejo Real de Navarra y bajo el mandato del rey Carlos V. A diferencia de la posterior intervención inquisitorial, esta actuación se desencadenó en Aoiz —con el primer akelarre denunciado en Ardaitz— y llegó a su clímax en Auritz/Burguete, donde Balanza realizó una ejecución con apariencia de auto de fe civil.

Bajo esta premisa, la Universidad Pública de Navarra (UPNA) ha presentado el libro Antes de Zugarramurdi. La primera caza de brujas en Navarra (1525-1526), una monografía que saca a la luz esta persecución civil por brujería emprendida desde Pamplona, ocurrida ocho décadas antes del conocido auto de fe de Logroño en 1610.

Se trata de un estudio realizado por Jesús Moya Mangas (Bilbao, 1929), profesor universitario jubilado, que continúa la investigación del historiador danés Gustav Henningsen, considerado por la UPNA como “el mayor experto mundial en cuestiones de brujería del siglo XX”. Henningsen donó su fondo documental y bibliográfico a la universidad. Así, este libro surge como un homenaje a su legado y como una reconstrucción documentada del proceso de persecución impulsado por Pedro de Balanza, hasta que fue apartado y el caso pasó a manos de la Inquisición de Calahorra (La Rioja).

Una persecución con trasfondo político

Moya describió la caza de brujas como un procedimiento “torpe” y “muy político”. Su contexto es la conquista de Alta Navarra y la guerra civil entre agramonteses y beamonteses. Pedro de Balanza, oidor y protagonista del libro, era beamontés y formaba parte de la Casa de los Góngora, con gran influencia social. Defendía que Navarra se anexionara como reino a España y no como parte de Castilla, y quiso redimir a su tierra de las “plagas” espirituales.

Balanza inauguró esta “guerra espiritual” con un centenar de misas, continuando con la quema de cuatro mujeres y un hombre en un simulacro de auto de fe civil, realizado el lunes después del Corpus, aprovechando las ferias para publicitar su actividad.

La brujería demoníaca como construcción ideológica

Uno de los elementos más relevantes del estudio de Moya tiene que ver con el análisis de la brujería demoníaca como construcción ideológica, que se propagó desde mediados del siglo XV por teólogos dominicos, como consecuencia de las creencias procedentes de Italia, y que fue avalada por sucesivos papas. El autor dedica un capítulo a rastrear su llegada a Navarra a través de los miembros del Consejo Real (de donde era miembro Pedro de Balanza) procedentes de Bolonia.

Pero este tipo de brujería es algo que nunca existió”, aseguró el investigador.

Asimismo, el libro también examina la repercusión de esta caza de brujas en la Inquisición, que “invadió” la cruzada comenzada por el oidor, al que ya apartaron, con resultados poco concluyentes. Como colofón, se incluye un estudio detallado de la Junta de Granada (1526), convocada por el Consejo de la Inquisición para debatir sobre la naturaleza de la brujería demoníaca.

Según indicó el autor, parece que el resultado de esta discusión fue un empate resuelto por un voto dirimente a favor de la participación de las brujas en ritos satánicos, con los inquisidores presentes entre la minoría escéptica, que las consideraba fruto de sueños, visiones o sugestión, sin base material alguna. De esta forma, “se trató de verificar la existencia de brujas a través de diferentes procedimientos, como tratar de hacer que entraran por las chimeneas o por espacios muy pequeños, pero nunca consiguieron pruebas concluyentes. En Navarra, no se negó la existencia de brujas, pero tampoco se demostró que hubiera alguna”, puntualizó.

De esta forma, Antes de Zugarramurdi. La primera caza de brujas en Navarra (1525-1526) supone una aportación pionera en la historiografía sobre la brujería en Navarra, que contextualiza el caso de Zugarramurdi como un epílogo de un proceso que comenzó ocho décadas antes en Auritz/Burguete como consecuencia de la “idea quijotesca” de un hombre que quiso hacer una cruzada espiritual contra la “magia”.

Además, incluye fuentes documentales inéditas, anotadas y traducidas, así como un análisis del contexto teológico, jurídico y político que sustentó estas persecuciones. Y todo esto surge de un homenaje a la historia de Gustav Henningsen y su larga trayectoria en el estudio del mundo de la hechicería.