hacía mucho, demasiado tiempo, que no veíamos a un Osasuna como el de la segunda parte ante el Sporting. Fútbol de a por ellos, ataque de los indios de Pepe Alzate, que no pasen del centro del campo, que no toquen, que no piensen, que no respiren. Quizás alocado a veces, y quizás sin muchos más grandes detalles técnicos que el golazo de falta de Rubén García, pero es que no se puede asustar al enemigo con una carga apache si te enredas con fríos estilismos ni flemas británicas. No sabemos si con eso basta para lograr permanencias, promociones o ascensos, pero sí para que Osasuna sea de nuevo reconocible, tras el paréntesis Diego Martínez, para que cumpla las condiciones sine qua non que pide la hinchada (que hubiera cuatro navarros titulares y hasta cinco a la vez unos minutos, también ayuda). Y si a eso se le puede añadir calidad será bienvenida, pero que jamás sea a costa de la garra.