Algún día, quizás, alguien nos explicará uno de los mayores misterios del tenis femenino actual: el bajo rendimiento de Garbiñe Muguruza. Parece mentira que una mujer con esas facultades físicas y técnicas -demostradas con sus éxitos en Roland Garros 2016 y Wimbledon 2017, que le llevaron al primer puesto del ránking mundial- vaya últimamente de derrota en derrota ante jugadoras muy por debajo de ella en el ránking, en el que ha caído hasta el puesto 28º. Algo que no se explica por sus lesiones y molestias, ninguna tan invalidante. Un accidente en el tenis ante rivales inferiores lo tiene cualquiera, pero Muguruza los colecciona. Da la sensación de que es de moral quebradiza y de que por ahí vienen sus problemas. Y lo triste es que, ya con 25 años, debe ser consciente de que las oportunidades van pasando y un buen día se puede encontrar lamentándose de todo lo que pudo conseguir y no lo hizo.