El pasado 3 de junio, recién sumado a la selección española, César Azpilicueta admitió que tenía "una espina clavada" con el equipo nacional, porque nunca había logrado "demostrar" el nivel del Chelsea... hasta esta Eurocopa, de pronto afianzado en el once, de repente goleador y al nivel que se espera para superar el anhelo expresivo de sus anteriores convocatorias."Como equipo no hemos conseguido dar ese paso y no han acabado esos torneos de la forma que queríamos. Y ahora es una nueva oportunidad. Tengo muchísimas ganas de poder demostrar lo que he demostrado en el Chelsea durante tantos años", decía entonces en el Wanda Metropolitano, camino ya rumbo a un torneo que ni intuía.

Ni en Brasil 2014 ni en Francia ni en Rusia 2018 había avanzado más allá de los octavos de final -en la primera cayó en la primera fase y en las dos siguientes en esa misma ronda en la que derrotó este lunes a Croacia-, ni tampoco había logrado ningún gol. Tampoco lo había hecho jamás a lo largo de sus 26 partidos precedentes.

Hasta este lunes, hasta el minuto 57 de un estresante encuentro, enloquecido antes y después, que pareció acomodar el testarazo del lateral derecho de la selección española -central en el Chelsea-, en una jugada cuyo protagonismo fue absoluto, de principio a fin, desde que lo divisó Unai Simón en la salida y desde que cruzó el campo con una conducción con la que rebasó líneas hasta que cabeceó el gol.

El servicio fue de Ferran Torres, medido, para la irrupción de un futbolista que también ha respondido a la sorprendente llamada a última hora de Luis Enrique Martínez, porque ningún pronóstico habría calculado su presencia en la Eurocopa 2020 hace un año, ausente como había permanecido de los planes de la selección desde el 18 de noviembre de 2018, cuando había jugado su último choque...

Siete años de sequía Hasta la convocatoria del pasado 24 de mayo, la definitiva para el torneo continental, entre los 24 elegidos por el técnico para una posición a debate, el lateral derecho, desde la que reapareció el pasado 23 de junio en la goleada 0-5 de España a Eslovaquia en el estadio de La Cartuja de Sevilla. Su vuelta tras 2 años y 7 meses.

O el inicio de una irrupción en la titularidad que confirmó su segundo encuentro consecutivo de este lunes frente a Croacia y que no había disfrutado en una competición de esta dimensión desde hace siete años, desde el desastre de Brasil 2014, cuando su selección cayó eliminada en tan solo dos partidos de la primera ronda.

Desde aquel momento, cuando jugó de inicio y el duelo completo contra Holanda entonces, ahora Países Bajos, en el estruendoso 1-5 en Salvador de Bahía y después en la derrota definitiva por 0-2 ante Chile en Río de Janeiro, Azpilicueta nada más había jugado 9 minutos entre la Eurocopa de Francia 2016 y el Mundial de Rusia 2018.

Nada más tuvo ese recorrido en la anterior edición del torneo continental. No jugó contra la República Checa, después sí tuvo esos nueve minutos en la goleada a Turquía (3-0) y desapareció de nuevo de las alineaciones contra Croacia e Italia. También en Rusia 2018, donde no saltó al terreno de juego en ninguno de los cuatro choques.

Suplente al comienzo de la actual competición europea, con la elección de Marcos Llorente -un interior derecho que puede jugar en muchos lugares pero su posición más natural en la actualidad es esa- para el lateral diestro por Luis Enrique, todo cambió para él frente a Eslovaquia: entró en el once, jugó 77 minutos y se afianzó.

La demostración más evidente fue su repetida titularidad ante Croacia, cuando marcó su primer gol como internacional, cuando se quitó al menos una parte de esa espina clavada que tiene con la selección, a la que aún le queda el tirón definitivo, el colectivo, el de ser campeón de Europa como lo ha sido este curso con su club.