4.398
Viviendas vendidas. De ellas, únicamente 1.763 fueron nuevas y 2.635, usadas.
2,30%
compras de extranjeros. Navarra es un territorio poco codiciado por el comprador extranjero. La presencia de compradores extranjeros en España es superior y alcanza el 13,01%.
500.000
Para el permiso. La modificación legislativa que permite adquirir el permiso de residencia a los extranjeros que adquieran inmuebles por valor superior a los 500.000 euros no ha tenido apenas efecto en Navarra.
Llegada de ICBC. La progresiva bancarización de los ciudadanos chinos coincide con la llegada a España de ICBC, el gigante bancario asiático.
pamplona - Con la demanda y los precios en su momento más bajos, los ciudadanos chinos se han lanzado a comprar viviendas en España. Principalmente en Madrid y Barcelona, pero también en otras zonas de la península, entre ellas Navarra. Durante 2014 fue el colectivo extranjero más activo en la compraventa de inmuebles de todo tipo en la Comunidad Foral.
Las cifras son de momento muy modestas en Navarra, con apenas una decena de viviendas adquiridas en 2014, que suponen apenas una fracción de las 1.530 que este colectivo adquirió en toda España. Pero tienen su relevancia si se atiende a que el volumen de población chino es muy escaso (1.419 personas empadronadas en Navarra) y a que refleja una tendencia sostenida en el tiempo. En los dos últimos años también se han mostrado más activos en la adquisición de locales comerciales.
Este dinamismo ha animado a Carlos Pérez Pou, trabajador de banca hasta 2010, a crear una inmobiliaria enfocada especialmente al público chino. Y lo ha hecho asociándose con Maite Huang, ciudadana china afincada en Navarra desde 1996 y con quien ha abierto su oficina en plena avenida Pio XII. Una ubicación céntrica para atender a un público diverso. “Con el cliente nacional -explica Pérez Pou- funcionamos como una inmobiliaria corriente, pero con los chinos tratamos de asesorarles en profundidad. Y si son nuevos en Pamplona les ayudamos con el colegio o con lo que haga falta”.
Es en este punto donde interviene Maite, cuyo nombre chino (Aiwei) significa amor de madre. “Por eso opté por Maite (que podría traducirse del euskera como amor)”, dice. Ella conoce el idioma y es la dueña desde hace ya unos años de un local hostelero situado junto a la inmobiliaria. “Es toda una referencia para los chinos de aquí, porque fue una de las primeras en llegar”, dice Pérez Pou .
Su presencia basta para romper la barrera cultural y una desconfianza que tiene que ver “con la cultura”, dice Carlos Pérez y “con el idioma”, añade Maite. “Al no entender, piensan que les van a engañar”, dice. Los chinos, apenas 180.000 en toda España, reciben semanalmente una publicación “en la que se suele alertar de este riesgo”, dice Maite Huang, y refuerzan por ello las precauciones.
Lo hacen, desde luego, al comprar la vivienda, optando por personas de su confianza. Y, por supuesto, a la hora de tomar las riendas de un negocio. “Generalmente optan por el traspaso. Y solo si ven que funciona se deciden a comprar”, dice Pérez Pou, que explica el modo en que examinan un negocio antes de hacerse con él: “No basta con que les presentes la factura o la declaración de la Renta. Si es un bar, por ejemplo, pasan el día entero en él, contando el número de personas que entra y qué piden. Y así dos o tres días enteros. Y a partir de ahí toman una decisión”.
Menos efectivo En los últimos años, la mejor situación económica relativa de Navarra ha atraído a decenas “de paisanos”, tal y como les llama Maite, desde otras comunidades. “Les gusta Pamplona cuando vienen, el tipo de ciudad que es, incluso las manifestaciones les llaman la atención, porque allí no hay”, dice Maite Huang. Y si ven la oportunidad, compran. “Y en el caso de los locales comerciales, cada vez los quieren más grandes, de unos 2.000 metros cuadrados”, dicen.
“Hay dos tipos de clientes, el que lleva mucho tiempo trabajando y ha hecho dinero, que suele optar por chalets o pisos caros, de más de 300.000 euros, y los asalariados, que optan por viviendas baratas, de apenas 100.000 euros”, dice Pérez Pou. “En el escalón intermedio, casi nada”, añade. La imagen del chino que pagaba a tocateja, sin recurrir a financiación bancaria, va cambiando poco a poco. “Ahora está más difícil”, reconoce Maite Huang, quien se refiere de este modo a los mayores controles de Hacienda y a la creciente bancarización del colectivo, que antes guardaba el dinero en casa o en un circuito propio de prestamistas. “Y no todos los chinos tienen dinero. Somos muchos y hay de todo”, recuerda.