Decenas de miles de personas cambian de empleo todos los años en Navarra. Algunos lo hacen para mejorar, otros para encontrar una ocupación que encaje mejor en su ritmo de vida. Muchos han tenido que hacerlo también por necesidad, por un despido, por el cierre de una empresa o por una crisis que termina con un sector entero. El estallido del Covid se ha convertido en uno de esos eventos que también condicionará el destino laboral de miles de personas.

Cambiar de empleo supone asumir un reto. Y establecerse como autónomo, poner la semilla de una actividad empresarial, eleva al cubo los riesgos, las dificultades y también las satisfacciones. "Creo firmemente que es posible y necesario vivir de algo que nos llene. Que nos lo debemos a nosotros mismos. Y sé por experiencia que no es fácil, pero que la recompensa es inmensa", explica Tania Lasanta, doctora en Química e investigadora en proyectos científicos, que en 2015 decidió dar un giro profesional y comenzó a ayudar a emprendedores".

Navarra contaba a cierre de marzo de 2021 con 47.309 trabajadores autónomos, casi 500 más que hace un año. y unos 2.500 más que en 2013, cuando la economía tocó fondo después de la última crisis. El autoempleo ha crecido como una opción que cabalga entre la necesidad y el autorrealizamiento, que se asoma con temor al laberinto administrativo, pero que es también la promesa de un futuro diferente. Todas las empresas grandes empezaron siendo pequeñas.

"Es verdad que dejas de tener un jefe, pero yo soy una jefa bastante exigente conmigo misma. Y en mi caso, entiendo que cada cliente es mi jefe", explica Elena Lecumberri, que se estableció como autónoma después de dos décadas trabajando por cuenta ajena. Otros, como José Ignacio Toca, han tenido que reinventarse por la pandemia; y empresas como Saluxlan han debido transformar su idea de negocio de arriba abajo. Historias de una realidad laboral que no deja de mutar.