Fundación Caja Navarra ha vendido en el último año casi el 80% de la participación que tenía en CaixaBank, con cuyos dividendos venía pagando buena parte de su obra social. La entidad navarra ya había anunciado su intención de diversificar las vías de ingresos, una decisión que se ha concretado a lo largo de los últimos 12 meses, cuando se ha desprendido de unos 40 millones de títulos de la entidad financiera, que ayer cotizaban en máximos históricos a 5,8 euros. Caja Navarra mantenía esas acciones desde 2012.

El precio medio de venta de estos 40 millones de acciones se ha situado claramente por encima de los cuatro euros, por lo que la entidad ha dispuesto de más de 160 millones de euros para invertir en una serie de productos financieros, entre ellos renta fija y renta variable. Todo ello con el objetivo de asegurar una cifra recurrente de ingresos y, sobre todo, ir conservando el patrimonio “en términos reales”, sin que la inflación lo vaya erosionando. A cierre de 2023, Fundación Caja Navarra conservaba un patrimonio de unos 276 millones de euros, según figura en sus últimas cuentas auditadas.

La desinversión se ha efectuado “de manera ordenada”, explicaban fuentes conocedoras de la operación, y con el conocimiento tanto de la propia CaixaBank, de la que Fundación Caja Navarra conserva todavía 10,1 millones de acciones, como del propio Gobierno de Navarra. El propio presidente de Caja Navarra, el socialista José Ángel Andrés, anunció al Parlamento de Navarra a comienzos de este otoño que se había iniciado el proceso de diversificación del patrimonio. 

Más de doce años con las acciones

La venta de la mayor parte de las acciones supone en cierto modo también el final de un camino que se inició en la primavera de 2012, cuando CaixaBank adquirió Banca Cívica, entidad financiera que había sido impulsada por una Caja Navarra incapaz de afrontar en solitario la crisis inmobiliaria, económica y financiera que se desató en 2008. En aquella aventura, Caja Navarra, entonces dirigida por Enrique Goñi, encontró tres socios: Caja Burgos, Caja Canarias y la sevillana Cajasol. 

De resultas de todo aquello, y como sucedió con la mayor parte de las cajas de ahorros, Caja Navarra, que contaba con un siglo de historia y que había sobrevivido a todas las crisis económicas anteriores, perdió su condición de entidad financiera y quedó convertida en una fundación, poseedora del 1,2% de las acciones de CaixaBank, unos 53 millones de títulos. 

Este paquete de acciones dio derecho inicialmente a un puesto en el consejo de administración, que fue ocupado en primer lugar por José Antonio Asiáin, último presidente de Caja Navarra (2008-2012). El abogado navarro, consejero y vicepresidente del Gobierno de Navarra con Gabriel Urralburu (PSN) entre 1984 y 1991, se integraba así en el consejo del grupo financiero de origen catalán, en el que todavía permanece. Asiáin (Pamplona, 1949), que renovó el año pasado como consejero independiente de CriteriaCaixa, el brazo inversor de Caixabanx, es miembro de la Comisión Ejecutiva de Criteria desde 2019 y preside desde ese mismo año su Comisión de Nombramientos y Retribuciones. También Enrique Goñi, primer ejecutivo de Caja Navarra, encontró acomodo dentro del grupo Caixa, en su caso como adjunto a Isidro Fainé, presidente entonces de Caixabank y hoy de la Fundación la Caixa. 

Aquella participación inicial del 1,2% fue diluyéndose poco a poco en los años siguientes, como consecuencia sobre todo del incremento del capital social de la entidad financiera. Y la remuneración en forma de dividendos se vio sometida asimismo a los vaivenes propios de la actividad económica y de las decisiones del consejo de administración de Caixabank. Generosa en los primeros años, se vio recortada posteriormente y y ha crecido de nuevo en los últimos años, tras el incremento de los tipos de interés que ha disparado los beneficios del sector financiero. 

Fundación Caja Navarra se ha visto asimismo liberada del pacto de accionistas firmado en 2012 y que obligaba a mantener las acciones de la entidad de origen catalán, por lo que, con el viento de cola del alza en las cotizaciones, ha ido liquidando la mayor parte de sus posiciones en en los últimos 12 meses. Conserva 10,1 millones de acciones, en torno al 0,1% del capital social de CaixaBank, hoy con sede en Valencia.