"Sunsundegui no puso las medidas de seguridad necesarias y por su culpa, mi padre ya no está con nosotros y todavía duele", ha expresado Nuria Alamillo García, antes de que haya roto a llorar durante la rueda de prensa en la que ha participado este martes en la sede de ELA.

Nuria es hija de Teodoro Alamillo Rodrigo, trabajador de la carrocera fallecido el 5 de marzo de 2020 por un cáncer de pulmón provocado por su exposición al amianto utilizado en la factoría. Natural de Alsasua, desarrolló la profesión de soldador durante 46 años. "No es justo que Sunsundegui se vaya de rositas, porque me han quitado a mi padre antes de tiempo", ha resaltado después de haberse tranquilizado tras emocionarse al recordarlo. "No pensaba que durante mi intervención me iba a poner así", ha confesado tras concluir la rueda de prensa.

Ya nada es igual

Han pasado cinco años desde que Teodoro falleciera y, en este lustro, su madre Pilar García Matas ya no ha vuelto a ser la misma y su hermano César y ella afrontan este duelo como pueden.

La Fundación Bidelagun ha ganado un juicio a favor de esta familia. La sentencia del Juzgado de lo Social nº 1 de Pamplona ha reconocido un recargo del 40% en la prestación de viudedad a la esposa de este trabajador. Pero Sunsundegui se encuentra en concurso de acreedores, y lo más probable es que esta familia deba acudir al recién aprobado fondo de compensación por amianto, por falta de liquidez de la carrocera.

Una montaña rusa de emociones

"Estamos satisfechos porque nos han dado la razón con el recargo de prestaciones, pero también observamos que no vamos a cobrar nada. Por eso, sientes que das un paso hacia adelante y dos hacia atrás. No se está haciendo justicia, porque no se va a castigar a quien lo hizo mal", ha reiterado.

En apenas siete meses

Nuria ha relatado ante los periodistas que han asistido a la convocatoria de prensa cómo vivió su familia la enfermedad de su padre. "Desde el diagnóstico hasta su muerte solo transcurrieron siete meses, fue todo muy rápido. En julio de 2019 el neumólogo confirmó que padecía un cáncer y el 5 de marzo de 2020 falleció", ha relatado Nuria.

Teodoro, tras décadas como empleado de Sunsundegui, tenía una mancha en el pulmón provocada por el amianto, por el que se sometía a un control médico cada año. "Como los exámenes siempre le salían bien, no éramos conscientes del peligro que suponía hasta que en 2019 comenzó a sentirse mal y tras unas pruebas, confirmaron que el cáncer se había despertado y que se había extendido. Nos quedamos en shock", ha manifestado.

Nuria Alamillo, en la rueda de prensa de este martes. Oskar Montero

A pesar de aquel jarro de agua fría, Teodoro no perdió el optimismo y se mostró fuerte para luchar contra esa enfermedad. "Solo nos pidió que delante de él no lloráramos. Así que sacamos fuerzas para complacerle", ha contado.

En Salamanca

El matrimonio compuesto por Teodoro y Pilar se movía entre Alsasua y Salamanca, después de que este se jubilara con 62 años, ya que por cuestiones laborales su hija se encontraba en esta provincia de Castilla y León. "Salud le dio la opción de tratar su enfermedad en Pamplona o Salamanca, y no dudó en responder: donde esté mi hija", ha dicho.

El oncólogo comunicó que "no había operación y si no la hay, todos sabemos el final", ha reiterado.

Apenas una semana antes del confinamiento, Teodoro murió. "Por lo menos, familiares y amistades pudieron despedirse porque luego llegó la pandemia de la covid", ha dicho. A partir de ese momento, "todo ha sido muy lento", ha manifestado.

Nuria ha señalado que su tía y un compañero de trabajo de su padre recomendaron a la familia contactar con ELA para denunciar el caso de Teodoro. "Llegamos a la conclusión de que la muerta de mi padre fue por culpa de Sunsundegui, y que debíamos denunciar a la empresa". Así comenzaron a colaborar la familia Alamillo García con la Fundación Bidelagun. "La covid retrasó todo, y los meses se han convertido en años, y seguimos aquí".

Nuria ha repetido en más de una ocasión en la conversación con este periódico que durante la semana que pasó su padre en paliativos no perdió la alegría. "Aunque no podía comer, cantaba a las enfermeras", ha rememorado con una sonrisa.

Entre recuerdos y luchas en los juzgados y en la Administración, la familia Alamillo-García sigue en la pelea. "Quieres cerrar una herida, pero no puedes", ha lamentado.