Miguel Díaz Montes (Estella, 24 de enero de 1994) está volviendo a sonreír con el fútbol después de dos años condicionados por las lesiones. El estellés, que llegó al Valle de Egüés a dos días del cierre de mercado, encadena dos jornadas consecutivas anotando, la última en Merkatondoa, un campo especial para él, delante de familia y amigos.

Afrontan la semana con una victoria en un campo especial para usted. ¿Qué supone en lo personal? ¿Y en lo colectivo?

–En lo colectivo, es muy importante. Sabemos que en esta categoría es muy difícil sacar adelante los partidos, estamos viendo que en cada uno hay que luchar y sufrir mucho, y a nosotros estos últimos seis puntos nos dan mucho, tenemos 10 puntos, pero no hemos hecho nada todavía, y personalmente muy contento, porque los goles te dan confianza para seguir, y si sirven para que el equipo saque los puntos, pues mucho mejor.

Pese a las dos primeras derrotas, parece que el Valle de Egüés tiene cogida la medida a la categoría 

–Da mucha confianza y al final en las dos primeras estás cerca de puntuar pero no lo haces, y como dice nuestro entrenador, ‘lo importante son los puntos’ y te veías con 0 en tu casillero. Pero por otra parte estás tranquilo porque sabíamos que estábamos trabajando muy bien, muchos jugadores son debutantes en la categoría y era la primera vez que competían en Segunda RFEF. Una vez que ahora el equipo ha cogido poso y se ha asentado en la categoría, están viniendo los resultados.

Pese a llegar al cierre del mercado, ha caído de pie. ¿Cómo lo vivió?

–Si te digo la verdad, fue difícil porque el año pasado estuve lesionado desde Navidad y no pude jugar en la segunda vuelta, por lo que la realidad es que no tuve ofertas en verano. Los equipos no se fiaban de que estuviera recuperado al cien por cien y son momentos difíciles porque los equipos se van formando, los jugadores ya comienzan a entrenar y ves que los clubes no quieren contar contigo. Todo cambia cuando recibo a última hora la llamada de Vicente, el coordinador, que me dice que quieren contar conmigo, que puedo aportar cosas que no tienen.

Ahí ya se siente aliviado...

–Exacto. Me sentí aliviado porque veía que el mercado se acababa y yo quería volver a ser parte de un equipo y volver a sentirte futbolista. Para mí hubiera sido difícil no encontrar equipo, estar un año completo hasta Navidad sin poder jugar y por eso fue muy fácil decirle que sí al Valle de Egüés.

¿Hubo opción de jugar en Lerín?

–Sí. Le di una vuelta porque quería seguir compitiendo. Dentro de mí sentía que todavía podía estar en la rueda de la Segunda RFEF. Pero sí que jugar en Lerín era una opción por lo bien que me trataron durante la pretemporada y si no hubiera encontrado nada, me hubiera quedado. Les estoy muy agradecido por haberme dejado entrenar con ellos. 

¿Qué vestuario se encontró aquí?

–Muy diferente a lo que he tenido en mi carrera. Es un vestuario joven, son jugadores muy cercanos que tienen una ilusión increíble por la categoría. Quizás había estado en otros vestuarios de gente más veterana, que tenía otra mentalidad en el fútbol y aquí desde el primer momento me he encontrado gente muy humilde, muy trabajadora que me ha ayudado y esa es lo que recalco de este equipo. 

Incido en ello porque ha estado en Osasuna, Miranda, Murcia… ¿Con una trayectoria así, a uno le piden consejos o es uno más en Egüés?

–Yo me he sentido uno más desde el primer momento en el que llegué, pero sí que es verdad que cuando cogen confianza contigo te preguntan a ver si le puedes dar algún consejo, alguna vivencia que has tenido pero me siento uno más.

¿Se arrepiente de alguna decisión a lo largo de su carrera?

–No. Cuando he tomado una decisión he creído en lo que era mejor para mí. Ahora, ver que igual no era una buena decisión no me sirve. Con ayuda de mi familia y de mi pareja, he intentado ver qué era lo mejor para mí. 

Una de esas decisiones fue rescindir su contrato con Osasuna antes de que venciera. ¿Cómo se dio?

–Bueno, aquello fue cuando llega Jagoba Arrasate. Yo hago la pretemporada con ellos y Jagoba es muy sincero y me dice que no voy a tener muchos minutos y en esa temporada salgo cedido a Mirandés y Murcia, y la siguiente temporada, que me queda un año de contrato, deciden que no van a contar conmigo. Entiendo la situación y busco otras opciones. 

Entiendo que para el jugador es duro que un entrenador le diga que no cuenta con él, pero a su vez agradece que sea tan sincero…

–Exacto. Para mí, una de las cosas más importantes en el fútbol es que me digan las cosas a la cara y que sean sinceras. Yo, que llevo muchos años en el fútbol, entiendo que esto es un embudo y que no todos pueden llegar. Pero es una pena haber estado tan cerca y haber tocado con la punta de los dedos todo ese mundo. Como te he dicho, esto es un embudo, echo la vista atrás y veo los compañeros en infantiles y cadetes que he tenido y han llegado uno, dos y es algo muy complicado. Estoy muy orgulloso de todo lo que conseguí, de hasta dónde llegué y ahora tengo ilusión por seguir, porque el fútbol es mi pasión, y quiero llegar hasta el final.

Le cuentan en las estadísticas una participación en Copa del Rey con el primer equipo en partido oficial. ¿Echa de menos o lamenta no haber podido tener más oportunidades?

–Sí. Es una de las espinitas que me llevó de esa época, el hecho de no haber tenido alguna oportunidad más. Pero el entrenador (Diego Martínez) era lo que consideraba. Yo no podía hacer más que intentar entrenar y trabajar para estar a mi mejor nivel, pero en el fútbol hay muchos condicionantes, no depende sólo de uno mismo, y sí que es verdad que en aquella época me hubiese tenido alguna otra oportunidad más para demostrar si podía estar o no. 

Eso ya es pasado. Volviendo al presente, ¿qué le pide a la temporada?

–Lo primero, que me respeten las lesiones, que llevo un par de temporadas en las que me han lastrado y me han condicionado un poco. Luego, volver a disfrutar del fútbol. Colectivamente, que las cosas me vayan bien, porque también le irán bien al Egüés.