Una vez llegado el final de temporada, comienza el baile de cromos en los equipos navarros. Algunos hicieron el trabajo con antelación y renovaron a sus entrenadores a pesar de no haber alcanzado los objetivos, por muy complicados que fueran, decidiendo apostar por el trabajo realizado durante la semana. Otros, por haber cumplido sus objetivos, tienden a continuar inmersos en los proyectos. Y los hay que buscan nuevos aires. Es la ley del fútbol.

Uno de estos últimos casos ha sucedido en Oberena. Consumado el descenso a Autonómica, pese a que una carambola les devolvería a Tercera RFEF –una vez que el Izarra ha logrado la permanencia en Segunda RFEF, la entidad manguiverde necesita que el equipo que dispute el play off de ascenso a Segunda RFEF logre vencer su duelo, pese a que en las dos últimas temporadas la suerte no cayó del lado navarro. El Txantrea no pudo con el Beasain, ni el Subiza con El Palo. Sólo en ese escenario, el club oberenista conservaría su plaza en Tercera RFEF, afectada por los descensos por arrastre–.

Aun así, desde el club ya se han puesto en marcha a planificar la próxima temporada y han atado a su inquilino en el banquillo. Será Rubén Álvarez, que cogerá el testigo de un Haitz Amunárriz que, después de ocho años ligado a Oberena, se despidió en redes sociales de la que ha sido su casa durante este periplo con una emotiva carta:

“Querida familia de Oberena,

Con una mezcla de sentimientos encontrados, escribo estas palabras para anunciar que ha llegado el momento de cerrar un capítulo muy especial en mi vida. Después de ocho temporadas como entrenador de este club, he tomado la difícil decisión de cambiar de rumbo y asumir nuevos retos.

Han sido años de mucho trabajo, dedicación y, sobre todo, de grandes satisfacciones. Juntos hemos compartido victorias y derrotas, alegrías y tristezas, pero sobre todo, hemos formado una familia unida por una misma pasión. Cada entrenamiento, cada partido, cada conversación y cada risa han dejado una huella imborrable en mi corazón. Quiero agradecer a la directiva del club por abrirme las puertas y darme la oportunidad de ser parte de esta increíble familia. También a las personas que trabajan cada día por detrás y siempre me han transmitido su apoyo incondicional.

Quiero seguir con los cuerpos técnicos que me han ayudado en todos estos años, habéis sido mi mano derecha y mi soporte en todo momento. Me quedo con vuestra dedicación, conocimiento y pasión porque no tengo palabras suficientes para agradeceros todo lo que habéis hecho. Quiero expresar mi más sincero agradecimiento a todos los jugadores con los que he tenido el honor de trabajar. Habéis sido la razón de mi esfuerzo y dedicación. Ver vuestro crecimiento y desarrollo tanto dentro como fuera del campo, ha sido una de las mayores recompensas de mi etapa y me quedo con cada momento compartido. También a las familias, gracias por vuestro inquebrantable apoyo y confianza.

Finalmente, a mi pareja, familia, amigos y cuadrilla por aguantarme, escucharme y aconsejarme, siempre estaré eternamente agradecido por el cariño en los buenos y en los malos momentos. Aunque deje el club, no me despido por completo, ya que siempre llevaré a Oberena en mi corazón y seguiré apoyando y animando desde donde me encuentre.

Con mucho cariño, hasta pronto”.

La apuesta es Rubén Álvarez

Rubén Álvarez, en un partido dirigiendo al Lerinés. Cedida

Rubén Álvarez es el elegido por Oberena para tratar de devolver, si se termina confirmando el descenso, al histórico equipo navarro a la máxima categoría regional. Rubén, que llega acompañado de su segundo, Julen Álvarez, ya sabe qué es celebrar un ascenso a Tercera. Lo consiguió en La Romaleta con el Lerinés, haciendo historia en Lerín en su primera temporada, destino al que llegó después de estar tres años en Doneztebe, equipo al que subió a Autonómica. El propio Rubén se despedía también de Lerín, un pueblo que le ha marcado tanto en lo personal como en lo laboral.

"¡Aúpa, azules!

Después de dos años maravillosos, ha llegado el día de la despedida. No es fácil despedirse del lugar donde has sido feliz. En todo momento he notado el cariño de la gente y eso es lo que más me llena de alegría.

Creo que cierro un bonito capítulo en mi vida donde entre todos habéis conseguido que me vaya siendo mejor persona y entrenador.

Pienso que todo el conjunto de personas que conformamos el Lerinés hemos crecido cuantitativa y cualitativamente. La sensación que percibo de mejora en todos los aspectos es brutal, y, al margen de logros deportivos, me quedo sobre todo con la calidad humana de todas las personas que componen este maravilloso club.

Han sido dos años que calificaría de sobresaliente, el primero por ese ascenso HISTÓRICO y el segundo por el control que ha sabido llevar y la manera de gestionar las emociones de todo el grupo. Ahora no somos capaces de ver más allá del muro, pero creo que el aprendizaje de este año ha sido brutal y con el paso del tiempo nos daremos cuenta de ello.

Quiero dirigirme primero a la AFICIÓN, lo que me habéis hecho vivir ha sido impresionante. Habéis llenado todos los campos de fútbol donde hemos estado y la manera de animar y volcaros con el equipo ha sido una auténtica locura.

A mi equipo, que deciros, os habéis enfrentado a todo tipo de adversidades y habéis sabido recomponeros en todo momento. Hemos demostrado que cuando este equipo está contra las cuerdas, siempre responde. El ADN de Lerín se hace más grande cuando las circunstancias intentan empequeñecemos y ahí la clave de todo esto.

Y cómo no, a mi cuerpo técnico, Alfonso y Mario, por estar conmigo apoyándome día tras día, y a mi hermano Julen, por poner luz cuando había sombras y sombras cuando el sol me cegaba.

Quiero dar las gracias sobre todo a mi amigo Roberto por haber apostado por mí y a los capitanes, Javier y Jorge, por ponerme las cosas tan sencillas desde el primer momento.

Por último, a la gente del Club que más cerca habéis estado en el día a día (Íñigo, Xaba, Félix, Masó, Jesús, Pepe) por hacerme estar como en mi casa en todo momento. Y a ti, Presi, por mostrarme un apoyo y un amor sin fisuras, me llevo un gran amigo de por vida.

Nekane y este míster loco, se despiden de la que siempre será nuestra casa.

¡AÚPA AZULES! ¡Orgullo de LERÍN!"