pamplona. Vive en un caserío y es muy aficionado a la pelota. Además, siempre que puede comparte unos vinos con sus amigos y ejerce como tertuliano en ETB. Todo esto sin olvidar que es el entrenador del Tudelano. Manix Mandiola no tiene tiempo para aburrirse.

La primera pregunta es obligada. Su nombre es Javier, pero todo el mundo le conoce como Manix. ¿De dónde viene ese apodo?

Son cosas de críos que se quedan para siempre. A alguien se le ocurrió llamarme así cuando era pequeño y se me quedó.

¿Qué significa?

Antes, cuando yo era un crío, había una serie de televisión que se llamaba así. Era una serie americana que han repuesto varias veces, porque yo he llegado a verla 30 años después.

Es propietario de algunos bares en Eibar, su pueblo. ¿Me equivoco?

A nivel de hostelería tengo un socio, Peio Uralde, que jugó en la Real Sociedad y en el Athletic y estuvo en el Mundial del 82 con la selección. Entre los dos tenemos un par de bares en Eibar y otro en San Sebastián.

¿Cómo le dio por ahí?

En su día, cuando los dos todavía estábamos jugando, surgió la oportunidad y nos metimos en ese mundillo. Siempre hemos estado entre eso y el fútbol, viviendo de lo uno pero queriendo vivir de lo otro. Me hubiese gustado poder vivir del fútbol, pero durante muchos años ha tocado vivir económicamente de la hostelería.

Ya que estamos hablando de bares... Como buen vasco, practicará el txikiteo

Sí, por supuesto. Alternar con los amigos es como una forma de vida en Eibar. Ahora se está perdiendo, porque se bebe menos que antes y hay bebidas alternativas, pero los dos días a la semana que estoy en Eibar siempre alterno con los amigos. Y hacemos la ruta habitual.

En Euskadi hay más bares y restaurantes que en once países de la Unión Europea. O al menos así era hasta hace unos años...

Es una forma de vida, los bares son un medio para que la gente se relacione. Nosotros tenemos uno, el primero que abrimos en Eibar, en el que no hay televisión. Es nuestra máxima, para que la gente no esté embobada viendo cualquier charlotada. Entendemos que los bares tienen que ser sitios de reunión donde se hable, no lugares en los que todo el mundo esté callado. Para eso te vas a tu casa.

Da igual que no haya televisión, ahora los jóvenes se emboban con los móviles y el WhatsApp.

Es complicado, ahí hay un claro riesgo de adicción. Tengo dos hijos adolescentes en casa y te aseguro que es un problema.

Junto a la bebida siempre está la comida, y la gastronomía vasca es mundialmente conocida. ¿Se maneja en los fogones?

No es mi fuerte para nada, aunque he tenido que vivir mucho tiempo fuera de casa y he hecho mis cosillas. Reconozco que comiendo ando bastante mejor que cocinando (risas).

En Eibar vive en un caserío.

Compré un terreno en el monte hace más de 20 años y construí una casa. Está a las afueras del pueblo, a siete kilómetros del centro.

¿Cómo es el día a día allí?

Normal, no hay ninguna explotación agrícola ni nada, sólo una huerta y algunos animales. Puede parecer que vivir en el extrarradio es muy distinto a todo, pero yo estoy a diez minutos de Eibar y lo tengo todo cerca.

O sea, que la vida en el baserri no es una vida rural.

No, para nada. Lo mío es una mezcla entre un caserío y un chalet, una casita unifamiliar sin más misterio.

Pero ha mencionado que tiene algunos animales.

Tengo un par de caballos y varias gallinas. Los caballos están completamente asilvestrados, pero me vienen bien porque me quitan el trabajo de andar segando, limpiando y desbrozando el terreno.

Ahora está en Tudela, aunque ha dicho que pasa dos días a la semana en Eibar.

Sí, los martes y viernes tenemos descanso y suelo marcharme a Eibar. Allí paso dos o tres días a la semana.

Menudo gasto en gasolina.

Hago dos viajes a la semana como mínimo, cerca de 900 kilómetros. Entre Tudela y Eibar hay unos 220 kilómetros, dos horas y cuarto. Como he venido para cinco meses y tengo tiempo, me lo permito, aunque si fuese a quedarme aquí más tiempo me movería menos. También me gusta estar en Tudela, porque quiero identificarme con el pueblo.

Pasa mucho tiempo viajando. ¿Qué música suena en su coche?

No me da tiempo a escuchar nada. Bastante tengo con ir controlando los radares, porque me han crujido con tres multas en 15 días. Al principio viajaba más tranquilo, pero ahora voy casi asustado. La autovía de Leizarán es una locura.

Hay que tener cuidado al volante.

Por supuesto, pero yo ya estoy habituado a moverme en coche al vivir fuera del centro. Para mí, el coche es un medio muy necesario, como el ordenador para aquel que trabaja en una oficina.

¿Qué tal en Tudela? ¿Echa de menos algo de su tierra?

No echo de menos nada, estoy a un paso de casa. En Tudela me han aceptado muy bien y no estoy teniendo ningún problema, porque la ciudad tiene un tamaño parecido a Eibar y encima aquí hay mucha gente de allí, personas que en su día se trasladaron desde Euskadi. El modo de vida es muy similar, aunque aquí hay peculiaridades como la verdura, que es un referente. De momento estoy encantado.

¿No echa en falta hablar euskera?

No, en mi época el euskera no se hablaba más que en casa, no teníamos el hábito de hablarlo. Hay que tener en cuenta que yo nací en pleno franquismo y por aquel entonces el euskera era algo que se estaba perdiendo. Por suerte, se ha recuperado y hoy en día la gente puede elegir en qué lengua hablar. Es cierto que en Tudela no lo oigo mucho, pero no me preocupa.

Cambiemos de tema. Sé que le gusta la pelota.

Yo de chaval jugaba a fútbol y a pelota, incluso llegué a jugar el Interpueblos. Cuando eres más o menos bueno en un deporte, también lo eres en otros. La pelota es un deporte que me gusta y sigo mucho, y además tengo relación con algunos pelotaris.

¿Olaizola o Irujo? Mójese.

Tengo relación con Juan, le conozco y tengo amistad con él. A Aimar, por el contrario, no le conozco. Creo que ahora mismo Olaizola está medio peldaño por encima, algo que fue al revés hace unos años. Aimar ha evolucionado e Irujo sigue con sus armas de siempre, y esa es la diferencia. Pero esto es una lectura muy atrevida por mi parte.

¿Cómo ve el Campeonato de Parejas que está en juego?

Aimar e Irujo son favoritos siempre que compiten. Olaizola está consiguiendo hacer bueno a un chaval que debuta, y Juan más de lo mismo. Tiene que pasar algo muy extraño para que no gane uno de los dos.

¿Va al frontón o ve los partidos por televisión?

Suelo verlos por la tele, pero si estoy en Eibar y hay algún partido en el Astelena, que es el frontón de allí, me suelo acercar.

Alguna vez le han visto en el frontón con José Luis Mendilibar, exentrenador de Osasuna.

Somos amigos, jugamos juntos hace muchos años en el Sestao con Jabo Irureta como entrenador. Una vez a la semana solemos quedar para dar una vuelta por el monte y hablar un rato de nuestras cosas.

Ha hecho sus pinitos en la televisión comentando partidos de fútbol en ETB

Llevo mucho tiempo yendo asiduamente a una tertulia que hay todos los domingos por la noche en ETB Sat. Desde que estoy en Tudela ya no voy tanto, porque no se puede estar en dos sitios a la vez, pero allí siempre tengo las puertas abiertas.

¿Se ve en ese mundillo cuando deje de entrenar?

No, para eso estáis los profesionales. Yo solo ayudo dando mi opinión, como tertuliano. Me gusta, porque he competido y sé lo difícil que es el fútbol. Vosotros los periodistas acertáis siempre, porque escribís a toro pasado...

Un buen entrenador tiene que tener una parte de psicólogo. Debe saber liderar y motivar al grupo.

La motivación es muy importante y creo mucho en ella. Si no tienes ilusión, nada tiene sentido, Así es muy difícil conseguir los objetivos.

El deporte es físico, obviamente, pero también mente.

El deporte es como la vida misma. Competir y ganar es complicado, es igual que ganar dinero: si estás tumbado en el sofá, nadie te va a traer dinero a casa. Tienes que moverte, motivarte, ilusionarte. En el fútbol, encima, tienes un rival enfrente que entorpece todo lo que pretendes hacer, y los éxitos no solo dependen de ti. No es como el atletismo, un deporte en el que compites contra ti mismo. Es duro.

Ahora tiene 55 años. ¿Piensa en la jubilación?

Yo empecé a entrenar a nivel profesional muy tarde, con 40 y pico años, y no estoy quemado en ese aspecto. Además, solo he entrenado hasta Segunda División, y las categorías inferiores no tienen el desgaste de la élite. Mira a Guardiola, ¡se le ha caído el pelo! Yo tengo la suerte de que a mí el pelo ya no se me va a caer, eso seguro (risas).

¿Sigue la actualidad o prefiere ser feliz?

Yo creo que estar informado es una parte de ser feliz. Si te abstraes y no te enteras de nada, consigues la felicidad de los tontos.

¿Cómo le afecta a usted la crisis?

Me afecta como a todos. Vivo de la hostelería, del sector servicios, del poder adquisitivo de la gente, y eso está complicado. Y en el fútbol ocurre lo mismo, todo se ha ido reduciendo. Aún así yo me considero un privilegiado porque he tenido muchos años buenos. Bastante más pena me da la gente que no tiene ni para lo básico.

La semana pasada me dijeron que la verdadera crisis de este país es una crisis de valores. ¿Lo comparte? ¿Somos poco solidarios?

Como género humano tenemos mucho margen de mejora, está claro. Nos han educado para ser competitivos, para que cada uno se saque las castañas del fuego a sí mismo. ¿Si somos poco solidarios? Puede ser. Eso hay que corregirlo desde la educación, desde la infancia, porque a los adultos es muy difícil hacerles cambiar de hábitos.

¿Qué porvenir les augura a las nuevas generaciones?

Yo a la chavalería la veo con un buen futuro. En los últimos vestuarios en los que he estado he visto a jóvenes preparados y con muy buen rollo. Por lo visto, algo hemos mejorado.

Pero a muchos jóvenes les está tocando salir fuera en busca de trabajo.

Esto nos viene muy bien para darnos cuenta de algunas cosas. Cuando llegan los extranjeros, cuando vienen al norte las personas que pasan hambre en el hemisferio sur, solemos decir que nos molestan. Ahora, curiosamente, somos nosotros los emigrantes. Más de uno igual entra en razón.

Los que mandan hablan de 'brotes verdes'. ¿Usted ve la luz al final del túnel?

Yo no veo brotes verdes, pero supongo que todo esto es cíclico. Después de la gran mentira que hemos vivido con la burbuja inmobiliaria, con la que se ha movido tanto dinero, el palo ha sido gordo. Pero dicen que la economía tiene dientes de sierra, altos y bajos. Hemos tocado fondo, casi como en una posguerra, y la situación mejorará a nada que se haga.

A los ciudadanos cada vez les preocupa más la corrupción. ¿Qué opina de la clase política?

No conozco a los políticos, solo sé lo que leo. Ahora existe la sensación de que político y corrupto van de la mano, pero supongo que habrá gente que se dedique a la política por vocación y ganas de aportar cosas, aunque las noticias que nos llegan no son muy esperanzadoras. La verdad es que la clase política no me inspira mucha confianza.

¿Qué hace Manix Mandiola cuando no entrena?

Trato de dedicar tiempo a los negocios de la hostelería e intento estar más tiempo con la familia. También me gusta ver fútbol y otros deportes como la pelota, el levantamiento de piedras o el corte de troncos, porque los deportes vascos me encantan.

Ha comentado antes que también va al monte...

Sí, pero no hago gran montaña, solo unas sudadas de dos horas.

¿Qué deseo le pide al 2014?

Quiero dejar un buen poso en Tudela. Que el día que me vaya tenga la sensación de que dejo amigos aquí. Y si lo deportivo acompaña, mejor.