Cuando el doctor James Naismith colgó un par de cestas para recolectar melocotones en el Springfield College de Massachusetts nunca imaginó que ese deporte que acababa de inventar llegaría a la cota de popularidad de la que goza hoy en día.

Solo en Navarra existen alrededor de 6.280 licencias federativas y 64 clubes. A pesar de estas buenas cifras, la tarea no está concluida, ni mucho menos, e iniciativas como la de la Escuela de Baloncesto de Basket Navarra Club hacen que los chavales se animen a calzarse las deportivas y probar que hay vida más allá del fútbol.

Una vez al mes, 112 niños y niñas de entre 6 y 10 años se dan cita en el polideportivo de la Rochapea para jugar hora y media a baloncesto. Un éxito de asistencia que superó los augurios de los organizadores, tal y como asegura Andoni Moriano, responsable de marketing del Basket Navarra. “Francamente, con las complicaciones que tuvo el club, yo era bastante poco optimista con las inscripciones. Pensaba que este año sacaríamos la escuela con 40 chavales y ya el año que viene, con tiempo, haríamos que creciera. Sin embargo, este año nos hemos encontrado con una escuela de 112 niños y que además el 20% de ellos no juega a baloncesto, es su primera experiencia”, explica.

Sin embargo, esta iniciativa transciende más allá del baloncesto. Esto no va solo de anotar canastas, sino de aportar algo a la comunidad. “Es importante entender que un equipo profesional de cualquier deporte tiene un interés en la sociedad en el momento que devuelve algo a la sociedad. Practicar baloncesto en el equipo sénior está bien, y está bien ser ocio para que la gente se divierta, pero tenemos que aportar algo a la gente. Y tenemos que hacerlo pues, por ejemplo, formando a los niños en la escuela en buenos hábitos deportivos”, cuenta Moriano.

no parar La escuela cuenta con siete entrenadores -Jon Aristu, Irene Fernández, Silvia Martín, Raúl Pérez, Eduardo Lana, Alba Mañeru y Ananda Díaz- y dos sesiones de trabajo, de modo que los grupos no sean excesivamente grandes. No obstante, ¿Cómo se consigue mantener la atención de más de un centenar de niños durante una hora y media? No parece fácil el reto pero se logra manteniéndoles constantemente ocupados. “Los niños no tienen que estar parados porque si se paran se aburren o se portan mal. El entrenamiento les lleva en una dinámica que no les da tiempo a aburrirse”, dice Andoni.

El responsable de marketing sabe que hay que ir paso a paso pero no rechaza elucubrar sobre las muchas posibilidades que ofrece la escuela de cara al futuro. “Ojalá tengamos que hacer más turnos y ojalá podamos ofrecer más alternativas. Un domingo, tal vez, que pueda ser en inglés, ese tipo de cosas... en un futuro. Si en algún momento tenemos más niños podríamos hacer más de dos turnos y ampliar el margen de edad hacia arriba pero manteniendo la idea de la escuela”, explica.

El encargado de coordinar los entrenamientos, elegir a los técnicos y, en definitiva, de que el engranaje funcione correctamente es Xabi Jiménez, segundo de Joaquín Prado y hombre de la casa, ya que lleva cinco campañas formando parte de la entidad.

Cuando le propusieron ser director de la escuela no le pilló de imprevisto porque ya sabía cómo es eso de trabajar con niños. “Al final llevo muchos años ligado a la Federación y a clubes y siempre hacen falta estas actividades de promoción real para toda la comunidad”, recalca.

Xabi confiesa que la idea le ilusionaba pero que, al igual que Andoni, vivía con la incertidumbre de cómo iba a ser la acogida. “Teníamos la duda interna de cómo iba a responder la actividad pero ha sido un éxito rotundo ha superado con creces lo que esperábamos”, dice Jiménez.

Moriano ya había adelantado que para que para mantener la calma era importante que los niños estuvieran ocupados y Xabi desgrana esta idea. “Hacemos un calentamiento de un cuarto de hora. Y el bloque central de una hora, lo dividimos en estaciones de 8-10 minutos, en las que los niños en realidad lo que hacen es jugar a un juego con otros 6-8 niños y cambiar de juego cada cierto tiempo”, narra y recalca que “es un formato muy llevadero” para los chavales. Además cada estación tiene un propósito específico: desarrollo corporal, psicomotricidad, arrancadas etc...

Tal ha sido el éxito de la escuela, que desde otras comunidades autónomas han preguntado las claves para implantar el mismo modelo. Síntoma de que la cosa gusta y funciona.

más actividad “En muchos casos, que se levanten del sofá. Vienen muchos niños que no han hecho deporte y se agradece que un domingo el mes vengan y que se quiten el miedo los padres... por una hora y media de deporte no pasa nada”, responde Xabi entre risas cuando se le pregunta por el objetivo de la iniciativa y añade que de cara al futuro “ojalá haya ocho turnos en vez de dos”.

La Federación Navarra de Baloncesto vio con buenos ojos el proyecto de la escuela de Basket Navarra y se volcó en el asunto desde el principio. De paso, aprovechó la ocasión para formar entrenadores, uno de los retos con los que el actual presidente, Pablo Bretos llegó al cargo. “Colaboramos conjuntamente con Basket Navarra. Lo que hacemos nosotros es la formación de entrenadores que trabajan en edad de minis y estamos aportando esa parte formativa”, dice Bretos, que califica de “muy interesante” la relación con Basket Navarra.

Los niños de la escuela reciben además una camiseta y un balón para que puedan seguir jugando por su cuenta y muchos abandonan el polideportivo preguntando cuándo será la próxima sesión de entrenamiento.

Hábitos saludables, enseñanza de valores, vida sana y sobre todo diversión, porque, ¿qué es el baloncesto sin diversión? En un mundo donde se encumbran las figuras deportivas, se dramatizan las derrotas y se ensalzan las victorias, un poco de diversión no viene mal. O al menos, eso pensaría Naismith cuando colgó esas dos cestas en el aquel gimnasio de Massachusetts.