Urzúa es una variante de Ursua, apellido del lugar del mismo nombre en Navarra y del que hay casa solar, palacio que fue de los de cabo de armería en Ordoki de Arizkun, de notoria antigüedad y nobleza, de leyendas y mucho papel escrito que en su aventura equinoccial propició, entre otros, el segundón Pedro, "afortunado conquistador de tierras vírgenes y bellas hembras", le dice (Reflexiones de un ingeniero, 1999) el irunés Juan José Alzugaray. En la formación del apellido coexisten dos vocablos, ur y sua, que, de no ser tan procelosas las aguas de la etimología, cualquiera diría que equivalen a agua y fuego, a salvo de su blasón que se representa con tres palomas (usuak) aunque otros digan que son picazas o picarazas, para todavía más lío.
E Iribarren, el de su madre Nelly, es igualmente apellido de los considerados más baztandarras, aunque no de exclusivo origen de Baztan ni mucho menos. En este caso, el significado parece más claro y puede traducirse por la parte central, el núcleo (barren) del pueblo, iri, hiri o herri, sin tanto riesgo de equivocación por más que nunca se sepa. Curiosamente, del primero (Ursua) ni rastro queda en el valle, pero si es abundante el otro (Iribarren) que por existir podría decirse que existe en todos los pueblos.
El caso es que de este Luis Urzúa (54 años) y su familia se conoce poco, y es la que menos ha hablado de las 33 de los a su pesar héroes de Atacama. De profesión topógrafo, minero desde hace 31 años, fue el primero en hablar desde la puerta del infierno donde se encontraban, y su primer diálogo con Golborne, el ministro de Minería, es un ejemplo de serenidad y hasta un cierto ejercicio de filosofía y reflejo de disgustada impaciencia, como pidiendo menos palique y pónganse a la tarea: "Estamos bien. Esperando que nos rescaten".
Este hombre, el mayor de seis hermanos, se hizo duro a la fuerza, su padre, Luis Urzúa, resultó desaparecido en la dictadura de Pinochet y todavía más, también su padrastro Benito Tapia (con familia parece que también originaria de Baztan, de Almandoz en concreto) fue asesinado por la caravana de la muerte de la dictadura pinochetista.
El mérito en este asunto de la mina chilena, uno cree que es de todos los que han aguantado allí abajo, por más que los poderes mediáticos gusten siempre de significar y personalizar a uno y trino, como en este caso en el que lo mejor ha sido el final. Y que este Luis Urzúa, como su posible antepasado, les ha llevado a El Dorado pero con más suerte. Oso ongi.