conoce como pocos lo que los muros de esta cárcel han guardado y no se resigna a que, de la noche a la mañana, se reduzca a escombros sin que ni siquiera se suscite un debate al respecto. Durante 30 años Juan Romero ha sido el psicólogo de la cárcel del barrio de San Juan, un oficio que sigue ejerciendo en el nuevo centro penitenciario de Soltxate. En su opinión, la premura con la que los dirigentes municipales han gestionado el derribo de la prisión -se ejecutará en septiembre- esconde intereses especulativos. Él es partidario de esperar, debatir de manera sosegada el futuro de un edificio que, según dice, bien podría transformarse en una nueva dotación e incluso sugiere posibilitar temporalmente visitas guiadas que acerquen esta realidad tan opaca a los pamploneses.

Basta mantener una breve charla con Romero para comprobar que sus tesis en relación al presente y al futuro de este lugar no son ocurrencias. En contra de la posición favorable a un derribo inminente de este edificio de 105 años, el actual psicólogo del Centro Penitenciario Pamplona I considera estimable el valor arquitectónico del edificio, su atractivo como testigo de la historia navarra durante todo el siglo pasado, su interés como recuerdo de un modelo penitenciario ya superado y, por otro lado, ve gato encerrado en toda esta operación. "Me sorprende que tengan tanta prisa en derribar un edificio centenario tan válido como este", indica Romero.

A su juicio, detrás de esta celeridad se esconde un interés especulativo. "Considero que hay un interés no confesable, si no, no se pueden entender estas prisas. Se ha hecho extremadamente rápido, en verano y a escondidas. La cárcel no es del alcalde y creo que todos los navarros deberían tener derecho a opinar sobre qué se hace con ella. Si en dos años se decide derribar, lo aceptaría sin ningún problema, pero al menos que se suscite un debate. Las prisas no son buenas consejeras y en este tema se ha actuado con mucha prisa", explica.

Ciertamente, sorprende la prontitud del equipo de gobierno de UPN en habilitar una partida presupuestaria para derruir el edificio. Fue en el pleno del pasado 7 de junio cuando UPN aprobó, con el apoyo del PSN y del PP, destinar 150.000 euros de las cuentas prorrogadas a derribar este edificio. Se hizo cuando la cárcel de San Juan aún permanecía llena de presos, ya que, aunque la nueva prisión se inauguró el 5 de junio, los reclusos no llegaron hasta el día 18 del mismo mes. En principio, el derribo debería ser una realidad en unas pocas semanas.

El concejal de Urbanismo del Ayuntamiento de Pamplona, Juan José Echeverría, reconoce que se actuó rápido, pero alude otras motivaciones y niega de plano interés especulativo alguno. Según explica, la decisión de derribar el edificio de la cárcel de San Juan busca evitar cualquier tipo de interferencia entre administraciones, ya que, si bien el solar es propiedad municipal, la titularidad del edificio está repartida a tercios entre el Ayuntamiento, el Gobierno de Navarra (la inscripción habla de la Diputación, en concreto) y el partido judicial de Pamplona, según las escrituras. "Si todos estamos de acuerdo en derribarlo y lo hacemos, patrimonialmente no queda ninguna duda y no hay interferencias entre administraciones", explica Echeverría. El edil regionalista señala, además, que el edificio tiene un "escaso valor arquitectónico", considera que "por su estructura no es rehabilitable" y estima que "desde que se desarrolló el barrio de San Juan es un estorbo para los vecinos".

Finalmente, Echeverría indica que la posibilidad especulativa desaparece al tratarse de un solar calificado como dotacional público, que hace que no se pueda edificar nada que no sea una dotación pública y subraya, asimismo, que en la coyuntura actual las operaciones especulativas tienen escasas posibilidades. En todo caso, habría que matizar que el actual uso dotacional público bien podría sustituirse por un uso residencial con el apoyo de la mayoría del pleno, si bien, como añade Echeverría, eso exigiría calificar como dotacional otro solar de la ciudad.

¿interés arquitectónico? Al contrario que el edil de Urbanismo, Romero considera que la cárcel posee un interés arquitectónico a tener en cuenta, un valor que une al resto de razones por las que a su juicio se debe repensar la posibilidad del derribo. Es obra de Julián Arteaga, el mismo arquitecto que diseñó el actual Parlamento de Navarra (antiguo Palacio de Justicia) o las escuelas de San Francisco, y representa un tipo de prisión en doble cruz que ya ha desaparecido en España y que apenas queda en Europa, según explica el psicólogo navarro.

Romero también destaca su valor como vestigio de un modelo penitenciario superado y como testigo de la historia de Navarra durante el pasado siglo XX. "El mundo penitenciario navarro del siglo XX bien merece un edificio para que el ciudadano navarro pueda ver y valorar lo que ha sido. Además, es un reflejo de nuestra historia en el siglo XX", explica el autor del libro Nuestros presos. Cómo son, qué delitos cometen y qué tratamientos se les aplica. No en vano, los acontecimientos históricos que sucedían extramuros tenían su reflejo en el interior. "En 1936, durante la Guerra Civil, se vivió una situación terrible con la época de mayor saturación de la cárcel. Se llegaron a introducir hasta 3.000 personas (antes de cerrarse en junio tenía 249 reclusos). Se les colocó hacinados en 16 pequeños patios, ya que con cada patio grande se habilitaban ocho toriles", explica.

Dentro de las visitas guiadas que propone, aunque sea temporalmente, él mismo se ofrece como voluntario para ejercer de guía y no duda del éxito que tendrían atendiendo a la buena acogida de jornadas como las de las visitas al convento de Salesas. Desde luego, Romero conoce como nadie los últimos 30 años de la prisión, desde la dureza del día a día en los 80 con la irrupción de la heroína y el VIH, hasta el cambio hacia un modelo como el actual que "exige mucho menos compromiso al recluso".

Por el momento, el equipo de gobierno sigue sin definir qué hará, aunque sea provisionalmente, una vez que el edificio sea escombros a partir de septiembre. La opción de parking disuasorio provisional está descartada y la de un parque temporal no se baraja para 2012. De ahí que Romero aspire al menos a retrasar esta demolición, algo complicado de lograr. "Lo que se destruye no se puede rescatar, mientras que siempre hay tiempo para derruirlo si se entiende que es la mejor opción. En Madrid han habilitado el antiguo matadero como un gran centro de ocio, por ejemplo. Es evidente que no tiene el valor de una catedral, pero no es una fábrica de acolchados. La Ciudadela fue una plaza militar y la imagen que de ella tenemos los navarros va vinculada a conciertos, exposiciones y demás eventos culturales y de ocio. Puede conservarse como está, reconvertirse en un civivox o una dotación similar, o puede ser demolida, pero que se debata sosegadamente", concluye.