Una reunión de trabajadores en torno a la cafetera de manipulado en Salvat, en enero de 1976, fue el inicio de una huelga que se extendió durante un mes y que, además de suponer la conquista de derechos laborales, supuso el despertar de la clase obrera de Estella.

Con ella comenzaron decenas de huelgas, manifestaciones, encierros y paros en las empresas de la ciudad en un año, el 76, en el que las libertades estaban por conquistar y la represión se cernía sobre los miles de trabajadores que vencieron su miedo para luchar.

Aurelio Aransai es uno de aquellos trabajadores y acaba de montar una exposición de fotografías en la sede de Ahora-Orain, ubicada en la calle Valdeallín. A través de las imágenes se puede ver cómo los trabajadores se organizaban durante las semanas que permanecieron encerrados en la iglesia de San Juan y visualizar el apoyo del resto de la sociedad estellesa. Aransai es muy claro: “la solidaridad y la unión de los trabajadores fue fundamental”.

El día antes del inicio de la huelga, la Comisión Obrera de la fábrica se reunió en un pinar entre Murugarren y Abárzuza y determinó la necesidad de ir a la huelga. Los objetivos eran laborales y políticos. Luchaban por mejorar los salarios, con incrementos para todos “no solo para quien quisiera la dirección”, reducción de la jornada laboral y la readmisión de los presos políticos en la fábrica, entre otros objetivos. La situación no era sencilla y es que como explica Aransai “por entonces no teníamos derechos de reunión, organización sindical o política, manifestación o huelga”, recuerda.

Los primeros días de la huelga, los trabajadores permanecieron encerrados en la propia empresa. “La primera medida fue la ocupación de la fábrica para evitar que los pocos esquiroles que había de una plantilla de casi 600 trabajadores fueran a trabajar o sacar el material y la producción a otro sitio”.

No obstante, la Guardia Civil desalojó la factoría y los trabajadores se encerraron en la iglesia de San Juan con el “apoyo incondicional” del párroco Esteban y de los sacerdotes Carlos y Javier. “Allí estuvimos unos días y nos organizamos, de manera que había comisiones para todo; recibíamos comida de nuestros familiares además de la solidaridad del resto de Estella”. Los trabajadores contaban también con una “caja de resistencia” de donde, además de financiar los gastos de la huelga, se sacaba dinero para los casos más graves, ya que algunos trabajadores tenían hipotecas o créditos a los que hacer frente.

el día a día Durante esos días también había charlas, asambleas e incluso actuaciones como la de Fermín Valencia, pero la Guardia Civil volvió a disolver el encierro tras lo que los empleados iban a otras fábricas a reunirse con más trabajadores, que estaban en similares circunstancias.

Los empleados de Salvat, ya bajo amenaza de despido, volvieron a encerrarse en la iglesia. “Para entonces estaba volcado todo Estella. Se veía a los estudiantes en manifestación o a las mujeres desfilar por la calle Mayor”, rememora. Hasta que la Guardia Civil desalojó la iglesia. “En este caso no fue de forma pacífica. Con armas de bala disolvieron a culatazos la asamblea que estábamos teniendo a las puertas de la iglesia. Habría unas mil personas. La carga fue brutal hubo varios heridos y muchas secuelas”.

Así las cosas, algunos de los trabajadores fueron al Sindicato Vertical donde se estaba negociando con la empresa y rompieron la reunión. “Algo cambió tras esta carga porque la empresa empezó a ceder, suponemos que por la presión de las autoridades que veían con temor que el movimiento estaba cogiendo muchísima fuerza, se extendía y se les iba de las manos”, señala.

Los trabajadores consiguieron muchos de sus objetivos y, tras casi un mes de lucha volvieron a sus puestos. “La huelga de Salvat cambió de raíz Estella. Nada fue igual después. Detrás nuestra, empresa por empresa tuvieron que ceder en muchas ocasiones a las reivindicaciones de los trabajadores. Nuevas huelgas como en Curtidos, Calzados, Sarrío... se sucedieron, en medio de una situación donde las libertades democráticas no estaban permitidas, pero para entonces ya las habíamos conquistado”, concluye.

El movimiento. Los trabajadores de las fábricas de Estella estaban unidos en un inicio de año muy conflictivo. “La situación de huelga se corrió por todo Estella como un reguero de pólvora dando lugar a una enorme simpatía en todos los sectores: fábricas, tiendas, bares, centros de estudios y hasta la Iglesia”.

Otras empresas. 1976 comenzó con una marcha proamnistía. Dos meses después de la muerte de Franco, la sociedad vivía unos momentos muy convulsos en los que comenzó la lucha por las libertades. Así, los trabajadores de Salvat iniciaron la huelga y el 19 de enero les siguieron los de Curtidos a la vez que se encerraron los de Canasa. El 21, los de la papelera de Allo fueron a la huelga y se encerraron; al día siguiente se produjeron marchas de los de Salvat a Canasa y a Renolit, mientras que los de Agni mostraron su solidaridad. Hubo manifestaciones de Salvat y de Curtidos, mientras que el día 27, la Guardia Civil desalojó a los de Canasa. Al día siguiente Renolit y Canasa empezaron la huelga, los de Embega hicieron paros, al igual que Plastiega y La Estellesa. En las semanas siguientes otros trabajadores como los de Erce, Cear o Alfombras tomaron el relevo, así como profesores de Santa Ana y del Puy, entre otros muchos.

La exposición. Está ubicada en la sede de Ahora-Orain, en la calle Valdeallín 9, junto a Urko Musical. Está abierta hasta el día 14 de febrero los viernes y sábados de 19.00 a 21.00 horas y los domingos, de 12.00 a 14.00 horas. Todas las fotos son de Aurelio Aransai. El objetivo es “rememorar y extraer lecciones como la de la solidaridad. No se puede entender la historia de Estella sin conocer estos hechos. La ciudad dejó de ser conservadora a estar en lucha”, explica Aransai.

a. aransai “fuimos Los trabajadores los que hicimos la transición”

El entonces trabajador de Salvat no duda en afirmar que la transición fue fruto del esfuerzo de la sociedad. “Hay una distorsión sobre el tema de la transición, no la trajo el rey. Esta la hizo, sin duda, la gente de la calle”, indica.