La artística y espectacular arcada de la entrada lateral del Palacio Sagardia de Ituren, más interesante en lo arquitectónico que la principal que es de porte más sencillo, guardaba y lo sigue haciendo un misterio que, por alguna razón que se nos escapa, al parecer nadie había advertido hasta ahora. Dos de las dovelas, las piedras que forman el arco del perfecto medio punto, están erróneamente colocadas ya que donde se encuentra una debía estar la otra y viceversa, o sea al revés.
El Palacio Sagardia es de largo la construcción más valiosa de la localidad, data del siglo XVII y constituye todo un ejemplo de la arquitectura palacial de la época. Se trata de un perfecto bloque cúbico realizado en piedra de sillería cuya fachada principal se reparte en tres niveles más ático. Cada una de esas tres alturas aparece separada por una imposta lisa, con portada recta en el piso inferior que se abre, centrada, entre dos pequeñas ventanas.
En la segunda y tercera alturas se suceden simétricamente tres huecos adintelados, más altos los dos centrados, protegidos por contraventanas de madera y en el central del piso superior se suspende un balcón de forja y casi junto al ático se sitúa un notable escudo de estilo barroco.
La cubierta del edificio está construida a cuatro vertientes con doble alero de madera, apropiado para la abundante pluviosidad de esta parte del noroeste de Navarra. Y en el lateral de cara a la carretera de Doneztebe a Leitza, de forma claramente descentrada, se sitúa el hermoso pórtico de medio punto con dovelas labradas con motivos geométricos y religiosos, y donde se encuentra el sanctasantorum del secreto que, aparentemente, nadie ha advertido hasta ahora.
ERROR ¿Involuntario o deliberado por alguna razón que se nos escapa? La cuestión es que dos de las dovelas están erróneamente colocadas (ver fotografía superior) ya que a la cuarta de la izquierda le correspondería, en aras a una correcta simetría, ocupar el lugar de la sexta desde la derecha, y al revés.
¿Qué ocurrió al construir la portada, es posible que para el maestro cantero que labró las dovelas o para los albañiles que las colocaron pasara el hecho desapercibido?. A los profesionales de la cantería en todo tiempo y lugar se les ha reconocido una meticulosidad absoluta, que, en este caso, invita a la duda. ¿Se limitó a labrar las dovelas y se desentendió luego de su colocación?
¿O se equivocaron los albañiles, que parece lo más probable, y cometido el error se renunció al desmonte de las dovelas y corregir el entuerto o, poniéndonos en lo peor, surgió alguna diferencia al ajustarse la soldada y decidieron la incomprensible pequeña- gran venganza? No consta en trabajo ni investigación reseña o explicación ninguna que aporte razón, salvo la que da el Nobel Bob Dylan: "La respuesta está en el viento".