En el Valle de Baztan era prácticamente un desconocido, y la noticia de que en Granada donde murió asesinado por el gravísimo (¿?) delito de pensar y de enseñar, su profesión de maestro, en concreto catedrático de Química General en la Facultad de Ciencias en la Universidad de Granada, en un gesto de reconocimiento y de reparación que le honra, el sábado como publicó este periódico, se le dedicó una calle por su condición de exalcalde de la ciudad que fue en circunstancias convulsas y donde acabaría en el paredón fusilado por las hordas franquistas.
Jesús Yoldi Bereau había nacido en Arizkun, donde se encontraría su familia de forma circunstancial, el día 4 de diciembre de 1894, aunque no permanecería mucho tiempo en Baztan. Estudió el bachillerato en el Instituto de Zaragoza (1911) y Ciencias Químicas en la universidad, licenciándose (1915) con “nota sobresaliente y con premio extraordinario de fin de carrera”. Se doctoró (1917) en la Universidad Central de Madrid, para pasar a las universidades de Sevilla (1918) y Cádiz en 1922. Ese mismo año llega a la Universidad de Granada como catedrático de Química general.
En 1928, Jesús Yoldi se casa con Beatriz Pérez Pérez, natural de Capileira en la Alpujarra granadina, con quien tuvo tres hijos: Jesús, Antonio Luis y Victoriano. Su implicación en la Universidad de Granada y la ciudad fue absoluta, imparte Química General y Analítica, Electroquímica (1924-1925) y Química Técnica (1928-1929) y aún se conserva manuscrito su programa de 48 lecciones de Química Técnica, además de enseñar en las facultades de Farmacia y Medicina.
Miembro del Partido Republicano Autónomo de Granada, se integra en 1934 en la Izquierda Republicana de Manuel Azaña y acepta ser alcalde de Granada, el 27 de abril de 1932 (ya había sido concejal con la instauración de la República) pero renuncia a los cinco meses, el 30 de septiembre. De vacaciones en Capileira (pueblo de su esposa) le detiene el 18 de julio de 1936 la Guardia Civil que apoya a los sublevados de Franco, acaba en la cárcel y luego en Las Colonias de Víznar. Hasta octubre de 1936, es forzado con otros a cavar las fosas y enterrar en el barranco de Víznar a los que habían sido amigos y fieles al legal Gobierno de la II República (se cree que pudo hacerlo con el propio Federico García-Lorca). En la cárcel granadina fue finalmente fusilado contra las tapias del cementerio el 23 de octubre de 1936, consta en el Registro Civil del Campillo donde figura que “falleció en la demarcación de este distrito el día 23 del actual a consecuencia de heridas por arma de fuego, según resulta de la orden recibida y su cadáver recibió sepultura en el cementerio de esta capital”. No consta que se le sometiera a Consejo de Guerra ni a juicio alguno, se le asesinó porque sí, pero su figura queda como hombre íntegro, leal y honesto. Demasiado para el horror que venía. - L.M.S.